Por Eric Torres – Investigador
El asistencialismo consiste en dar una ayuda externa a las personas, pero sin solucionar los problemas estructurales de la situación. Es como querer parar la fiebre simplemente poniendo un paño frío sobre el cuerpo sin ir al núcleo de lo que está causando la fiebre.
Quizás que el paño frío aliviane por un momento la afección, pero en el largo plazo, si no consumimos un medicamento que combata de forma efectiva al causante de la fiebre, en realidad no solucionamos nada.
De la misma forma, al dar un apoyo monetario a los más pobres sin ir al problema estructural de la cuestión, no solucionamos el problema de raíz y, por ende, seguiremos en la misma situación o hasta incluso empeoraremos las cosas.
Un claro ejemplo de cómo estas políticas fracasan en la realidad lo podemos ver en Argentina, en donde se ve un complejo sistema burocrático de asistencialismo que no soluciona el problema de la pobreza, sino que lo perpetúa. Incluso, en dicho país se habla de una “paradoja”, ya que cada año se fue aumentando el asistencialismo por parte del Estado, pero a su vez también la pobreza continúo escalando.
La explicación de la paradoja es que este asistencialismo no compensa los problemas estructurales de fondo de la economía argentina, que son la inflación y nula creación de empleos. A esto se le debe sumar el desmesurado gasto fiscal para tener que financiar estos planes sin ninguna recompensa.
¿Por qué fracasan estos programas?
- Todo programa de asistencialismo tenderá al fracaso ya que son insostenibles en el tiempo, entre otras cosas, porque luego las personas ven como un derecho el recibir esas concesiones por parte del Estado y cuando estos les son restringidos, se genera una problemática social. También sucede que muchas veces este dinero dado a personas sin educación no es gastado en cubrir sus verdaderas necesidades, sino que van a parar a gastos superfluos.
- Degrada a las personas, ya que no se les da la oportunidad ni las herramientas necesarias para que ellas mismas puedan salir adelante. Podríamos decir que se les da simplemente la caña, pero no se les enseña a pescar. El Estado no debe de asumir un rol paternalista, sino que debe de dar la herramienta para que cada uno pueda por sus propias capacidades ejercer una contribución a la sociedad que lo dignifique.
- Incentiva al clientelismo político, ya que las personas que son beneficiadas por estos planes se ven obligadas a tener que votar por el político que les prometa seguir dando estas concesiones. Esto genera incluso problemas en el proceso electoral, ya que muchas veces estos individuos no pueden ejercer el voto de manera libre, dado que reciben amenazas por parte de los políticos.
No estamos argumentando que toda asistencia social sea mala, ni que el Estado no debe de tener ningún rol frente a la pobreza. Lo que decimos es que toda asistencia que solo busque solucionar la pobreza de manera superficial terminará convirtiéndose en asistencialismo y lo único que se logrará es entrar en un círculo vicioso de nunca acabar.
He aquí la principal diferencia entre el asistencialismo y la asistencia. Lo primero lleva a una necesidad constante de asistencia sin solucionar los problemas de fondo. Lo segundo, en cambio, busca dar las herramientas necesarias a los pobres para que ellos ya no tengan que depender del Estado.
¿Cómo podemos lograr una correcta asistencia?
Algo que hay que tener en consideración al momento de realizar políticas públicas que pretendan combatir la pobreza es tener en cuenta y, en muy alta estima, la dignidad de la persona.
Claramente, se debe de buscar el aumento del bienestar e incrementar los ingresos de las personas, pero brindándoles a su vez la capacidad de auto realizarse por ellas mismas sin tener que depender toda su vida de un plan social.
Debemos dejar de lado esa visión vetusta de la pobreza, en donde se los ve como personas minusválidas que necesitan de un líder político que los venga a salvar, sino que lo debemos de pensar como personas que simplemente tienen deterioradas sus capacidades de acción, que pueden ser fortificadas con mayores inversiones en educación, salud, capacitación laboral, etc.
Ejemplos de políticas que sí funcionan:
- Desarrollo y nutrición en la primera infancia: Está comprobado científicamente que si en los primeros 1.000 días de vida de los niños hubo carencia de una buena nutrición, quedan secuelas que ocasionan un menor rendimiento escolar en etapas posteriores. En términos económicos, hablamos de menor capital humano que genera menor posibilidad de obtener empleo a estas personas y, por ende, que puedan salir de la pobreza. Pero esta pérdida de capital humano no solo tiene un efecto individual y aislado, sino que contribuye a que una sociedad en sí acumule menor capital humano y de esta manera estén estancados en la pobreza.
- Cobertura de salud: Una persona no puede progresar si no tiene salud y lo cierto es que las personas más pobres son más propensas a enfermarse, ya que viven en condiciones precarias que contribuyen a contraer enfermedades. Es por esto que se hace necesaria una buena cobertura de salud, para que las personas más vulnerables puedan recibir toda la asistencia necesaria en materia de salud y, de este modo, puedan estar en una plena condición de salir adelante.
- Acceso a educación de calidad: “Los países cuyas políticas apostaron a la educación y a la investigación han marcado la diferencia, y una de las consecuencias más importante es la reducción vertiginosa de la pobreza, motivada por una ´obsesión nacional con la educación´. Esto se constata en países como India, China, Singapur, Finlandia y Corea del Sur, en los que se experimenta un crecimiento económico a un ritmo que supera al de las economías latinoamericanas. (Oppenheimer, 2010)”.