Buenos Aires, 25 mar (EFE).- En los últimos 30 años Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay han mantenido su apuesta por el Mercosur, aunque el proceso de integración no ha estado exento de diferencias comerciales y tensiones políticas que muchas veces le han colocado al borde de la fractura y han puesto en duda su razón de ser.
Fundado en 1991 con vistas a constituir una unión aduanera que comenzó a funcionar cuatro años después, el Mercosur atravesó una primera década fructífera en términos de comercio entre los cuatro socios, economías bastante cerradas hasta entonces.
Sin embargo, con el cambio de siglo sobrevendrían las expresiones de insatisfacción, primero por parte de Paraguay y Uruguay, las dos economías más pequeñas del bloque, reclamando fondos para mitigar sus asimetrías respecto a Brasil y Argentina e incluso amenazando con dar el portazo ante la falta de beneficios concretos del proceso de integración.
A la par, el comercio interno entre los propios socios perdió vigor e incluso en el último decenio se contrajo, pasando de un pico de exportaciones dentro del bloque de 54.210 millones de dólares en 2011 a 29.140 millones de dólares en 2020.
En la última década las economías del Mercosur han atravesado ciclos recesivos que afectaron la demanda comercial, pero además los socios acrecentaron sus diferencias de estrategia macroeconómica, con criterios muy diferentes en cuánto a su política monetaria y comercial.
Las restricciones a las importaciones impuestas por Argentina, por ejemplo, han sido blanco de las críticas de sus socios que, a su vez, reclaman cada vez más un bloque menos proteccionista, con un arancel externo común no tan alto (actualmente, del 12 % promedio) y más abierto a los acuerdos con otros mercados.
«Hace 30 años todos coincidían con una visión nacionalista e industrialista y nadie pensaba en una economía global. Ese modelo de integrarse entre los cuatro, sin mirar al resto del mundo, hoy está seco, no da frutos», dijo a Efe el experto en comercio internacional Marcelo Elizondo, director general de la consultora DNI.
¿HACIA UN MERCOSUR MÁS FLEXIBLE?
Mercosur también ha experimentado muchas dificultades para sellar pactos de libre comercio de peso con otros países o regiones, lo que implica que las exportaciones del bloque pagan aranceles mayores en desventaja con las preferencias de las que gozan otros competidores que sí comercian bajo acuerdos.
El comercio «extrazona» del Mercosur también está en retroceso, desde exportaciones por unos 300.500 millones de dólares en 2011 a colocaciones por casi 251.000 millones el año pasado.
Las cifras no hacen más que dar argumentos a aquellos socios -principalmente Brasil y Uruguay- que reclaman un cambio en las reglas del Mercosur que impiden que los miembros negocien acuerdos comerciales individualmente.
El ambicioso pacto con la Unión Europea, cerrado en 2019 tras dos décadas de negociaciones, hubiera revitalizado al bloque suramericano y acallado los reclamos internos, pero las nuevas discrepancias con los europeos surgidas en el proceso de revisión legal del acuerdo no han hecho más que alimentar la sensación de frustración dentro del Mercosur.
Con todo, los socios siguen apostando por el proceso de integración y no piensan en disolverlo, aunque sí en adaptarlo y flexibilizarlo.
«La alianza entre los cuatro es muy fuerte y romperla sería muy costoso. Brasil nunca ha querido perder el liderazgo estratégico de la región. Generar un conflicto hacia adentro haría que Brasil ya no pudiera ser visto como líder de Sudamérica», observó Elizondo, también miembro consultor del Consejo Argentino para las Relaciones internacionales.
DEMOCRACIA Y PAZ REGIONAL Pese a sus muchos defectos y las tensiones que lo han sacudido por las discrepancias políticas entre los gobiernos de turno de cada uno de los socios, el Mercosur ha logrado mantenerse como una región de paz y de compromiso con la democracia.
El bloque aplicó dos veces su «cláusula democrática»: en 2012 Paraguay fue suspendido temporalmente como miembro del Mercosur por la controvertida destitución del entonces presidente paraguayo, Fernando Lugo, y en 2017 la unión suspendió a Venezuela -que se había sumado como miembro pleno en 2012- alegando una «ruptura del orden democrático» por parte del Gobierno de Nicolás Maduro.
Para el analista político Patricio Giusto, la aplicación de la cláusula democrática es algo «positivo», aunque el bloque cometió un «error inicial» al haber «incorporado la Venezuela de Hugo Chávez sabiendo ya lo que era».
Por lo demás, el experto apuntó a Efe que el Mercosur ha sido «fundamental» para mejorar las relaciones entre Argentina y Brasil, «históricamente cargadas de tensiones, asperezas y desconfianza».
«Quizás el legado más importante del Mercosur sea la paz regional. Pero si se mira la foto global en términos de resultados comerciales, el saldo de estos 30 años es paupérrimo», sostuvo Giusto.