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27 de marzo de 2024

Arranca campaña sojera 2022/2023, con la expectativa de recuperar lo perdido por la sequía y lograr al menos 2.000 kg/ha

Desde la UGP ven con esperanza la siembra que arranca este septiembre y esperan que les vaya mejor que en la zafra pasada, cuando perdieron más del 60% de la producción.

Debido a la escasez de granos que generó la sequía, la Cappro solicita que la importación de materias primas agrícolas para su industrialización se torne permanente.

Además, los costos aumentan debido al encarecimiento de los fertilizantes y combustibles, lo que a su vez afectó los costos del flete y la producción en general.

Luego de que el sector agrícola se enfrentara a multimillonarias pérdidas por la sequía que golpeó a la producción de soja, los agricultores ven con optimismo la nueva siembra que inicia este mes y con la que esperan poder recuperarse económicamente. 

Héctor Cristaldo, presidente de la Unión de Gremios de la Producción (UGP), explicó que para “empatar” necesitan cosechar al menos 2.000 kg/ha. “El maíz nos dio un oxígeno financiero porque salieron buenos rendimientos a precio razonable, eso significó un poco de respiro antes de la siembra de soja, pero hoy todos nuestros recursos fueron puestos en el capital operativo adicional para esta siembra que arranca ahora en septiembre”, comentó.

Adelantó que el resultado de toda la inversión recién podrá verse entre los meses de enero y febrero, y podrán tener el panorama más claro con respecto a si será un buen año económico o nuevamente el escenario será complicado para el sector agrícola. “El productor es un eterno sembrador de esperanza, siembra con la esperanza de que le vaya mejor que el año pasado”, sostuvo Cristaldo.

El presidente del gremio calificó el 2022 como un año malísimo para ellos, no solo por la multimillonaria pérdida, sino también por los aumentos en los costos de producción, vinculados sobre todo con el aumento de los precios de los fertilizantes a nivel mundial y el combustible que encareció sobre todo los fletes.

“Todo está complicado, estamos sembrando en un escenario donde los costos subieron en relación al año pasado, hay incertidumbre en el clima y el mercado está bien, pero uno no sabe a la hora de comercializar como va a estar”, indicó. 

Para los productores se hace complicado adelantar un pronóstico de productividad debido a que el precio de venta lo define el mercado externo y lo que está en sus manos es una mayor calidad de manejo que les permita mayor productividad para buscar rentabilidad adicional.

“Nosotros solo tenemos manejo de la época de siembra, manejo de variedades y en el cuidado de los cultivos, ese es el único elemento sobre el cual el productor tiene control, el manejo de su parcela”, reiteró. 

Si todo corre bien y si el tiempo acompaña, el sector agrícola podrá tener buenos rendimientos. No obstante, para tener estos resultados, Cristaldo explicó que cuantos más kilos por hectáreas saquen, tendrán mayor holgura para manejar los sobrecostos. 

“El año pasado eran 1.200 kilos por hectárea para empatar, este año ya necesitas a lo mejor cerca de los 2.000 kilos o más; entonces, si uno saca menos que eso, se complica y si sacamos 3.000 kilos por hectárea, aleluya”.

Héctor Cristaldo, presidente de la UGP

Por todo lo expuesto, el noveno mes del año se presenta como uno de altas expectativas para la nueva campaña de siembra. 

Necesidad de un ambiente tranquilo

Cristaldo, dijo que si bien la cosecha depende de múltiples factores, necesitan de “tranquilidad” para trabajar, refiriéndose a la seguridad jurídica que temen sea afectada por el panorama político actual cercano a las elecciones presidenciales del siguiente año, además de la latente violencia en el campo que esperan que no se desencadene provocando inestabilidad en el sector.

Con respecto a la morosidad, Cristaldo dijo que se logró refinanciar la deuda de los agricultores para seguir en carrera gracias a que entablaron conversación con el Gobierno y expusieron que el 67% de pérdida de cosecha repercutió en unos USD 1.000 millones de capital operativo perdido. “Se conversó con el Equipo Económico Nacional en su momento para flexibilizar las condiciones para la refinanciación, sobre todo que no se penalice ni al banco o a la entidad financiera, ni al cliente por refinanciar a más de un año”, alegó.

