Sao Paulo, 29 sep (EFE).- Brasil encara un crecimiento más robusto de lo esperado, desempleo a la baja y una aparente salud fiscal, pero la economía puede ser una manzana envenenada para el vencedor de las elecciones del domingo, en las que se miden el presidente Jair Bolsonaro y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Los favorables números económicos podrían ser tan solo un espejismo en un país que sigue aún recuperándose de los efectos de la pandemia y de la guerra en Ucrania, tales como una inflación disparada y la deuda por las nubes.
«BOMBA FISCAL»
Bolsonaro, quien según todos los sondeos perderá las elecciones frente a Lula, concluirá su primer mandato con un Brasil más endeudado que cuando asumió el poder (equivalente al 77,6 % del PIB en el pasado julio) y dejará lo que los economistas han tildado de «bomba fiscal».
«Parece que estamos en una situación buena, de alivio fiscal, pero se trata solo de un fotograma, cuando vemos la película completa observamos varias amenazas preocupantes para 2023», dijo a Efe la economista Julliana Damasceno, analista de la consultora Tendencias.
Diversos economistas consultados por Efe coinciden con Damasceno en que los gastos se encuentran contenidos y existen demandas sociales que presionarán el presupuesto y la situación fiscal del país.
Como ejemplos, Damasceno citó la más que probable manutención de las ayudas sociales de 600 reales mensuales (unos 115 dólares) a los pobres o una posible subida salarial a los funcionarios, cuyas nóminas están congeladas desde 2017.
Ninguna de las dos propuestas se encuentran en el borrador del presupuesto enviado por el Gobierno de Bolsonaro al Congreso, pero la presión social puede hacer que su aprobación sea inevitable.
«Muchos problemas están siendo empujados para el año que viene, principalmente en la parte fiscal», alertó a Efe Bráulio Borges, economista de la Fundación Getulio Vargas (FGV) y de la consultora LCA.
UN PIB ROBUSTO EN 2022 Y FRENAZO PARA 2023
De acuerdo con Borges, las «bondades» que el Gobierno de Bolsonaro ha otorgado en términos fiscales para estimular la economía en pleno año electoral comprometerán la economía del país los próximos años.
El PIB brasileño creció un 1,2 % en el segundo trimestre de 2022, por encima de las expectativas, y empujó al Gobierno a elevar las previsiones para este año del 2 % hasta el 2,7 % anual.
«Ese crecimiento ha sorprendido mucho, pero en parte tiene que ver con la propia política fiscal superexpansionista que el Gobierno está promoviendo para conseguir su reelección», declaró Borges.
El mercado prevé un leve crecimiento del 0,50 % en 2023. El frenazo, resaltó el economista, será un también un reflejo diferido de la política monetaria llevada a cabo por el Banco Central para contener la inflación.
«La política monetaria va a tener impacto más fuerte (en la economía) a finales de este año y principalmente el año que viene», explicó.
INTERESES E INFLACIÓN ELEVADOS
La tasa de interés escaló desde el 2 % en marzo de 2021, un mínimo histórico por la pandemia, hasta el 13,75 % este mes, su mayor nivel desde 2016.
La incesante subida de los intereses por parte del Banco Central ha conseguido frenar, en parte, el avance de la inflación, la cual cerró agosto en el 8,7 % interanual tras haber superado los dos dígitos.
No obstante, a la moderación de los precios también contribuyó la reducción de impuestos a los combustibles anunciada por Bolsonaro de forma polémica tan solo algunos meses antes de los comicios en los que buscará su reelección.
Alba Santandreu