La participación de la informalidad en la estructura económica de Paraguay se incrementó con los últimos dos difíciles años que nos tocó afrontar.
La también denominada “economía subterránea” se estima que representa hoy en día el 46% del producto interno bruto (PIB) del país, con un aumento de 5 puntos porcentuales respecto al nivel que se registraba en el 2018.
Estos fueron los principales resultados que presentaron la organización Pro Desarrollo Paraguay y la consultora Mentu, en un evento virtual que organizó la fundación Desarrollo en Democracia (Dende).
Se calcula que la economía informal en Paraguay tiene actualmente un valor aproximado de USD 16.500 millones. A modo de comparación, vale recordar que el tamaño del Presupuesto General de la Nación (PGN) que se discute actualmente en el Congreso – para el funcionamiento de todo el Estado – es de solamente USD 13.000 millones.
Así, se puede notar que las actividades económicas al margen de la ley mueven más dinero que el aparato estatal entero.
“La economía informal es más grande que todo el sector público paraguayo. Es realmente grande y nos afecta a todos: a algunas personas que trabajan y no están dentro del marco de la ley, afecta a algunas empresas porque sus proveedores no rinden sus impuestos y a los consumidores nos afecta porque compramos productos de organizaciones que no dan ninguna garantía”, destacó Hugo Royg, director de Mentu.
La economía subterránea es el conjunto de actividades que se desarrolla al margen de la legalidad. Es decir, toda producción de bienes o servicios que se realiza al margen de las normas tributarias o legales, en general.
La misma incluye tanto actividades lícitas como ilícitas. En el caso de las primeras, se dan trabajando al margen de alguna ley, ya sea laboral, pago de impuestos o algún otro tipo de exigencia.
Comparación con el mundo
Durante la presentación del estudio, Sebastian Acha, director ejecutivo de Pro Desarrollo, explicó que la economía subterránea es un fenómeno que existe en todo el mundo; incluso en polos desarrollados como la OCDE. Sin embargo, los porcentajes sobre la economía de los mismos oscila solamente entre el 3% y el 9%, muy por debajo de lo que es en Paraguay.
Destacó además que las tasas tributarias en Paraguay son mucho más bajas que en casi todo el mundo y eso hace que la comparación sea todavía más grave; ya que con la baja presión impositiva de nuestro país, la evasión alcanza grandes niveles y la economía subterránea llega a ser casi la mitad del PIB.
Refirió que Paraguay tiene una política de incentivos que es muy interesante y lo que se trata de hacer es ampliar la base contributiva, para que más gente pueda participar de la formalización y pueda estar preparada para el próximo choque a la economía que vaya a llegar.
¿Cómo está la evasión?
Por su parte el titular de la Subsecretaría de Estado de Tributación (SET), Oscar Orué, apuntó que desde el punto de vista del consumo se calcula que la recaudación del Impuesto al Valor Agregado (IVA) tiene actualmente una evasión del 30%, lo que representa unos G. 4 billones por año.
Adelantó que está realizando un estudio para medir las evasiones en el impuesto a la renta, que próximamente se publicará.
Refirió que el gran desafío que tiene hoy en día el Estado es hacer llegar la información a todos los ciudadanos para que se puedan formalizar; ya que, con las últimas implementaciones de simplificación, el proceso se ha tornado más sencillo.
Sin embargo, destacó que la responsabilidad no es solamente del gobierno, sino también del sector privado.
“Tenemos gente ya formalizada que no cumple con las reglas y hay acciones que hacen a los efectos de pagar menos impuestos. Tuvimos un caso en el que detectamos una empresa de venta de facturas falsas, por ejemplo”, dijo Orué.
Años económicos malos
El incremento de la proporción de la economía informal del país se dio en un contexto de dificultades económicas que generó la “tormenta perfecta”, en el 2019, y el estallido de la pandemia, en el 2020
El año pasado, el PIB se estancó – o no logró crecer – como consecuencia de los efectos de las condiciones climáticas adversas, el deterioro de los países vecinos, el cambio de Gobierno y los menores precios de commodities.
Para el cierre del presente ejercicio anual, se espera que el PIB sufra una caída de 1,5%, a causa de los duro golpe que significó la emergencia sanitaria por el nuevo coronavirus.
