Tamazunchale (México), 28 mar (EFE).- Vitalina Jiménez vivió más de 60 años sin electricidad en su choza en la Huasteca Potosina, zona natural del centro mexicano, hasta hace unas semanas, cuando el programa Luces de Esperanza le donó un panel solar.
“Nada de luz, toda la vida de nosotros hemos estado en la oscuridad, hasta ahora que ya tenemos luz”, cuenta a Efe en El Clérigo, una comunidad con cuatro viviendas en la cima de una montaña del municipio de Tamazunchale, en el estado de San Luis Potosí.
Doña Vitalina es una de 700 personas beneficiadas por la segunda etapa de Luces de Esperanza, de Iberdrola México, que en esta fase invirtió 7 millones de pesos (casi 350.000 dólares) para conectar con energía solar a 100 viviendas y un centro de salud de 36 comunidades marginadas.
Ella y su familia preparaban la comida con leña, usaban velas contra la oscuridad y quemaban diésel, pero ahora el radio no deja de sonar.
“Ahorita ya me siento diferente”, relata la mujer. “Ya ahorita me siento más tranquila porque ya está claro, ya no está oscuro”.
ENERGÍA INCLUYENTE
Este programa empezó en 2019 en la Huasteca Potosina, zona caracterizada por su población indígena, donde Iberdrola inició con 30 millones de pesos (cerca de 1,5 millones de dólares) para llevar energía a 50 hogares y tres espacios comunitarios.
La segunda etapa extendió el beneficio de los paneles fotovoltaicos a los municipios San Martín Chalchicuautla, Matlapa, Tampacán y Tamazunchale, donde la empresa tiene una planta de ciclo combinado.
«En zonas aisladas el camino y la tecnología más favorable para las comunidades es la energía solar”, explica Marisol del Campo, gerente B2G/B2B de Iluméxico, asociación aliada del proyecto.
En México aún hay 1,5 millones de personas sin electricidad en 268.863 hogares, de los que 11.142 están en San Luis Potosí, según el censo 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Luces de Esperanza, que también apoyó en diciembre pasado a 6.000 familias en Oaxaca, estado del sur, proyecta beneficiar a un total de 12.000 mexicanos con una inversión de 80 millones de pesos (4 millones de dólares) hacia 2024.
Contrario a mitos sobre la inestabilidad de la energía solar, Del Campo enuncia los beneficios de los paneles que ella ayuda a instalar, que proveen de 1.200 vatios-hora a hogares que no pueden conectarse a la red convencional.
“Aunque nosotros no veamos, la luz siempre llega a la Tierra, aunque haya capas de neblina los paneles tienen la tecnología para absorber los rayos, no tiene nada que ver que esté nublado”, aclara.
Esa ha sido la experiencia de Tiburcio Santos, un hombre huasteco de 66 años, que por más de cuatro décadas habitó una casa de carrizo sin luz con su esposa, Gregoria Catarina, quien camina con bastón y habla poco español, lo que les complicó acceder a un contrato convencional de luz.
“Ahorita estoy contento, tranquilo, bien porque ahorita tengo la luz y no como dicen por ahí que no aguanta, pues sí aguanta, sí enluza», afirma ante su nuevo panel en la comunidad de Ahuehueyo.
Tiburcio, cuyo primer idioma es náhuatl, ahora puede levantarse temprano a preparar café para su mujer sin gastar el poco dinero que tiene.
“De noche aluza bien fuerte hasta para leer un librito, se puede ver bien, para mí me gustó mucho», expresa.
LUZ DE SALUD
Además de hogares, Luces de Esperanza beneficia a la Casa de Salud de Xiliapa, donde la vecina Olga Esperanza González es auxiliar del centro que atiende a unas 250 personas y que por 16 años no tuvo electricidad.
“Sí cambió mucho, fue un cambio, para mí, de gran beneficio porque antes no teníamos la luz, antes no podíamos conectar nada, si necesitábamos algo lo teníamos que traer desde la casa», narra la joven madre de una niña de 1 año.
Antes del panel, el médico Joaquín Romero Orta y sus colegas llegaban con vacunas y medicamentos en termos o hieleras.
La falta de una simple conexión entorpecía sus actividades, que en 80 % son preventivas para mayores de 20 años, embarazadas, niños con desnutrición y diabéticos, así como salud reproductiva.
“Es beneficio para nosotros y también para brindarle una mejor atención a la comunidad, batallábamos al realizar las detecciones, al imprimir las historías clínicas y las notas médicas, ahorita ya con este panel, ya no estamos batallando», asegura el doctor.
Olga Esperanza celebra la llegada del panel porque «no contamina el ambiente», pero también porque les ha quitado el pendiente de que se vaya la luz en la cima del cerro.
«Veo mucho beneficio con el panel porque es solar, aunque llueva o truene, pues la luz la podemos seguir ocupando sin miedo a que se corte”, concluye.