Brasilia, 25 abr (EFE).- El presidente del Banco Central de Brasil, Roberto Campos Neto, insistió este martes en que las altas tasas básicas de interés del país responden a la «realidad» y son fundamentales para impedir una disparada de la inflación.
Campos Neto se defendió en una audiencia en la Comisión de Asuntos Económicos del Senado, que por ley goza de autonomía, de las críticas del presidente del país, Luiz Inácio Lula da Silva, quien afirma que los altos tipos atenazan el crecimiento, que se calcula en torno a un insuficiente 1 % para este año.
La tasa básica de interés, fijada por el Banco Central, se sitúa hoy en un 13,75 %, su mayor nivel desde enero de 2017, y según dijo Campos Neto es lo que ha permitido que la inflación se mantenga en torno al 5 % anual, la menor en los últimos dos años.
El presidente del Banco Central reiteró que la política de altos intereses aplicada desde 2022, «en pleno año electoral», es lo que ha controlado la inflación y dijo que la situación sería «peor» si se maneja el asunto con una mirada «política» y no «técnica».
Garantizó que, «sin esos movimientos», Brasil no habría cerrado 2022 con una inflación del 5,8 %» y apuntó que, según cálculos de la institución, la tasa interanual hoy superaría el 10 % y obligaría a aplicar unos tipos de interés superiores al 18 %.
En opinión de Campos Neto, los tipos solo entrarán en una «curva descendente» una vez que el Gobierno controle su crónico déficit fiscal y disminuya su deuda bruta, equivalente a cerca del 73 % del producto interno bruto (PIB).
Consideró que ese nivel de deuda «no es explosivo», pero señaló que «es alto» y apuntó que «un endeudamiento elevado también lleva a intereses elevados».
El jefe del Banco Central elogió una propuesta del Gobierno, que aún será analizada por el Parlamento y propone nuevas normas para controlar el gasto público, suavizar el déficit y el aumento de la deuda.
«Correcciones de ese tipo ayudan», dijo, pero insistió en que no es posible predecir que generen la inmediata caída de los tipos que exige el actual Gobierno progresista, que acusa al Banco Central de «prolongar» el «neoliberalismo» promovido por el expresidente Jair Bolsonaro, ultraderechista que dejó el poder el 1 de enero.