De los 6,6 millones de habitantes que conforman la población total, un 62,2% reside en áreas urbanas, según los datos más recientes del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Dentro de estas zonas urbanas, el 60,4% son migrantes internos, lo que refleja una fuerte tendencia de desplazamiento dentro de nuestro territorio.
Este fenómeno contrasta con la baja incidencia de migrantes internacionales, que representan apenas el 0,4% de la población urbana.
Los migrantes internacionales tienden a ser más jóvenes que los residentes, pues la edad promedio es de 29,6 años, mientras que los pobladores locales alcanzan un promedio de 31,1 años. Las mujeres constituyen una ligera mayoría en ambos grupos, con el 52% de los migrantes y el 51,6% de los residentes.
En cuanto a la educación, los migrantes presentan un promedio de 11,7 años de escolaridad, superior a los 10,4 años registrados entre los residentes. Esta brecha también se observa en el porcentaje de personas con estudios secundarios o superiores, donde los migrantes alcanzan el 65,1%, frente al 52,3% de los residentes.
Con base en la encuesta de hogares realizada entre los años 2019 y 2020 revela la proporción de empleadores entre los migrantes (incluidos nacionales e internacionales) con la de los residentes. En los siete países analizados, los migrantes urbanos tanto con altos como con bajos niveles de escolaridad tienen un 25% menos de probabilidades que los residentes urbanos de ser empleadores.
La brecha más grande de esta muestra justamente se encuentra en los trabajadores de baja escolaridad de Paraguay, donde el 5,4% de los trabajadores residentes son empleadores, en comparación con solo el 1,1% de los trabajadores migrantes.
IMPACTO ECONÓMICO
El papel de los migrantes en la economía también se refleja en sus roles familiares y en la estructura de los hogares. El 34,1% de los migrantes son jefes de familia solteros, una proporción mayor que el 19,2% observado entre los residentes. Además, el tamaño promedio de los hogares es de 3,9 personas para residentes, similar al de los residentes (3,8 personas). Por otro lado, ambos grupos tienen un promedio de 1,4 hijos menores de 15 años por hogar.
Con estos datos de prevalencia de migrantes internos dan cuenta de la importancia de las políticas públicas que promuevan el desarrollo equitativo entre las regiones rurales y urbanas, ya que esto podría contribuir a reducir la presión sobre las áreas urbanas y garantizar más oportunidades.