Cada 9 de noviembre se celebra en Paraguay el Día Nacional de la Mandioca, uno de los cultivos más emblemáticos y representativos de la agricultura familiar. Su versatilidad, adaptación al clima y potencial productivo la convierten en un rubro fundamental para la seguridad alimentaria y la economía rural del país.
Según datos del Censo Agropecuario Nacional (CAN) 2022, del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), en Paraguay se cultivan unas 155.000 hectáreas de mandioca, con un rendimiento promedio de 15 toneladas por hectárea a nivel nacional.
Las principales zonas productoras se concentran en los departamentos de San Pedro, Canindeyú, Caaguazú, Itapúa, Caazapá, Alto Paraná y Concepción, aunque su presencia se extiende a todos los departamentos del país en menor escala.
De acuerdo a los datos del MAG, la mandioca es una especie anual de gran rusticidad, con excelente adaptación a diferentes condiciones de suelo y clima. Posee alto potencial productivo y múltiples usos, tanto para consumo fresco, como en la elaboración de almidón industrial y artesanal, además de su utilización en las fincas para la alimentación familiar y animal.
Desde la institución se brinda un acompañamiento constante a los productores a través de la asistencia técnica, la difusión y transferencia de tecnologías, buscando mejorar la productividad, la calidad y la rentabilidad del cultivo.
IMPACTO DE LA MANDIOCA
La mandioca no solo representa un alimento esencial en la dieta paraguaya, sino también una fuente de ingreso y desarrollo para miles de familias rurales, reafirmando su valor cultural, económico y social en todo el territorio nacional.
Con relación a la variedad de semillas de este alimento, la mejor proviene de la parte basal y media de la rama, que es la de mejor calidad. Si toda la rama semilla corresponde a esta porción, bien observada, seleccionada y clasificada, se logra que al menos el 90% de lo que se planta se establezca correctamente en el cultivo.
Cuando el productor realiza la plantación sin clasificar las ramas, puede llegar a plantar 10.000 estacas por hectárea, pero sólo la mitad prospera. Por eso, una vez que se realiza el corte y se preparan las ramas, se eligen las mejores, como las que tienen entre cinco y siete yemas bien sanas.
Luego de esto, se realiza la siembra: se abre el surco o el lecho y se coloca una estaca en cada sitio, ya sea de forma manual o mecanizada. Posteriormente, se aplica un tratamiento a las estacas, que consiste en desinfectar la semilla para protegerla bajo el suelo, donde existen numerosos patógenos, hongos, bacterias y plagas.
Finalmente, la desinfección brinda una protección inicial que permite que la planta se desarrolle más rápido, con mayor vigor y resistencia. Esa es la principal ventaja del tratamiento de la semilla.



