Río de Janeiro, 14 jun (EFE).- La exportación de reses vivas, de la que Brasil es uno de los líderes mundiales con 400.000 cabezas embarcadas por año, no sólo causa sufrimiento a los animales sino que presiona la deforestación de la Amazonía, según un estudio divulgado este lunes por la organización Mercy for Animals.
Ello debido a que la mayoría de los navíos con los que Brasil exporta ganado vivo parten del puerto de Vila do Conde, en el estado amazónico de Pará (norte), y son abastecidos con reses de haciendas próximas, muchas ubicadas en áreas con altos índices de tala, según la organización no gubernamental estadounidense.
Los investigadores de Mercy for Animals (MFA) hicieron un seguimiento de los puertos desde los que Brasil envía reses vivas, principalmente a países de Oriente Medio y el norte de África; de las empresas que dominan este mercado y de las haciendas en las que son criados los animales exportados para elaborar el estudio con el que está sustentando su campaña «Exportación Vergonzosa».
La vicepresidente de investigaciones de MFA, Luiza Schneider, explicó en declaraciones a Efe que los datos recogidos en la investigación pusieron en evidencia la exposición de la cadena de exportación de animales vivos tanto con la deforestación ilegal de la Amazonía como con el trabajo esclavo en Brasil.
«La práctica de ambos crímenes fue constatada en abastecedores indirectos, es decir en haciendas que envían animales a las haciendas abastecedoras de las empresas exportadoras. Verificamos que algunas de esas haciendas están incluidos en la «lista sucia» del trabajo esclavo y que una de estas propiedades está embargada por deforestación ilegal», afirmó Schneider
Brasil no es sólo el dueño del mayor rebaño bovino del mundo, con 217 millones de cabezas (14,3 % del rebaño mundial), y el mayor productor y exportador de carne vacuna, sino también el mayor abastecedor de reses vivas, con 800.000 animales exportados vía marítima en 2019 y 2020.
Entre 2012 y 2020 Brasil exportó 2,6 millones de reses, en su mayoría a Turquía, destino del 44,8 % de los animales, pero también a Egipto, Líbano, Irak, Jordania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes.
ANIMALES VIAJAN HACINADOS Y EXPUESTOS A ACCIDENTES
Los viajes, por lo general de un mes, no están exentos de graves accidentes. En febrero de 2012 un problema en el sistema de ventilación de un navío que se dirigía a Egipto provocó la muerte de 2.750 animales y en noviembre de 2015 el naufragio de un carguero en el muelle del puerto de Vila do Conde causó la muerte de 5.000.
«Los animales exportados sufren mucho debido a que son mantenidos confinados en navíos por semanas, y obligados a acostarse sobre sus propias heces y orina, además de ser sometidos a medios brutales de sacrificio en los países de destino. No podemos seguir aceptando eso. Tenemos que prohibir esa práctica terrible», afirmó Schneider.
Pero el estudio reveló igualmente que «la exportación de animales vivos ofrece un riesgo de deforestación significativamente mayor que la exportación de carne bovina porque está fuertemente concentrada en el estado amazónico de Pará».
De acuerdo con el estudio, Pará respondió entre 2015 y 2017 por el 97,9 % de las exportaciones de reses oriundas de la Amazonía y por el 71,2 % de las exportaciones brasileñas de ganado vivo.
Según la investigación, la mayoría de las reses exportadas procede de municipios de Pará, tres de los cuales figuran en la lista de los que más talaron la Amazonía en los últimos dos años.
«Las haciendas de Pará que abastecen de reses vivas para la exportación a Minerva (empresa líder del sector) están localizadas en 81 municipios, de los que 30 están entre los 100 que más han desforestado la Amazonía desde 2008», según la denuncia.
Mediante su campaña «Exportación Vergonzosa», MFA espera recoger un mayor número de firmas para una petición en la que pide rapidez al Congreso en la votación de un proyecto de ley en discusión desde 2018 y que prohíbe la exportación de ganado vivo.