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13 de noviembre de 2025

Agricultura y consumo concentran el 34% de los créditos totales

La agricultura mantiene su protagonismo en la demanda de créditos, al igual que el consumo comienza a tener más participación. Según datos del BCP, ambas carteras ya concentran el 34% del total de préstamos del sistema financiero, por un valor de USD 8.250 millones, reflejando el peso del campo y el creciente dinamismo en los hogares paraguayos.

Históricamente, la agricultura se posiciona como el principal motor de demanda de créditos dentro del sistema financiero, impulsada por la naturaleza misma de su actividad. 

Es sabido que el ciclo productivo del campo requiere inversiones intensivas en maquinaria, infraestructura y una constante reposición de insumos para cada nueva campaña, lo que convierte al sector en un tomador natural de grandes volúmenes de financiamiento.

En línea con esta tendencia, la cartera agrícola alcanzó los G. 30,1 billones (USD 4.130 millones) al cierre de julio, registrando un crecimiento interanual del 13%. Este desempeño refleja la estabilidad y el peso histórico del agro como receptor de créditos, consolidando su rol en la generación de actividad económica y en la atracción de recursos del sistema financiero, según datos del Banco Central del Paraguay (BCP).

No obstante, el dinamismo del consumo comienza a marcar un contrapunto interesante. Los préstamos destinados a este segmento también totalizaron G. 30 billones (USD 4.100 millones), con un crecimiento del 20% respecto al mismo periodo del año anterior. 

Este salto, más acelerado que el observado en el agro, muestra cómo los hogares paraguayos recurren cada vez más al financiamiento formal para adquirir bienes y servicios, mejorar su calidad de vida o reestructurar compromisos financieros previos.

Al sumar ambas carteras –agricultura y consumo–, el monto asciende a USD 8.250 millones, lo que equivale a un 34% del total de préstamos concedidos por el sistema financiero, que ronda los USD 24.000 millones. La lectura de estas cifras abre un contraste claro: mientras el agro mantiene su protagonismo histórico como un sector estructuralmente dependiente del crédito, el consumo emerge como un nuevo motor de expansión, asociado al crecimiento del ingreso de los hogares y a la profundización de la bancarización.

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