Quito, 5 abr (EFE).- El ministro de Finanzas de Ecuador, Mauricio Pozo, asegura que su país quedará en orden financiero de cara al cambio de Gobierno en mayo, si bien la deuda llegará hasta cerca de los 70.000 millones de dólares por las «políticas contracíclicas» aplicadas para tapar el agujero fiscal de 2020.
A menos de dos meses de la entrega del testigo al Ejecutivo que salga de las urnas el próximo domingo, Pozo está convencido de que sin llegar a dejar «la mesa servida», una expresión local para hablar de una economía saneada y pujante, el traspaso del mandatario Lenín Moreno al nuevo presidente será «en bastante mejor situación de la que se recibió hace cuatro años».
CAÍDA DEL PIB CONTENIDA
«Una economía en franco proceso de recuperación, con los indicadores principales estables, con una ruta de comportamiento con mejor imagen internacional y convenios externos», afirma en una entrevista con Efe.
«El inicio de la pandemia en 2020 tomó al país en una crisis prolongada: no tenía ahorros fiscales, ni reservas internacionales, ni espacios presupuestarios para actuar y, además requería de fondos adicionales (para salud)», describe el ministro, que llegó al cargo a principios de octubre.
Sustituyó a Richard Martínez, que gestionó la crisis financiera hasta cerrar la brecha fiscal con la ayuda de los multilaterales, de los que obtuvo más de 8.000 millones de dólares.
«Esto nos permitió sortear la crisis de mejor forma y que la caída (del PIB), prevista en 10,9 %, terminara en el 7,8 %», matizó.
Una caída con un severo impacto social que el Gobierno trató de frenar con la llamada Ley de Apoyo Humanitario para evitar el quiebre de empresas, pero que es muy criticada desde la oposición por la flexibilización que dio a los empleadores.
Y es que la pandemia castigó los índices de empleo y condujo a la pobreza a cientos de miles de ecuatorianos.
DEUDA EXTERNA
Castigada también estuvo la imagen crediticia de Ecuador, cuando en abril de 2020 llegó a un quasi «default» con los tenedores de bonos.
«Vamos a cerrar con una deuda que representa 2.000 millones menos de intereses anuales, con una estructura en la que el 42 % es deuda con multilaterales, es decir, en condiciones muchos más ventajosas», explicó Pozo.
«El ahorro para el siguiente Gobierno es muy importante. Hay una baja de capital de 1.540 millones y el ahorro de intereses de un promedio de la deuda con tenedores de bonos del 9,2 % al 5,3 %», precisó.
Aun así, en su conjunto, la deuda crecerá «a cerca de 70.000 millones» de dólares, lo que supone un crecimiento con respecto a 2017 de unos 15.000 millones.
La renegociación supone que el próximo presidente, el correísta Andrés Arauz o el centroderechista Guillermo Lasso, tendrá un primer año casi sin compromisos y tres adicionales con una deuda «manejable».
Después habrá que confiar en la recuperación de la economía nacional hasta 2025.
Pero el ahorro en los intereses, junto al mejor comportamiento de las exportaciones no petroleras, que tocaron un récord de casi 15.000 millones en 2020, y el más que curioso crecimiento de las remesas de migrantes, unos 3.338 millones, otro récord histórico, contribuyó a frenar el impacto de la pandemia en el PIB.
CARAS PROMESAS ELECTORALES
En una puja entre dos visiones económicas radicalmente opuestas, ambos candidatos presidenciales se han embarcado en promesas para captar votos que pueden no ser tan viables.
«El 24 de mayo habrá nuevo Gobierno y el 31 tendrá que pagar 800 millones en salarios públicos, transferir recursos a la Seguridad Social y Gobiernos seccionales, pagar financiamiento externo para que no se suspenda el crédito para los apoyos a los sectores más vulnerables», advierte el ministro.
«Creo que les va a obligar a pragmatizarse mucho, a ser mucho más realistas de las cifras que manejan», consideró.
Aparte de millonarias ayudas sociales y préstamos para reactivar las pymes, se han planteado todo tipo de modelos, entre ellos el de echar mano a varios miles de millones de las reservas internacionales.
«Una cosa es utilizar el presupuesto del Estado, la plata del Gobierno. Otra es apropiarse de fondos ajenos», señala el ministro y explica que «el grueso del dinero es de los Gobiernos seccionales, municipios, prefecturas, ahorristas, plata que tiene la gente en los bancos, de los afiliados a la Seguridad Social».
Para Pozo, que está embarcado estos días en su última misión de pasar por la Asamblea Nacional (Parlamento) un proyecto para «proteger la dolarización», eso significaría «destruir el concepto de la acumulación de reservas para precautelar la dolarización, así que lo que hace es destruir el régimen cambiario».
PROTEGER LA DOLARIZACION
Ecuador adoptó el dólar en 2000 tras una feroz crisis bancaria que perjudicó principalmente a los ahorristas y que dejó una huella de profundo rencor hacia la banca.
Supeditado desde entonces a influencias políticas, el proyecto trata ahora de darle al Banco Central mayor autonomía para que ningún Gobierno pueda echar mano de sus depósitos.
E insiste en la necesidad de que haya «una norma que nos permita precautelar para que la plata no sea mal usada» y que «se actúe como debe actuar un Banco Central».
El proyecto, que ha pasado al Pleno de la Asamblea después de tres intentos en comisión, despierta el recelo sobre todo de la izquierda.
Pero ha conseguido que el correísta Arauz declare abiertamente un compromiso inequívoco con la dolarización (Lasso la da por hecho desde siempre), si bien siguen estando en veremos las reservas.
Otro controversia es la salida y entrada de capitales, con propuestas encontradas sobre si tasar más o menos la salida de dólares, lo que a su vez puede frenar el ingreso de inversiones.
«No es un tema policial de cuidar los recursos, sino de crear el entorno adecuado para que los recursos que están aquí se mantengan, y los de afuera vengan al Ecuador», dice el ministro.
Por ello, ante la incertidumbre del escenario pandémico, y las propuestas electorales a debate, insta a «la sensatez y la madurez», porque «si Ecuador ha tenido un problema es el de que ha perdido el norte muchas veces, en muchos cambios de Gobierno, y ha llegado una nueva Administración que creía poder inventar todo de cero todo».
Daniela Brik