Ciudad de México, 24 oct (EFE).- En México, las cárceles «están en un punto de no retorno» porque dejaron de ser la vanguardia en justicia y se han constituido como activos de grupos de poder hasta convertirse en empresas criminales, dijo en una entrevista con EFE el experto en criminología y política criminal Enrique Zúñiga Vázquez.
«Desde hace mucho tiempo dejaron de cumplir su función fundamental y prácticamente lo único que hacen en este momento es alojar los cuerpos de las personas cautivas y de ahí se derivan una serie de situaciones en su interior», expuso Zúñiga Vázquez, autor del libro «La pelea por los infiernos. Las mafias que se disputan el negocio de las cárceles en México» (Grijalbo, 2022).
En el libro, el investigador analiza el peso específico que las prisiones tienen en el sistema criminal de México y desvela la guerra oculta y el botín inmenso que se disputa en estos lugares.
Para escribirlo, recopiló y rememoró su labor como criminólogo para la Subsecretaría del Sistema Penitenciario de la Ciudad de México (2010-2013), así como visitador adjunto del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura y en la Dirección de Supervisión Penitenciaria Visitador de Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) de México, entre otros.
Como testigo directo de la situación de las cárceles en México, se dio a la tarea de escribir un libro «único» que «denuncia», pero que también es «archivo y memoria».
CÁRCELES EN MÉXICO, UNA FICCIÓN
Zúñiga Vázquez expuso que desde 2006 los especialistas dejaron de entrar a hacer estudios a las cárceles por el peligro y solo se hicieron estudios «convenientes», y ahí fue donde él encontró un vacío de información y a la vez un filón para investigar.
Por ello, mediante su texto, busca que los lectores se enteren de «la gran ficción que implica la prisión, la criminalidad, los prisioneros», ya que todo esto, dijo, «termina siendo una construcción ideológica».
Señaló que una de las interrogantes de la sociedad es saber qué hay detrás de esos muros y la respuesta es un vacío que muchas veces se llena con discursos.
«Hablan sobre la realidad de las cárceles, pero lo hacen desde una visión ideológica, con una visión parcial o de lugares que nunca han pisado», argumentó.
«Y si la sociedad pudiera entrar y observar lo que ocurren adentró irían cayendo muchos mitos», agregó.
Precisamente en el libro, el investigador cuenta algunas historias de las cosas que se ven en prisión y que muchas veces generan impacto y que, incluso, hasta a él mismo le sorprendían aunque había visto muchas cosas trabajando para el Sistema Penitenciario de la Ciudad de México.
«Cuando las veía a veces decía: esto es irreal, o no sabía si estaba sucediendo», confesó.
Y como ejemplo citó a las mujeres recluidas en el penal de Topo Chico, en la norteña ciudad de Monterrey, en el estado de Nuevo León.
«Estaban totalmente hacinadas y durmiendo entre 50 y 60 personas en el suelo en una celda, inclusive con sus bebés, mientras las mujeres que controlaban ese lugar vivían en celdas de una o dos personas», narró.
Otro ejemplo es que el cartel de Los Zetas, que controlaba una prisión de Coatzacoalcos, estado de Veracruz, tenía prácticamente un zoológico en la prisión, «algo irreal o hasta surrealista».
O, como en el penal de Pachuca, capital del estado de Hidalgo, donde vio cómo unos internos andaban en una motocicleta en el área.
«Andaban en su moto, de fiesta, mientras la autoridad no hacía nada», expuso.
Además, también fue testigo de los lujos en muchas de las celdas donde viven los grandes capos y que son lugares totalmente acondicionados para vivir.
REPENSAR EL SISTEMA
Para el defensor de derechos humanos y de personas privadas de la libertad, las cárceles «son lugares que no debieran existir y también deberían generarse políticas públicas diversas y que la cárcel fuera el último momento para intervenir, pero no utilizarla como un factor primordial para que se lleven a cabo estos procesos de justicia social».
Además, el autor cuestiona si, como sociedad, puede pensarse en un sistema de justicia sin las cárceles.
«La mayoría de las personas dicen que no, piensas en un sistema de justicia y de inmediato imaginas las prisiones, pero estas no siempre existieron, hubo otros tiempos distintos y la pena se daba de otra manera», expuso.
Recordó que las prisiones en México, Suramérica y Norteamérica «se manejan bajo una lógica un tanto diversa, diferente pero que también muestra exactamente lo mismo: en esos lugares están las mismas personas y viven la misma realidad, la segregación».
«Se criminaliza y se castiga la pobreza. Para mí, las prisiones, desde hace mucho tiempo están en un punto de no retorno y tendríamos que aplaudir, no cuando se abren cárceles, sino cuando se cierran porque de alguna manera eso demuestra que se pueden hacer las cosas de diferente manera», finalizó.