México, 11 nov (EFE).- La extorsión le resta a México «por lo menos» dos puntos porcentuales de crecimiento y le impide recibir tres veces más inversión extranjera, expone el prestigioso economista Luis de la Calle al presentar su libro «La economía de la extorsión».
«No se puede estimar directamente porque por su propia naturaleza no se presta a ello, pero el costo que tiene para México es, sobre todo, un costo de oportunidad», expresa este miércoles De la Calle en entrevista con Efe.
El economista, director general y socio fundador de la consultoría De la Calle, Madrazo, Mancera (CMM), es reconocido por ser negociador clave del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) de 1994.
Pero el experto escribió este libro para enfatizar el lastre de la extorsión para las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que aportan 42 % del producto interno bruto (PIB) y 78 % del empleo de México, según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
«La hipótesis que avanza el libro es que el crecimiento de estas empresas se ve limitado por una decisión que toman los propios empresarios de quedarse pequeños, muchas veces en la informalidad, porque cuando empiezan a tener éxito reciben varias fuentes de extorsión», expone.
UN PROBLEMA ESTRUCTURAL
Con 5,7 millones de extorsiones al año, una tasa de 6.542 por cada 100.000 habitantes, es el segundo delito del fuero común más numeroso, solo detrás del robo en calle o transporte público, indica la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2019.
Esto implica una pérdida monetaria anual promedio de 2.676 millones de pesos (más de 131 millones de dólares), informa el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Sin embargo, el economista aclara que la premisa del texto es revelar que la extorsión va más allá de estas cifras.
«El punto más importante del libro es el llamado de atención para que los mexicanos reconozcamos que la extorsión es mucho más extendida que solamente lo que uno puede pensar, la extorsión del crimen organizado», manifiesta.
De la Calle argumenta que la extorsión está enraizada en la cultura económica mexicana, como revelan las «propinas» o «mordidas» que un ciudadano tiene que pagar a cualquier persona, como quienes recogen la basura o estacionan un auto, conocidos como «viene viene».
El problema escala hasta el acoso que padecen las pequeñas empresas de funcionarios de Gobierno o de otros competidores, asevera.
«Hay extorsión en lo pequeño, en lo grande, hay extorsión relacionada con el ejercicio de la función pública, de inspectores laborales, inspectores sanitarios, de protección civil, de agua, impuestos y un gran etcétera, pero también hay extorsión privada, entre empresas, entre competidores», dice.
AGRAVA DESIGUALDAD
Uno de los puntos de partida del material es explicar que la cultura de la extorsión impedirá a las empresas chicas adaptarse a los cambios tecnológicos que las grandes sí podrán hacer, lo que arriesga millones de empleos.
En tanto, las grandes compañías nacionales y extranjeras construyen una infraestructura «que los hace relativamente inmunes» a la extorsión, apunta De la Calle.
«Lo que es muy curioso es que la economía de la extorsión le otorga a las empresas grandes un gen de inmunidad en la materia, lo que se convierte en una barrera de entrada que hace que haya menos competencia contra ellas”, sostiene.
LA PROMESA DE LÓPEZ OBRADOR
Cuando Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia en 2018, prometió que su buen ejemplo «arriba» iba a bastar para frenar la cultura de corrupción «abajo».
El mandatario ganó su elección para cambiar la relación entre ciudadanos, empresas, familias y la clase política, lo que implica cambiar la cultura y la práctica a través de reformas, señala De la Calle.
«El problema con el presidente López Obrador, creo en el fondo, es que la mejor forma de solucionar la economía de la extorsión es incrementar la competencia, porque lo que le permite al extorsionador extorsionar es su poder monopólico», menciona.
Por ello, pese a las promesas presidenciales, el economista duda que «la economía de la extorsión» se resuelva pronto.
«Aquí es donde no sabemos al final del día dónde va a colocarse el presidente porque él piensa que el neoliberalismo y corrupción son sinónimos cuando en el fondo lo que se requiere en México es más libertad económica con instituciones que la garanticen», concluye.