Buenos Aires, 17 sep (EFE).- Las fuertes restricciones cambiarias que las autoridades de Argentina impusieron el pasado martes buscan poner un freno a la caída de reservas monetarias, pero los expertos advierten que la medida podría tener un efecto limitado y advierten que podrían generar otras complicaciones en el funcionamiento de una economía golpeada por la recesión.
Las medidas anunciadas por el Banco Central en coordinación con el Fisco y la Comisión de Valores (regulador de los mercados) pretenden desalentar la demanda de divisas tanto en el mercado mayorista como en las operaciones de pequeños inversores con fines de ahorro o compras en el exterior.
Un ajuste en el «cepo», como se conoce en Argentina a las restricciones cambiarias, era vaticinado por los analistas desde hace semanas en vistas a la dinámica del mercado cambiario, con crecientes pérdidas de reservas por parte del Banco Central, aunque las medidas anunciadas este martes sorprendieron a muchos porque fueron más allá de los límites que existían para la compra de dólares para atesoramiento.
En Argentina, donde históricamente la moneda estadounidense ha sido valor de refugio ante la debilidad del peso, el «cepo» no es nuevo: existió durante el Gobierno de Cristina Fernández (2007-2015), desde octubre de 2011 hasta enero de 2016, cuando el recién asumido Ejecutivo de Mauricio Macri lo levantó, para reinstaurarlo en septiembre de 2019, en medio de severas tormentas cambiarias.
Ahora, al impuesto del 30 % que regía para la compra de un cupo máximo de 200 dólares mensuales por persona se suma una tasa del 35 %, también aplicable a los consumos en dólares con tarjeta.
Además, hay nuevas regulaciones para las operaciones con bonos y acciones cuyo objetivo final es hacerse de dólares.
Y, por otra parte, las empresas con deudas en dólares tendrán que acordar una reestructuración con sus acreedores.
PÉRDIDA DE RESERVAS Y BRECHA CRECIENTE
Analistas venían advirtiendo sobre la pérdida continua de reservas y la creciente brecha entre el tipo de cambio oficial y las cotizaciones alternativas.
El Banco Central perdió 2.260 millones de dólares de reservas totales en lo que va del año, hasta cerrar este miércoles en 42.521 millones.
Sin embargo, los economistas ponen el ojo en el nivel de reservas netas o de libre disponibilidad, cuyo número no es público, pero que los expertos calculan entre 5.000 y 10.000 millones de dólares.
Para el economista Salvador Di Stefano, las reservas netas suman 7.124 millones y, de este total, 3.828 millones están invertidos en oro, con lo cual quedan 3.296 millones en efectivo.
«Ésta es la razón de las medidas del martes, no hay dólares suficientes en el Banco Central», aseveró.
En cuanto a la brecha, con las nuevas restricciones, se ha ampliado más aún: mientras que el dólar mayorista cotiza a 75,25 pesos por unidad, para la venta al público, con tasas e impuestos, saltó a 130,76 pesos, mientras que trepó a 145 pesos en el mercado informal.
«La decisión era esperable a la luz de la dinámica del mercado cambiario, aunque solamente sirve para ganar algo de tiempo y está lejos de resolver los problemas de fondo. La inconsistencia entre la política monetaria y la política cambiaria es lo que está detrás del crecimiento de la brecha cambiaria y las presiones sobre las reservas netas. Si no se usa este tiempo para resolver esa inconsistencia, las presiones volverán a aparecer en el horizonte», advirtió la firma de inversiones SBS.
Para la consultora LCG, el «endurecimiento del cepo» no «garantiza que el Banco Central no siga perdiendo reservas» e «incluso la puede acelerar» dado que un inversor que no quiere tomar riesgos «en un contexto de incertidumbre» puede intentar adelantar la cobertura en dólares.
ESPADA DE DAMOCLES SOBRE LAS EMPRESAS
Una de las medidas más complicadas para las empresas es la obligación, en caso de tener deudas de capital en dólares hasta finales de marzo próximo, de reestructurar sus deudas, con vencimientos por unos 3.300 millones de dólares en los próximos seis meses.
Solo podrán acceder al mercado cambiario por un monto que no supere el 40 % de su deuda y el resto tendrán que refinanciarlo al menos a dos años.
Para Jorge Vasconcelos, vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), esta medida condiciona «las decisiones empresariales en todo sentido» y pone «una espada de Damocles sobre la calificación crediticia de las compañías locales con deuda externa».
Por otra parte, SBS advirtió que las nuevas restricciones «podrían complicar las negociaciones formales con el FMI» que Argentina pretende entablar en breve.
Asimismo, señaló que «las presiones sobre los depósitos privados en moneda extranjera podrían incrementarse», aunque el riesgo de una salida masiva de fondos depositados en los bancos es «mínimo ya que las entidades tienen liquidez en moneda extranjera».