Montevideo, 21 ene (EFE).- Con la premisa de una mejora para el sector vitivinícola y un viejo reclamo de poder conducir tras tomar «una copita», un proyecto de ley que permitiría un grado mínimo de alcohol despierta críticas de los defensores de la seguridad vial y reabre el debate sobre la tolerancia cero en Uruguay.
Cinco años después de que el límite se llevara a cero gramos de alcohol por litro de sangre, un proyecto de ley de Sergio Botana, senador del oficialista Partido Nacional (PN-centroderecha), busca que se vuelva a los 0,3 que regían anteriormente.
Sin embargo, varios actores involucrados en este asunto discrepan con esta postura y creen que el país debe mantenerse como está.
BAJAR A CERO
En 2007, bajo el primer mandato del izquierdista Tabaré Vázquez, del Frente Amplio, en Uruguay se dispuso reducir de forma gradual la concentración de alcohol en sangre permitida de 0,8 a 0,3 gramos.
En 2016, una modificación de la normativa fue más allá y declaró inhabilitado para conducir cualquier tipo de vehículo en la vía pública a quien dé en la espirometría una concentración superior a 0,0.
Además, se previeron penas para quienes incumplieran esta «tolerancia cero» que van desde la suspensión hasta la rescisión de la habilitación para conducir y multas económicas.
En ese momento, una encuesta llevada a cabo por la empresa Cifra mostró que en el país sudamericano, el 87 % de la población acompañaba la medida.
Esta cifra puso a Uruguay en una vanguardia que apenas comparte con algún país de Latinoamérica, como Guatemala, donde se sanciona con multa y retención de la licencia de conducir a partir de 0,0 grados.
También en Brasil la tolerancia es cero, aunque en el etilómetro la ley permite una concentración de hasta 0,04 miligramos de alcohol por litro de aire debido al margen de error de los aparatos.
Por su parte, en Chile se permite conducir hasta con 0,3 gramos, mientras que en Argentina, Bolivia y Perú, como algunos ejemplos continentales, el límite es de 0,5.
UNA NUEVA PROPUESTA
La propuesta de Botana, que llevaría a Uruguay nuevamente al 0,3, tiene dentro de sus cometidos la mejora del sector vitivinícola del país, según explica el senador a Efe.
«Lo malo de mantener el cero es que es una propuesta absolutamente fundamentalista y que no ha tenido éxito alguno desde el punto de vista de la disminución de los accidentes», apunta.
De acuerdo con esto, Botana resalta que en el 93 % de los casos «no hay presencia de alcohol» y que del 7 % restante, sólo el 1 % está en el rango que va desde el 0,0 al 0,3.
«Esto era así cuando no existía la prohibición y sigue siendo igual después de la prohibición, o sea que no ha cambiado nada. No hay ni más ni menos accidentes por esta razón», añade.
Algo similar expresó a la prensa el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos María Uriarte, quien sostuvo que «el cero absoluto no existe» y por ende debe seguirse el ejemplo de los países europeos y permitir un margen, lo que, en su opinión, no implica estimular a que se beba y se conduzca.
«La rigurosidad se sigue aplicando, si la persona toma y se pasa del límite que Uruguay establezca va a recibir la misma sanción con la misma severidad. Esto no significa bajo ningún concepto habilitar a las personas para que tomen y manejen (…) es hasta cierto punto que siga dando la seguridad de que son capaces de poder conducir», aseveró.
Además, el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, en un debate público con algunos detractores que reclamaban poder tomar sólo «una copita» o un helado con licor como el de sambayón, había anunciado en campaña que eliminaría la «tolerancia cero».
UN PIE EN EL FRENO
Pese a todo esto, varios actores vinculados al tránsito ven esta propuesta como negativa y también presentan cifras para defender su postura.
Una de ellas es María José Pessano, directora ejecutiva de la Fundación Gonzalo Rodríguez, organización que integra el comité consultivo de Naciones Unidas, quien explica a Efe que ellos esperan que no exista «un retroceso» en este asunto.
«Vamos a tratar de poner a disposición de las autoridades todas las herramientas para que esta discusión se dé con contenido y no se centre en si 0,0 o 0,3. Entendemos que si se conduce no se debe beber», puntualiza.
De acuerdo con esto, subraya que ya «ha quedado demostrado» que hay una disminución en la cantidad de fallecidos que responde al cambio que se dio en 2016.
«La discusión no va por si es un vaso, medio vaso o un vaso y medio lo que va a afectar ese 0,3. Está demostrado científicamente que a partir del 0,2 hay cambios a nivel de la alteración de los sentidos para la habilidad del conductor», enfatiza.
Por otro lado, Pessano apunta que, según un estudio presentado hace poco, una vez implementada la ley se redujeron los siniestros en un 20,4 % el primer año y en un 14,1 % en el segundo.
Por su parte, Fernando Machado, jefe de Emergencia del Hospital de Clínicas, apunta a Efe que es cierta la cifra de que solo el 7 % de las espirometrías hechas a quienes sufren siniestros de tránsito dan positivas.
Sin embargo, destaca que en 2019 ese porcentaje equivalió a 821 personas y resalta que la prueba no se hace a los heridos graves, a los que son trasladados de emergencia ni a los fallecidos.
Finalmente, Machado dice que la ley que marca el 0,0 «defiende la salud y la vida», por lo que considera que no debe ser cuestionada.
Alejandro Prieto y Santiago Carbone