El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tiene la fuerza más grande en el Parlamento, pero perdió la mayoría absoluta en medio de una fuerte actuación electoral de una nueva coalición de izquierda y un aumento de la extrema derecha histórica.
Todo esto, a pesar de que Macron haya ganado su reelección cómodamente hace apenas ocho semanas. Al final, el gobierno centralista terminó con 245 diputados, por debajo de los 289 que son necesarios para una mayoría y más de cien por debajo del parlamento anterior.
Estos resultados se culpan en el desempeño actual del gobierno de Macron, el rápido aumento de la inflación y la preocupación por el alto costo de vida, elementos que revivieron el resentimiento popular hacia Macron y su estilo: lo perciben como arrogante y lo llaman “presidente de los ricos” por la falta de políticas o soluciones para la población en general.
Generalmente, Macron impone sus reformas favorables a las empresas sin tener en cuenta las opiniones de la oposición, pero ahora que ya no tendrá la mayoría, esto se complica y se enfrenta a semanas de negociaciones y, al final, corre el riesgo de no lograr ningún resultado a favor de sus proyectos.
La sorpresa de esta segunda ronda de elecciones fue el éxito de la extrema derecha National Rally, de Marine Le Pen, que multiplicó por diez su presencia en la Asamblea luego de obtener solo ocho lugares en la primera ronda. Esto le da una oportunidad sin precedentes de influir en la política de la Asamblea Nacional.
Las ventajas de los resultados del domingo son que el Poder de Francia pasará netamente al Parlamento, en donde la composición de la asamblea refleja con mayor precisión las opiniones políticas del electorado del país y que los parlamentarios se verán obligados a negociaciones y consenso en el interés nacional.