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21 de noviembre de 2024

La caída de Silicon Valley Bank y compañía, el segundo mayor fracaso bancario desde la crisis del 2007-2008

De la segunda a la tercera bancarrota bancaria más grande de la historia de EEUU, en cuestión de días. Qué pasó, dónde nos encontramos y qué podría pasar.

Una vez más, nos encontramos en medio de eventos históricos que tienen el potencial de cambiar la ruta del futuro de los mercados financieros en todo el mundo. En esta ocasión, estamos hablando del cataclismo de mercado iniciado en días de la semana anterior y hoy ya se conoce como un fracaso bancario que solo fuera superado por la crisis del 2007-2008. 

Aunque no muy reconocido a oídos de muchos, Silicon Valley Bank (SVB) se encuentra en el ojo de la tormenta de los mercados mundiales luego de haber protagonizado la mayor quiebra bancaria de los Estados Unidos desde la caída de Washington Mutual en el 2008. 

Si bien no es de tanta popularidad como sus contrapartes de la banca comercial, la institución californiana fundada en 1983 estaba ubicada como el decimosexto banco más grande del país norteamericano, lo cual es importante en una economía que cuenta con casi 5.000 instituciones bancarias. La mayoría de sus depositantes están relacionados con el sector de la tecnología, gran parte de ellos mejor conocidos como start-ups-, respaldados por importante capital de riesgo. 

Se podría decir que el colapso de SVB dio el puntapié inicial el 8 de marzo, luego del cierre de mercado, cuando la empresa anunció a sus accionistas que estarían necesitando levantar nuevo capital para manejar las pérdidas generadas en su balance a causa de las ventas de instrumentos de renta fija que el banco habría adquirido como inversiones. Sin embargo, se podría estimar que las crónicas de la muerte anunciada se veían venir relativamente desapercibidas desde mucho antes. 

Para entender un poco mejor, es importante posicionarnos en las épocas de pandemia, tiempo en el que, si recordamos, las acciones de empresas tecnológicas se encontraban en alza y las ofertas públicas, particularmente por empresas del mismo rubro, se encontraban en alta demanda. 

Como este banco se destacaba por ser la institución de preferencia para dicho mercado, los depósitos de clientes se triplicaron desde el 2018 al 2021, pasando de USD 50 mil millones a alcanzar casi USD 200 mil millones en el 2021. Pero las banderas rojas empezaron a saltar en la última presentación de balance del 2022, en el cual dichos depósitos presentaron un decrecimiento del 8,3%; esto, a causa de la gran quema de dinero ocasionada por la suba de intereses y la volatilidad inherente de los principales clientes del banco. 

Sin embargo, en la época de vacas gordas, el banco se dedicó a utilizar gran parte de este incremento de flujo de dinero en la compra de valores financieros, en su mayoría Bonos del Tesoro americano, que, usualmente, son considerados como el valor financiero de menor riesgo disponible en el mercado. 

Esto no crearía ningún problema a menos que se produjera un aumento significativo de los tipos de interés, que es exactamente lo que hemos estado viendo en el mercado en los últimos dos meses. Para controlar la inflación y otros sucesos pandémicos causados también por el bajo coste del dinero, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ha subido los tipos de interés constantemente desde el segundo trimestre del 2022 a valores muy superiores de lo que eran antes. 

Hoy en día, nos encontramos en tiempos de las tasas de interés más altas desde el primer trimestre del 2007, que es también la fecha conocida como el tentativo inicio de la última y más grande crisis financiera que el mundo ha visto en los días modernos.

Lo que esto significa en realidad es que, a medida que suben las tasas de interés, baja el valor de los bonos. Cuando los depósitos empezaron a abandonar el SVB, la entidad se encontró en una desesperada necesidad de liquidez que le obligó a vender estos títulos con magníficas pérdidas, lo que repercutió fuertemente en el balance y le situó en una posición aún más necesitada de liquidez y el mismo se vio obligado a liquidar su cartera de bonos del Tesoro por encima de USD 21.000 millones al costo de una masiva pérdida. 

Consecuentemente, el banco vendió una parte de acciones preferidas y notificaron la necesidad de recaudar por encima de USD 2.000 millones el 8 de marzo por la noche.

El 9 de marzo, las preocupaciones iban en aumento, pero seguía existiendo poca fe en la capacidad de recaudar el dinero necesario. Sin embargo, el pasado viernes 10 de marzo, finalmente se produjo una retirada masiva de depósitos después de que la empresa anunciara su fracaso en la recaudación del capital necesario para cubrir las pérdidas y vendiera una gran cantidad de sus acciones. 

