Montevideo, 10 may (EFE).- Un bolso elegante de tela se transforma en trapo de piso, un cúmulo de plásticos en paredes o un cajón destruido en uno nuevo preparado para repartir botellas. Así es la economía circular, que no para de crecer en Uruguay y que cada vez más pretende marcar la agenda política hacia un futuro verde.
Desde pequeños emprendedores hasta grandes empresas e iniciativas públicas, la economía circular va encontrando su espacio en el país suramericano y alumbra un camino en el que la estética, el cuidado, la responsabilidad ambiental y la ganancia económica van de la mano.
JUNTAS EN UNA COOPERATIVA VERDE
Mariela De Facio integra la cooperativa de mujeres Nido, que busca generar, instruir y apoyar pequeños emprendimientos, sobre todo liderados por mujeres.
Desde el Mercado Costero, lugar ubicado en Canelones (sur) y hecho completamente de materiales reciclados, cuenta a Efe esta aventura del emprendimiento circular que aúna buen diseño y cuidado del medioambiente.
«Me parece interesante pensar en tener un foco en el cuidado del medioambiente. Yo necesito pensar que, si cuido el medioambiente, tengo que lograr tirar lo menos posible. Tengo que extender la vida útil del producto y, para eso, hay a nivel de diseño estrategias donde tomo decisiones de qué usar, cómo usar y de qué manera lo llevo para que ese producto tenga una impronta», explica.
Al acceder a la cooperativa, impacta la variedad de productos que ofrece: ropas, artesanías, mates, adornos, mesas e incluso bebidas alcohólicas forman parte de este nido de oportunidades.
Ahora el mensaje que busca hacer llegar al público es que se acerque, que sepa que estos pequeños empresarios hacen productos de calidad, que cuidan el medioambiente y que, con su compra, ayudan a personas que hoy, más que nunca, necesitan crecer.
PLÁSTICO: PARTE Y SOLUCIÓN DEL PROBLEMA
En Uruguay, pese a su alto grado de contaminación, existe poca cultura del reciclaje. Sin embargo, hay empresas que buscan nuevos caminos y que, aun sabiendo que son parte del problema, buscan soluciones.
Así, la empresa de plásticos industriales y de hogar ATMA lleva años desarrollando estrategias para la reutilización de sus termoplásticos.
«Las cajas plásticas, como la de cerveza, leche, agro, se van rompiendo y hace mucho tiempo ideamos un sistema de logística inversa con nuestros clientes que, en la medida que se rompen tus cajas, yo te las compro y hacemos cajas nuevas», señala a Efe su gerente de Operaciones, Agustín Tassani.
Lo que empezó como una reducción de costos hoy ya es un camino trazado por la empresa, que ve que hay un fuerte mercado que apuesta a ello.
Si bien por ahora solo lo hacen con cajones -más del 70 % de ellos son producidos con material reciclado-, la idea es también ir hacia los productos del hogar.
Tassani también preside el Centro Tecnológico del Plástico, un consorcio formado por varias instituciones que, entre otras cosas, pone el foco en el trabajo con material reciclado.
«No nos interesa que el plástico esté flotando en el mar o que termine en los ríos. Nos interesa que vuelva y que se pueda reciclar», resalta Tassani, quien recalca que el plástico «no es el enemigo».
UN NORTE PARA LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
Según explica a Efe el representante de la oficina regional de la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI) en Uruguay, Manuel Albaladejo, el organismo da cooperación técnica en economía circular a proyectos que revaloricen los residuos, o colaboran en la transición de empresas hacia la circularidad.
Como Uruguay cambió su matriz energética y apostó a las renovables en los últimos años, cuenta con una buena base para implementar medidas como la electromovilidad; sin embargo, también tiene el desafío de ir más allá en la industria verde, como el desarrollo del hidrógeno.
«La circularidad alcanza mucho más de lo que uno podría esperar. Uno de los patrones que emerge de los premios es cómo el tema de la economía circular está traccionando un modelo de negocio que es mucho más solidario y está liderado con mujeres empresarias», enfatiza.
Pese al desarrollo, el representante de ONUDI entiende que es tiempo de que las instituciones «se abanderen» y no queden ancladas a la espera de ayuda internacional, si bien reconoció que Uruguay y Chile son dos países «que están a la cabeza».
Por su parte, Federico Baraibar, del equipo de Residuos del Ministerio de Ambiente uruguayo, enfatiza a Efe que, si bien todavía no puede hablarse de una política de Estado, la economía circular no ha variado pese al cambio de Gobierno en 2020.
La cartera de Ambiente creó, dentro del Plan Nacional de Residuos, Uruguay + Circular, que, junto a otras organizaciones, busca que el país vaya hacia el enterramiento cero.
Las metas trazadas son llegar al 50 % de envases recuperados (hoy es menos del 5 %) y mejorar las cifras de residuos domiciliarios (12 %) e industriales (70 %) para 2025.
«La economía circular como política de Estado tiene que ser un norte, es algo que de a poco se va instalando», concluye.
Federico Anfitti