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20 de abril de 2024

Voces a favor y en contra de la Econometría: ¿Es posible absolutizar el estudio de las relaciones económicas?

La econometría es una herramienta bastante utilizada en el ámbito económico, ya que con ella se pretende validar las distintas teorías que elaboran los economistas para darles un mayor sustento, pues de este modo estarían comprobando empíricamente todo lo previamente teorizado.

No obstante, esta herramienta no está exenta de críticas por parte de algunos economistas. Es así que en el presente artículo estaremos viendo algunas de estas y evaluaremos su rigor, para arribar a la postura que más nos conviene adoptar en pos de ganar valor científico sin perder la mirada al aspecto humano.

Por Eric Torres – Investigador

El econometrista Jeffrey Woolridge nos dice que “La econometría se basa en el desarrollo de métodos estadísticos que se utilizan para estimar relaciones económicas, probar teorías económicas y evaluar e implementar políticas públicas y de negocios”. 

Dividiremos las críticas en dos: aquellas que rechazan por completo la validez de la econometría o el uso de las matemáticas en la economía; y las que no la rechazan por completo, pero reconocen sus límites.

La escuela austriaca y la praxeología

Para empezar, tomaremos la crítica realizada por el economista austriaco Friederich Von Hayek, laureado con el Premio Nobel de Economía en el año 1974. 

La crítica de este autor es compartida por prácticamente toda la escuela austriaca de economía y si bien la realizan desde distintos ámbitos, la más común tiene que ver con la metodología que se adopta al momento de realizar la econometría ya que, para Hayek, la economía es fundamentalmente una ciencia social y por tanto tiene en su centro el accionar humano.

He aquí, por ejemplo, la razón del porqué Mises (también perteneciente a la escuela austriaca) denominó a su libro más importante “La acción humana” y también él mismo decía que un término más adecuado para la economía sería la de praxeología, cuyo objetivo sería el estudio del accionar humano como tal. 

En el libro ya citado, Mises dice lo siguiente: “En el terreno de la mecánica, ello, no obstante, las ecuaciones han prestado importantes servicios. Por cuanto las relaciones que existen entre los factores manejados son constantes y cabe asimismo comprobar experimentalmente dichas relaciones, resulta posible utilizar ecuaciones para resolver específicos problemas técnicos. Nuestra moderna civilización occidental es, en gran parte, fruto de ese poder recurrir, en física, a las ecuaciones diferenciales. Entre los factores económicos, en cambio, no hay, como tantas veces se ha dicho, relaciones constantes. Las ecuaciones formuladas por la economía matemática no pasan de ser inútil gimnasia mental y, aun cuando nos dijeran mucho más de lo que efectivamente expresan, no por ello resultarían de mayor fecundidad”. 

Esta postura también la compartía su discípulo más prominente, que fue Hayek. Por su parte, este autor, en su ensayo sobre la teoría de los fenómenos complejos, menciona que las ciencias naturales tratan con fenómenos simples que siguen una regularidad (piénsese en cualquier ley física por ejemplo) y por tanto podemos tener una predicción exacta sobre este tipo de fenómenos. Todo lo contrario-dice Hayek- sucede en las ciencias sociales, ya que esta estudia fenómenos mucho más complejos como la mente humana y la sociedad, donde ya resulta mucho más difícil hacer predicciones exactas. 

De esta manera podríamos decir que la principal crítica que realizan estos autores a la econometría es que esta pretende predecir de una manera mecánica y cuantitativa los efectos que podría llegar a tener, por ejemplo, la implementación de alguna política pública en la sociedad, ignorando por completo que la economía es una ciencia social y por tal razón es imposible realizar ese tipo de predicciones, ya que el hombre tiene libre albedrío y por ende es inviable querer encapsularlo en una función matemática.

A continuación, pasaremos a evaluar la crítica realizada por la escuela austriaca. 

En primer lugar, debemos de aceptar que la economía es sobre todo una ciencia social y, por ende, no podemos pretender realizar el tipo de predicciones determinísticas que encontramos en las ciencias naturales ya que la economía -según los austriacos- es ante todo el estudio de la acción humana y el accionar del hombre es libre y no determinística. 

Sin embargo, que el hombre tenga libre albedrío no elimina el hecho de que todos actuamos en una sociedad que muchas veces nos condiciona a actuar de una determinada manera y, por ende, se podrían dar patrones de conductas regulares y es en función a estas que la econometría puede funcionar. Que el ser humano sea libre no quiere decir que sea totalmente impredecible. 

