Lima, 20 sep (EFE).- A pesar de haber superado un pedido de destitución en el Congreso, el presidente de Perú, Martín Vizcarra, muestra el desgaste y la debilidad política de no contar con una bancada parlamentaria ni un partido que lo respalde cuando faltan diez meses para concluir su período de gobierno.
Vizcarra superó este viernes una nueva crisis de su corta gestión, que comenzó en marzo de 2018, luego de que el pleno del Legislativo rechazó una moción para que sea destituido por una presunta «incapacidad moral» para seguir en el cargo.
Los analistas coinciden en que esta crisis, vinculada con un presunto caso menor de corrupción, ratificó la debilidad política del gobernante y dejó abierta la posibilidad de que se presenten situaciones similares durante los próximos meses, cuando comenzará la campaña hacia las elecciones generales de abril de 2021.
Sin embargo, también hay consenso en que la opinión pública jugará un rol muy importante en lo que suceda, ya que el principal capital de Vizcarra es una aceptación ciudadana que se mantiene por encima del 50 %, a pesar de la crisis sanitaria, económica y política que afronta Perú.
CRISIS TRAS CRISIS
En el plano de la política y sus cabildeos, los analistas remarcan que muchos de los votos contra la destitución se emitieron para conciliar con la ciudadanía, que reclamaba no profundizar la crisis sanitaria y económica generada por el durísimo impacto de la epidemia de la COVID-19.
Con más de 762.000 casos y 31.000 fallecidos, así como una crisis económica que puede cerrar este año con una caída de 12 % en el PIB, la destitución del gobernante pudo abrir un flanco de profunda inestabilidad social y política, con el riesgo de afectar la celebración de las elecciones ya convocadas por Vizcarra.
A esta situación se sumaron las fracturas e inestabilidades de las agrupaciones políticas, que mostraron sus discrepancias internas luego de que algunas de sus más reconocidos representantes desacataran las directivas de sus líderes.
Sin embargo, para el escritor y analista político Mirko Lauer este escenario podría ser aprovechado para comenzar «un periodo de búsqueda de coexistencias», que busque frenar el enfrentamiento casi permanente que se da entre el Ejecutivo y el Legislativo desde que el economista Pedro Pablo Kuczynski asumió al poder en julio de 2016, con Vizcarra como vicepresidente.
«Una parte de esto se podría obtener si el Congreso logra no ver lo sucedido como una derrota, y si Vizcarra se abstiene de tratarlo como una victoria. No les va a ser fácil, pues ambas actitudes positivas exigirían, para usar una expresión de estos tiempos, nuevos protocolos», comentó Lauer en el diario La República.
Más allá del desgaste que afronta Vizcarra, quien reemplazó a Kuczynski en marzo de 2018, Lauer consideró «inexacta» cualquier opinión que considere que el gobernante es ya «un muerto en vida», ya que una mayoría de peruanos lo seguirá considerando «la mejor opción frente a la crisis».
DÍAS DE PERFIL BAJO
A diferencia de ocasiones anteriores, cuando el mandatario resaltó públicamente sus victorias frente al Congreso, Vizcarra ha mantenido un perfil bajo y se concentra en supervisar la lucha contra la COVID-19 en diferentes regiones del país.
Este domingo, durante una visita a la región central de Junín, reiteró que su país no debe perder tiempo en «discusiones estériles entre políticos» y consideró que la unión que muestran las regiones frente a la epidemia es «una lección» para la clase política.
Sin embargo, un futuro escenario de estabilidad no parece ser muy factible e incluso Lauer consideró que el clima de «cargamontón multipartidario hacia los más variados temas se va a restablecer en muy poco tiempo» y que, en ese contexto, «el blanco de casi todos seguirá siendo Vizcarra, ahora debilitado».
Esta situación es tan evidente que el legislador Alberto de Belaunde, quien integra el centrista Partido Morado, uno de los más cercanos al mandatario, remarcó que la ultima crisis ha mostrado una «ausencia de liderazgo» que su país necesita.
INVESTIGACIONES EN MARCHA
La continuidad de Vizcarra en la jefatura del Estado no implica que se detengan las investigaciones que se siguen en su contra por sus aparentes intentos de ocultar sus vínculos con la contratación irregular de un histriónico personaje, el cantante Richard «Swing» Cisneros, en el Ministerio de Cultura.
Aunque el gobernante niega cualquier irregularidad y ha manifestado su disposición de responder a cualquier requerimiento de la Fiscalía, a pesar de que su cargo le otorga inmunidad, el avance de las investigaciones promete revelaciones que pueden volver a crispar el escenario político en las próximas semanas y meses.
Ya en las últimas horas se supo que la fiscal anticorrupción a cargo del caso, Janny Sánchez, maneja la tesis preliminar de que la contratación de Cisneros se habría dado por recomendación de Vizcarra.
Con un gobernante debilitado, y un Congreso que mantiene sus pugnas internas y una muy baja aprobación en la ciudadanía, De Belaunde concluyó que «la inestabilidad política, lamentablemente, va a continuar» en Perú.