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22 de noviembre de 2024

El nuevo aeropuerto de Cusco: «deuda pendiente» que amenaza al patrimonio

Lima, 4 mar (EFE).- Perú iniciará en el segundo trimestre de este año las obras para construir el nuevo aeropuerto internacional de Cusco y lo hará sin que exista aún el estudio de impacto patrimonial (EIP) que la Unesco solicitó al Gobierno con el fin de determinar los daños que el proyecto ocasionaría al Valle Sagrado de los Incas.

El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) informó a Efe que para el segundo y tercer trimestre de 2020 comenzarán el movimiento de tierras y las obras principales, respectivamente, del Aeropuerto Internacional de Chinchero (AICC), a unos 30 kilómetros de Cusco, y que será la puerta de entrada para Machu Picchu, la principal atracción turística del país.

La nueva terminal, que podría llegar a recibir unos seis millones de turistas anuales, se lee como una oportunidad de oro para reactivar la economía y «derrotar definitivamente la pobreza» en la sureña región andina de Cusco, que vive casi exclusivamente del flujo de turistas que llegan para visitar sus joyas arqueológicas.

Pero el proyecto preocupa desde su concepción a entidades patrimonialistas de alcance global que, en las últimas semanas, ante el eventual inicio de las obras, intensificaron sin éxito sus esfuerzos para poner en jaque el AICC que, según denuncian, amenaza la preservación del santuario histórico de Machu Picchu, el Qhapaq Ñan (Camino Inca) y la ciudad de Cusco, tres sitios listados como patrimonio mundial de la humanidad.

SIN ESTUDIO PREVIO

A principios de febrero, la organización internacional World Monuments Fund envió una carta al presidente Francisco Sagasti rogándole que postergue las obras hasta haber concluido el estudio de impacto patrimonial que la Unesco pidió en julio de 2019.

Unas semanas después, el Poder Judicial admitió a trámite una demanda de amparo presentada por la asociación «Unión Ciudadana por la Defensa y la Valoración del Patrimonio Cultural y del Ambiente», que exigía la paralización del proyecto ante el «daño irreparable» que puede ocasionar en el patrimonio cultural y arqueológico de la región.

El plazo de entrega del EIP a la oficina de Naciones Unidas vencía en agosto de 2021, pero el Ejecutivo ya pidió en septiembre del año pasado una prórroga para presentar el informe, que encargó a la corporación estadounidense «Cultural Site Research and Management».

En su defensa, el MTC sostuvo a Efe que los sitios patrimoniales «no están dentro del área de influencia directa» del aeropuerto y aseveró que éste «cumple con todos los estudios necesarios para garantizar la no afectación a restos arqueológicos y medioambientales».

La cartera agregó, además, que el EIP «no representa un requisito obligatorio dentro de la normativa peruana para la ejecución de obras civiles», por lo que «las conclusiones a las que se lleguen no son vinculantes».

«UNA MIRADA DE PAISAJE»

Pero «el Gobierno peruano suscribió en 1972 la convención sobre la protección del patrimonio cultural y natural y, por tanto, la Unesco sí tiene cosas que decir», afirmó a Efe José Hayakawa, presidente en Perú del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), ligado a la Unesco.

Hayakawa criticó que empezar las obras sin examinar el impacto patrimonial «es un contrasentido» concentrado «en el lucro inmediato», pues el espíritu de un EIP es «tener un elemento de juicio técnico» que permita al aeropuerto ser «la mejor versión de sí mismo».

De acuerdo con el presidente de Icomos Perú, el argumento del MTC tiene «un punto de partida incorrecto» en la medida en que ese proyecto «requiere de una concepción que vaya más allá de los vestigios materiales específicos».

«La mirada sobre la cual hay que pensar el AICC es una mirada de paisaje y no de objeto arqueológico», es decir, hay que tener en cuenta que el proyecto pretende incrementar la ya «descomunal» demanda turística de la región, que «tiene sus impactos directos» en los patrimonios, generando desgastes materiales o contaminación sonora y visual.

Hayakawa recordó que el MTC realizó en 2019 dos EIP preliminares, en los que se contabilizaron hasta 60 impactos sobre el Machu Picchu y el Qhapaq Ñan, 39 de ellos (65 %) calificados como negativos, según reveló El Comercio.

EL DUODÉCIMO MÁS ALTO DEL MUNDO

Para el abogado y jurista Julián Palacín, presidente del Instituto Peruano del Derecho Aéreo (IPDA), todas las objeciones al proyecto «se basan en temas políticos», ya que «económicamente, jurídicamente y técnicamente es viable».

Más allá de la cuestión patrimonial, el aeropuerto también causó rechazo a asociaciones de pilotos, que advirtieron que el emplazamiento reúne condiciones adversas para la salida de aeronaves, entre ellas los vientos y la proximidad de montañas.

De hecho, la nueva terminal aérea se construirá a 3.699 metros sobre el nivel del mal y ostentará la duodécima posición en el ránking de los aeropuertos a mayor altitud del mundo.

En ese sentido, el MTC detalló a Efe que un estudio elaborado por la empresa internacional Advanced Logistics Group (ALG) concluyó que «los procedimientos de vuelo diseñados son perfectamente viables».

«Hoy la tecnología de las aeronaves ha cambiado» y «ya no estamos con el Boeing 727, estamos con el A330», es decir, «hay otra tecnología que puede desenvolverse muy bien en vientos cruzados en aeropuertos de altura», dijo a Efe Palacín.

MÁS TURISTAS, MENOS POBREZA

Según el jurista, ese proyecto es la solución para mejorar la infraestructura aeroportuaria de Perú, debilitada por la «deteriorización» y la demora en la construcción de la segunda pista del Aeropuerto Jorge Chávez de Lima.

«Si queremos que crezca el turismo, tenemos que hacer que crezca la infraestructura aeroportuaria» del país y romper con el «centralismo» de Lima, dando a los turistas internacionales la posibilidad de esquivar la capital y llegar «directamente» a Cusco, añadió.

En la misma línea se expresó el MTC, que recordó que el objetivo es ampliar la capacidad aérea de la región, que se ve limitada por el actual aeropuerto Alejandro Velasco Astete, enclavado dentro de la ciudad de Cusco y sin capacidad para recibir vuelos de nocturnos.

Se estima que Chinchero impulsará y consolidará nuevas rutas internacionales directas a Cusco desde Bogotá, Buenos Aires, Panamá y Sao Paulo, entre otros importantes puntos de conexión internacional.

«Puede ser el eje internacional lowcost del turismo latinoamericano», auguró Palacín, quien se mostró convencido de que ese aeropuerto «cambiará la geopolítica» de la región.

El experto señaló, además, que «hay que pensar en la pobreza extrema de la macroregión sur» del país y defendió que ese aeropuerto es «una deuda pendiente del Estado peruano con el pueblo cusqueño».

El MTC precisó que el proyecto, que supone una inversión de más de 670 millones de dólares, pretende recibir entre 4,5 y 5,7 millones de pasajeros anuales y crear más de 2.000 empleos directos y unos 3.000 indirectos, «beneficiando a más de un millón de personas».

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