Posteriormente, la gente trató de retirar más de USD 42.000 millones en depósitos que, a su vez, llevarían al banco a la quiebra, tal y como ocurrió el jueves por la tarde; a lo que el viernes por la mañana, los depósitos bancarios fueron embargados por los reguladores, protegiendo los depósitos asegurados y los activos restantes en el banco con la esperanza de detener el pánico. 

El comercio de las acciones se detuvo luego de perder por encima del 60% del valor de los accionistas, y la incertidumbre pertinente a las futuras acciones y repercusiones que esto podría ocasionar estaban en su punto más alto. Así que ahora nos encontramos en medio de la segunda mayor quiebra bancaria de la historia de Estados Unidos y viviendo en tiempo real lo que este suceso deja detrás. 

Ahora que estamos al día con los sucesos, ¿dónde nos encontramos? 

Como con toda enfermedad, existe el miedo y riesgo de contagio. 

Los eventos transcurridos la semana anterior no se limitan solamente a Silicon Valley Bank, sino también hubo otros afectados: las acciones de otros prestamistas medianos como First Republic Bank y Signature Bank se detuvieron el viernes por la mañana, a lo cual el último fue intervenido por reguladores el domingo por la tarde con la intención de proteger a los clientes y limitar la exposición de los mismos. 

Cabe recalcar que, mientras SVB era importante entre los start ups, Signature Bank se diferenciaba por su relación con las empresas de criptomonedas. 

Sin embargo, y a diferencia de la crisis del 2008, ya salieron representantes de los entes estatales y de la Reserva Federal a decir que no ocurrirá un bail out o ayuda del Estado para minimizar las pérdidas ocasionadas a los inversores por medio de dinero perteneciente a los contribuyentes.

Luego de esto, el fin de semana se dio a entender por medios de comunicación -por parte de Jerome Powell y Janet Yellen, de la FED y el Departamento del Tesoro de EEUU, respectivamente- que pondrían en marcha un Programa de Financiación Bancaria a Plazo de Emergencia para proteger a otros bancos en situación de riesgo, con el fin de mitigar la posibilidad de riesgo sistémico que este colapso podría ocasionar. 

Con esta finalidad, Yellen puso a disposición un fondo de USD 100.000 millones que el Tesoro puede utilizar para cubrir a los depositantes del SVB y Signature Bank, pero no a los inversores que hoy ya se encuentran con pérdidas multimillonarias. De vuelta, si alguien dice que el gobierno está salvando nuevamente a las instituciones financieras, mientras que técnicamente suena a verdad, los contribuyentes no cargan con el peso de este bote salvavidas y solo los depositantes podrían obtener parte de su dinero de vuelta. 

Pero, a pesar de los esfuerzos de contener una posible catástrofe bancaria, los mercados ya comenzaron a estipular, el lunes por la mañana, que estos no serían suficientes para contener una crisis financiera y, principalmente, la caída de otros bancos regionales. A pesar de que el presidente Joe Biden salió en conferencia de prensa a decir que el “sistema bancario americano se encuentra más fuerte que nunca”, el S&P 500 estuvo cerca de borrar todas las ganancias del 2023 y ETF -que sigue a los bancos regionales- presentó una caída importante, de casi el 10%; mientras que Western Alliance, First Republic y Zions Bancorp presentaron caídas de 75%, 65% y 43%, respectivamente, desde la apertura de los mercados. 

Es claro a horas del lunes que los mercados ya apuestan por que la quiebra de SVB rompa el sistema bancario regional. A pesar de que los reguladores apuntaban a que el “respaldo” al banco en cuestión solucionaría los problemas de la noche a la mañana, parecería ser que dicho respaldo simplemente puso en atención un problema más grande: que los reguladores no pueden salvar a todos los bancos y que aparentemente SVB ha roto todo el sistema. 

En una economía de tal porte como es la de los Estados Unidos, los bancos regionales son de suma importancia, así como los encargados de proveer servicios y fondos a los negocios de pequeños y mediano tamaño. La caída de estos representaría un impacto catastrófico para la economía americana que, al ser una de las más grandes del mundo, arrastraría consigo a muchas otras. 

La historia financiera está teniendo lugar a nuestro alrededor y este episodio parece estar lejos de terminar. Este acontecimiento volverá a formar parte de los libros de historia y debemos prestar atención a lo que harán los reguladores para intentar controlar los desplomes que podrían salir de esto.

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