Esto último lo hicieron teniendo en cuenta que el impacto de esa refinanciación a más de un año generalmente trae consigo un cambio de categoría. “Ya tuvimos esa experiencia en el 2012 cuando cayó grande la producción y en el 2013 salió una cosecha normal y hubo una recolección importante, y la gente fue pagando sus cuentas sin problemas”, recordó.

También destacó que en la pandemia el sector no paró e incluso tuvieron en el 2020 una buena cosecha, de más de 10 millones de toneladas, que actuó como un amortiguador para la caída de este año, ya que los agricultores tenían más de reserva. Sin embargo, señaló que hay sectores dentro del campo que estaban ya con problemas y a ellos se les complicó más. 

Piden importar granos todo el año

Debido a la escasez de granos tras la sequía que golpeó al sector agrícola, la Cámara Paraguaya de Procesadores de Oleaginosas y Cereales (Cappro) solicitó que el decreto que admite la importación temporal de materias primas agrícolas para su industrialización se convierta en una política pública permanente.

De acuerdo a lo señalado por la Cappro en su boletín mensual, incluso en años de gran producción en el campo, la agroindustria tiene una importante capacidad ociosa, por lo que sostienen que es el momento ideal para impulsar las modificaciones necesarias para convertir al régimen transitorio (establecido por el Decreto N° 7051/2022) para admisión temporaria de materias primas agrícolas para su industrialización en una política fija.

Según los datos proporcionados por el sector, al cierre del séptimo mes del año, el nivel de procesamiento de las oleaginosas sigue mostrando caídas considerables a consecuencia de la mala producción de comienzos de año. Para ser exactos, el procesamiento de julio de este año cayó 30% con respecto al mismo mes del 2021. 

Julio del 2022 cerró con 181.741 toneladas de oleaginosas procesadas, mientras que en julio del año pasado se alcanzaron las 236.263 toneladas de oleaginosas procesadas. En el total acumulado, en lo que va del año, el nivel de procesamiento alcanza las 1.521.755 toneladas, lo que representa una disminución de 143.000 toneladas si se compara con el mismo periodo del 2021 y el valor más bajo desde la última gran sequía del 2012, según indicaron desde la Cappro.

“De esta manera, la industria aceitera nacional cierra su quinto mes consecutivo con caída en términos interanuales, situación que se espera que se agrave en los próximos meses considerando que la disponibilidad de granos para el procesamiento es cada vez menor”, reza el análisis hecho por el sector en el boletín mensual.

Panorama complicado para la industria aceitera 

Al igual que la Cappro, desde MCS Grupo Consultor también destacaron que las importaciones interanuales de granos de soja se incrementaron 184 veces, lo que reflejaría la escasez de granos para hacer frente a la demanda. “El cierre de operaciones podría traducirse en la pérdida de puestos de trabajos para el sector manufacturero, cuya población ocupada se encuentra disminuyendo, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)”, señalan desde MCS. 

Por su parte, desde la Cappro informaron que incluso algunas fábricas ya están deteniendo sus operaciones por lo que queda del año, con el consecuente peligro que esta coyuntura genera para los puestos de trabajo existentes. “Las industrias están haciendo todos los esfuerzos posibles para que el impacto tan negativo de suspender la operación por tantos meses no se traslade a los colaboradores”, manifestaron.

Finalmente, en el caso del volumen exportado de aceite, harina, cascarilla y granos de soja en estado natural hasta el mes de julio, llegó hasta los 3,31 millones de toneladas, una reducción del 45% si se compara con el acumulado al séptimo mes del año pasado. Este es el menor registro para este periodo desde la gran sequía del 2012, cuando se habían registrado 3,06 millones de toneladas, dejando cada vez más clara la difícil situación en la que se encuentra toda la cadena de valor agrícola y agroindustrial.

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