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22 de noviembre de 2024

Perú afronta una grave crisis política en medio de la epidemia de la COVID-19

Lima, 4 ago (EFE).- Intereses privados, rechazo ideológico y maniobras políticas ante unas inminentes elecciones generales. Sólo así se explica la decisión del Congreso peruano de rechazar al gabinete del primer ministro Pedro Cateriano, que ha vuelto a sumir al país en una grave crisis política en plena pandemia.

Perú se despertó este martes con la noticia de que, de madrugada y tras un debate de más de 20 horas, el Parlamento había negado su confianza a Cateriano, quien juró el cargo hace apenas 19 días.

De esa manera, se fuerza su inmediata renuncia, una situación inédita en la historia del país tratándose de un Gobierno propuesto y aún no vigente y una gran «irresponsabilidad» que deja a los peruanos sin Gobierno justo cuando se hace más necesario tomar medidas para contener a la COVID-19 y rescatar una economía en caída libre.

Al menos así lo han percibido la inmensa mayoría de los medios de comunicación, analistas y expertos políticos y los usuarios de las redes sociales, para quienes esta decisión del Congreso no ha podido llegar en peor momento, por motivos más espurios, ni traer una mayor incertidumbre a los ciudadanos.

UNIVERSIDADES Y CONGRESISTAS

Aún sorprendida por la decisión, la analista Adriana Urrutia, presidenta de la Asociación Civil Transparencia, y directora de la Escuela de Ciencia Política de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, apuntó a Efe que el principal responsable de esta situación han sido «los intereses» de algunos grupos parlamentarios para bloquear «la reforma universitaria».

Básicamente, varios grupos parlamentarios como Alianza para el Progreso (APP) o Acción Popular (AP) negaron su apoyo o se abstuvieron en la votación para exigir la salida del Gobierno del ministro de Educación, Martín Benavides.

Este ministro es considerado un «enemigo» por estos sectores, estrechamente vinculados a empresarios de la educación privada, por la acción con firmeza de la Sunedu, el organismo público que otorga las licencias de operación para los centros de estudios y que ha retirado decenas de permisos por la baja calidad de los mismos.

«Se hicieron primar los intereses respecto a la reforma universitaria. Aquí finalmente hay dos partidos, AP y APP, que terminaron por definir la decisión y que tendrán que responder por sus actos», enfatizó.

La analista agregó que «hay una agenda que este Congreso está queriendo poner sobre la mesa, y se sabe que hay intereses en juego en este campo. La pregunta es por qué eso debía costar la investidura. Ahora es una situación muy frágil, no se pone a los peruanos por delante, sino estos intereses».

En el mismo sentido se expresó el politólogo Fernando Tuesta, quien señaló a Efe que la votación reveló «unos intereses corporativos muy precisos que son transversales a varias bancadas», que presionaron para que Cateriano retirara a Benavides, y quienes «con una irresponsabilidad muy fuerte» no han dudado en paralizar políticamente al país en plena pandemia.

DISCORDIA MINERA

Otro aspecto que llevó a la caída de Cateriano fue su discurso marcadamente centrado en la economía y el hincapié que puso en el desarrollo de la inversión en la producción minera, con mucho el principal motor económico del país.

Esta propuesta enajenó a sectores de la izquierda parlamentaria que votaron en contra, así como a grupos ambientalistas que en las redes sociales apuntaron a que sus propuestas podrían atacar, por ejemplo, el derecho de los pueblos originarios a la consulta previa.

Así, cuando Cateriano defendió a Perú como un país minero fue criticado por diputados del partido evangélico Frepap, que indicaron que algunas zonas mineras son un «infierno» en donde los pobladores «ya no puede pescar truchas».

Ante esto, el analista Hugo Ñopo, uno de los mayores expertos peruanos en desarrollo económico, lamentó en sus redes sociales que la «izquierda que vive en Narnia» (el mundo fantástico creado por el escritor C.S. Lewis) se hubiera negado a respaldar al Ejecutivo.

«Este gabinete era visto para la izquierda como uno de derechas, y para la derecha, como uno que no era lo suficientemente de derechas, y a esto hay que añadir los otros intereses cruzados que hay, lo que hace que Cateriano estuviera debilitado, pero nadie pensaba que le iban a negar la confianza, eso es algo que nunca había sucedido», acotó Tuesta.

CAMPAÑA POLÍTICA

Para Urrutia, lo sucedido en la Congreso, donde hubo varios partidos que votaron de forma dispar, dejó en evidencia que estos trabajan «con dinámicas que responden a la ausencia de una hoja de ruta programática», lo que tiende a medidas populistas y casi de imagen personal de cada diputado, en lugar de un accionar común.

Del mismo modo Tuesta apuntó a que la votación debe analizarse en clave electoral, pues las elecciones generales ya fueron convocadas para el próximo abril y los partidos «están buscando un posicionamiento» ante la ciudadanía.

Ambos analistas coincidieron en señalar que las apuestas por el favor popular, antes que por la responsabilidad general, marcaron esta decisión legislativa.

NEGOCIAR DESDE LA DEBILIDAD

En las próximas horas, el Gobierno entero de Cateriano deberá presentar su dimisión y el presidente Martín Vizcarra tendrá que nombrar un nuevo primer ministro para poder formar un Ejecutivo, para lo que no tendrá más opción que negociar con el Congreso.

«Tendrá que negociar para empezar, y eso es lo que les interesa a los congresistas, que podrán exigir las cabezas de algunos ministros… Pero una cosa es recibir la demanda de los ‘lobistas’, y otra conseguir lo que se pide. ¿Quién querrá ser primer ministro?. ¿Para Educación?, allí tienen muy claro el perfil de lo que exigen, hay poco margen… ¿Y negociar con quién?, es un Parlamento muy fraccionado….», razonó Tuesta.

Urrutia indicó, por su parte, que el primer ministro que surja en las próximas horas deberá tender puentes y abrirse al diálogo, pero esto también complica a un presidente que «no tiene partido ni cuadros cercanos».

«Repetir ministros sería confrontacional, al menos repetir a muchos, y ya no puede disolver el Congreso…Y el Gobierno no tiene partido, eso es lo que pasa», concluyó.

Álvaro Mellizo

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