Buenos Aires, 20 sep (EFE).- La tasa de desempleo en Argentina bajó en el segundo trimestre del año al 6,2 %, su nivel más bajo desde 2015, pese a la desaceleración de la economía registrada en este período y la pérdida de empleos asalariados formales y con un alto componente de informalidad.
Según informó este miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el desempleo bajó 0,7 puntos porcentuales respecto al primer trimestre de este año y también al segundo trimestre de 2022.
La cifra neta de desocupados en los 31 mayores conglomerados urbanos de Argentina considerados en la medición del Indec descendió en el segundo trimestre a 872.000 personas, unas 102.000 menos que en el primer trimestre de 2023.
En ese lapso, se perdieron en los mayores conglomerados 100.000 puestos de trabajo asalariado formal, que ascendían a 6,1 millones sobre finales de segundo trimestre.
En tanto, los empleos asalariados pero informales se mantuvieron en 3,6 millones y los trabajadores por cuenta propia permanecen en unos 3,4 millones.
Esto indica que la desocupación ha bajado no por la creación de empleo sino por una disminución de la población económicamente activa, dato que sirve de base para el cálculo del índice de desempleo.
La población económicamente activa, integrada por las personas con una ocupación o que, sin tenerla, la buscan activamente y están disponibles para trabajar, bajó de 14,2 millones en el primer trimestre a 14 millones en el segundo trimestre, lo que evidencia que hay menos personas sin empleo que buscan activamente conseguir uno.
Baja calidad
Además, los datos oficiales evidencian que un cuarto de los ocupados (25,8 %) trabaja por cuenta propia y que, entre los asalariados, el 36,8 trabaja en la informalidad.
Por otra parte, según los datos oficiales, la tasa de subocupación -aquellos que trabajan menos de 35 horas semanales- del segundo trimestre se ubicó en el 10,6 %, con 1,4 millones de personas en esta categoría, unas 152.000 más que en el primer trimestre.
Otro dato significativo es el de los ocupados que buscan otro empleo, cuya tasa creció al 16,2 % en el segundo trimestre, a 2,2 millones de personas, un dato que esconde inconformismo con los ingresos recibidos o la necesidad de sumar un segundo empleo.
«Aquí es donde aparece el principal problema que enfrenta Argentina respecto al mercado de trabajo. El empleo es de mala calidad y los salarios son muy bajos. Es de mala calidad porque la informalidad alberga un tercio de los empleos y la cantidad de trabajadores autónomos es cada vez mayor», observó a EFE Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso.
En contracción
El descenso del desempleo se dio en un contexto de debilitamiento de la economía, con un producto interior bruto (PIB) que en el segundo trimestre se contrajo 2,8 % en relación al primer trimestre del año y cayó 4,9 % en términos interanuales, en un contexto de alta inflación, exiguas reservas monetarias y déficit fiscal que condiciona la actividad y las decisiones de inversión y consumo.
La súbita devaluación del 22 % en el tipo de cambio oficial del pasado 14 de agosto, que el Gobierno atribuyó a una exigencia impuesta por el Fondo Monetario Internacional, impactó de lleno en la inflación, que se aceleró en agosto al 124,4 % interanual.
En este contexto, los ingresos no paran de perder la carrera contra la inflación: de acuerdo a los últimos datos oficiales disponibles, los salarios acumularon un alza del 47,2 % en el primer semestre, período en el que la inflación creció un 50,7 %.
«Los salarios siguen corriendo de atrás a la inflación, por lo que el poder adquisitivo de los trabajadores es cada vez menor. Dado este fenómeno, son cada vez más los trabajadores que no logran superar el umbral de pobreza», advirtió Moschet.
Según el experto, «el estancamiento de la actividad económica y las proyecciones de que la economía argentina siga cayendo van en dirección opuesta a esta reciente baja del desempleo» y «seguramente» se verá un repunte en la tasa en los próximos trimestres.
Natalia Kidd