Además, todo aquel que haya tenido un curso de econometría sabrá que a todo modelo se le incorpora un término de error que representa un número de variables independientes que no fueron puestas explícitamente en el modelo de regresión. De este modo, todo modelo econométrico reconoce que hay siempre un margen de error. 

Es por esto que la crítica austriaca no invalida por completo a la econometría ya que si bien esta es formulada en un tipo de relaciones determinísticas, también reconoce que hay una posibilidad de error y, por tanto, el libre albedrío o alguna otra consideración que no quede formulada de manera explícita en la regresión puede caber dentro de ese término.

Enfoque positivista

Por otra parte, hay un grupo de economistas que no invalidan por completo a la econometría, pero reconocen sus límites ante algunos economistas que dan un excesivo alcance a esta ciencia, pretendiendo dar un enfoque positivista a la economía cayendo así en el otro extremo: el de pretender matematizar absolutamente todo el accionar humano. 

Quizás algún lector crea que este tipo de posturas son muy extremistas y es difícil que se den, pero para muestra, un botón. El economista Milton Friedman, ganador del Premio Nobel en el año 1976, dice lo siguiente en un ensayo titulado La Metodología de la Economía Positiva: “En una palabra: la economía positiva es o puede ser una ciencia ´objetiva`, precisamente en el mismo sentido que cualquiera de las ciencias físicas”. 

Ante tamaña aseveración podemos citar al economista Ernst Schumacher, que menciona cuanto sigue en su obra Lo pequeño es hermoso: “La gran mayoría de economistas todavía persiguen el absurdo ideal de hacer su ´ciencia` tan científica y precisa como la física, como si no hubiera ninguna diferencia cualitativa entre los átomos sin cerebro y los hombres hechos a la imagen de Dios”. 

Quizás alguien pueda pensar: “es cierto, lo que plantea Friedman es algo erróneo, pero eso solo queda en algo meramente teórico, no tiene porqué repercutir en el aspecto social”. Lo cierto es que las ideas tienen consecuencias, ergo toda idea o ideología económica tiene sus consecuencias. Si es cierto lo que nos cuenta tan campantemente Friedman, ¿cómo es que los economistas no pudieron predecir la crisis del 2008?

Citando a Paul Krugman en su artículo ¿Cómo se equivocan tanto los economistas?, se nos dice: “Tal como yo lo veo, la profesión económica se descarrió porque los economistas, como grupo, confundieron la belleza, revestida de matemáticas de aspecto impresionante, con la verdad”. 

Y es que en su intento de hacer de la economía una “ciencia dura”, muchos economistas caen en el error de plantear supuestos contrarios a la realidad -no simplemente “simplificadores” de la realidad como se le enseña a un estudiante de economía- con tal de que todo encaje en unas funciones matemáticas bonitas y bien comportadas para poder realizar todo tipo de artificios matemáticos con los que “jugar”. 

En el mismo artículo, Krugman continúa diciendo: “Desafortunadamente, esta visión romántica y aséptica de la economía llevó a la mayoría de los economistas a ignorar todas las cosas que pueden salir mal. Hicieron la vista gorda ante las limitaciones de la racionalidad humana que a menudo conducen a burbujas y estallidos; a los problemas de las instituciones que se vuelven locas; a las imperfecciones de los mercados, especialmente los mercados financieros, que pueden causar que el sistema operativo de la economía sufra colapsos repentinos e impredecibles; y a los peligros creados cuando los reguladores no creen en la regulación”.

Hay que aclarar que de ningún modo estamos rechazando la validez de la matemática o la econometría. Simplemente reconocemos, como Aristóteles, que la virtud se ha de encontrar en un punto medio entre dos vicios: el primer vicio que queremos evitar es el de rechazar completamente todo análisis matemático aplicado a la economía y el segundo es el de querer absolutizar el uso de las matemáticas en la economía. 

El justo medio sería reconocer que es imposible modelizar la conducta humana en su totalidad mediante las matemáticas, pero que esto no nos debe impedir utilizar esta valiosa herramienta para que nos aporte valor científico a nuestras teorías en su respectiva medida. 

Es decir, la econometría y la matemática deben de ser un medio, no un fin en sí mismo, para la ciencia económica.

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