La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) espera que el 2023 sea nuevamente un año bajo presiones y riesgos inflacionarios, que serían los causantes de una desaceleración del crecimiento económico de la región.
En este contexto, Cepal mantuvo la proyección de crecimiento económico para Paraguay que se ubicaba en el orden del 4%, tal como un su anterior proyección, esto en un contexto de riesgos financieros que siguen vigentes a causa de los conflictos geopolíticos.
De acuerdo a los fundamentos, se contempla un mejor desempeño y recuperación del sector agrícola.
En el informe se destaca el efecto rebote que tendrá la economía de Paraguay, que crecerá un 4% desde una caída de 0,2%.
Asimismo detalla que la dinámica de la actividad económica durante 2022 en América Latina y el Caribe refleja una tasa de crecimiento mayor a la esperada durante la primera mitad del año y una desaceleración durante el segundo semestre.
En el frente externo, el conflicto bélico entre la Federación de Rusia y Ucrania afectó negativamente el crecimiento mundial y con ello la demanda externa en la región, además de acentuar las presiones inflacionarias, la volatilidad y los costos financieros.
Asimismo, se indica mayor aversión al riesgo, junto con la política monetaria más restrictiva de los principales bancos centrales del mundo, perjudicaron los flujos de capital hacia los mercados emergentes, incluidos los de América Latina y el Caribe, además de propiciar depreciaciones de las monedas locales y tornar más onerosa la obtención de financiamiento para los países de la región.
Para 2023 se espera que la desaceleración continúe y se profundice, por lo que cabe prever que la tasa de crecimiento del PIB será significativamente menor a la de 2022 y que América Latina y el Caribe muestra, en promedio, un crecimiento del 1,3%.
Los países de la región se verán nuevamente enfrentados a un contexto internacional desfavorable, en el que se espera una mayor desaceleración tanto del crecimiento como del comercio mundial, precios de productos básicos más bajos que en 2022 que afectarán negativamente los términos de intercambio de los países exportadores de materias prima y condiciones financieras a nivel mundial que seguirán influidas por la aversión al riesgo y las políticas monetarias restrictivas en los países desarrollados.
En el frente interno, los países de la región enfrentarán nuevamente en 2023 un espacio limitado para la política macroeconómica, tanto fiscal como monetaria.
En el ámbito monetario, el aumento de la inflación condujo a los bancos centrales de la región, al igual que a los de la mayor parte del mundo, a aumentar las tasas de política, en algunos casos de manera sustancial, y a reducir el crecimiento de los agregados monetarios.
Si bien se prevé que en 2023 este proceso llegue a su fin en la medida que se vayan anclando las expectativas de inflación en los países, los efectos de esta política restrictiva en el consumo privado y la inversión se harán sentir con más fuerza en 2023 dados los rezagos con que actúa la política monetaria.
En esta línea, el BCP aún no dio una señal concreta de una reducción de su política monetaria a partir del segundo semestre, según lo que había manifestado a nuestro medio el director de la banca matriz, Humberto Colmán.
En el ámbito fiscal, si bien se observó una reducción del déficit primario, las autoridades cuentan con un espacio fiscal reducido, ya que los niveles de deuda pública permanecen altos en un gran número de países.
En un contexto de alta demanda de gasto, será necesario aplicar medidas para fortalecer la sostenibilidad fiscal y ampliar el espacio fiscal mediante el aumento de la capacidad recaudatoria y redistributiva de la política tributaria.
Para Paraguay se espera que el déficit fiscal cierre en torno al 2,3% al término del 2023.
Expectativas externas
En América del Sur, algunos países se verán particularmente afectados por el bajo dinamismo de China, que es un importante mercado para sus exportaciones de bienes. Tal es el caso de Chile, el Brasil, el Perú y el Uruguay, que destinan a China más del 30% de sus exportaciones de mercancías (40%, en el caso de Chile).
América del Sur se verá también afectada por la disminución de los precios de los productos básicos y el impacto de la inflación en los ingresos reales y, con ello, en el consumo privado y la inversión.
Para las economías de Centroamérica, el bajo dinamismo de los Estados Unidos, principal socio comercial y primera fuente de remesas hacia los países de la subregión, afectará tanto al sector externo como al consumo privado. En este caso, sin embargo, la disminución de los precios de los bienes básicos actuaría a favor de esas economías, ya que varias de ellas son importadoras netas de alimentos y energía.