Medellín (Colombia), 27 sep (EFE).- En el campo, sentado bajo un algarrobo y afligido por el desempleo, al colombiano Walter Arley Correa se le «prendió un bombillo»: transformar el fruto de ese árbol y rescatar el conocimiento ancestral, una idea que lo tiene como líder de un proyecto con familias campesinas que cultivan plantas aromáticas y medicinales.
En los municipios de San Jerónimo y Sopetrán, en el departamento de Antioquia (noroeste), se gestó hace cuatro años este emprendimiento con la algarroba como principal apuesta, pero que potenció con hierbas como moringa, manzanilla, caléndula y estevia.
«Cogí este fruto silvestre como materia prima para hacer un polvito (harina) y venderlo. El producto tomó un buen ritmo comercial», contó a Efe Correa.
Las primeras señales de sus bondades vinieron con campesinos que consumían este alimento, pero que estaban lejos de la explotación de un cultivo que no requiere mayores cuidados.
«Con conocimiento ancestral, algunos se curaban enfermedades como gastritis y decían que era bueno para los huesos y la anemia», recordó el ahora propietario la empresa Frutos de Occidente, quien se dio a la tarea de estudiar sus propiedades y conoció que en países como España y Egipto la algarroba es «de consumo milenario».
En época de cosecha, que recogen en las riberas del río Cauca, desde Bolombolo hasta Sabanalarga, compra 20 toneladas de este fruto para procesarlo y producir unas 12 toneladas de harina que comercializa en Medellín y otras ciudades.
MEDICINA DE LOS ABUELOS
Su aproximación a la algarroba le mostró que las posibilidades en el campo son infinitas. Y se aventuró a ir en otras direcciones al empezar un proceso de capacitación en productos naturales en la facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la Universidad de Antioquia.
Con un diplomado en manejo de homeopatía y fitoterapia amplió su conocimiento en plantas medicinales y vio la oportunidad de generar empleo y de llevar progreso a los campesinos.
«Ellos no las comercializaban, sino que las dejaban como plantas de patio para su uso personal», comentó.
Con el conocimiento que recogió, el empresario se enfocó en darle un «manejo adecuado» a hierbas que por lo general son vendidas frescas en las plazas de mercado.
«La misión que me puse es retomar ese conocimiento ancestral y promover unos hábitos saludables», comentó Correa.
TRABAJAR POR EL CAMPO
En el caserío El Poleal, en San Jerónimo, se acercó a las familias de la región para que se convirtieran en sus proveedores cultivando caléndula y manzanilla, inicialmente con premisa de pagar «precios justos» por materia prima de óptima calidad.
Bajo la filosofía de trabajar directamente con los campesinos con asesoría, acompañamiento y compra de su producción, empezó a edificar una compañía que beneficia a más de 20 productores
Con el ingreso de Frutos de Occidente al mercado en Medellín, el empresario vio las pocas opciones de abastecimiento en plantas aromáticas, condimentarias y esotéricas que tenían los negocios.
«Busqué que empezaran a sembrar estevia, moringa y flor de jamaica. Los cultivos fueron creciendo y llegamos a campesinos de otras regiones, a los que le enseñamos que a las plantas medicinales había que darle un valor agregado», relató el emprendedor.
Explicó que el proceso de secado, que realizan los cultivadores con el conocimiento que Correa les transmitió, es similar al del café. En marquesinas, con temperatura controlada y sobre camas para que el aire circule son deshidratadas las hierbas, que mantienen su «color, olor y principios activos intactos».
En una bodega en Medellín continúa el ciclo con las fases de selección, control de calidad, empaque, venta y distribución de los productos transformados en tiendas naturistas, plazas de mercado, tiendas saludables y supermercados.
NUEVAS OPORTUNIDADES
Con su participación en programas como Alístate y el Método Base de Aceleración (MBA) de la Corporación Interactuar, no solo logró conectarse con campesinos de otras poblaciones que no tenían cómo comercializar sus productos.
También desarrolló una visión empresarial y respondió al desafío que le planteó la crisis por la COVID-19 con nuevos canales y productos.
«La pandemia fue una oportunidad para tomar decisiones y desarrollar ideas», señaló Correa, quien empezó una transformación digital y explotó las redes sociales.
Además, en medio de la incertidumbre, desarrolló unas aromáticas con panela, moringa, jengibre y manzanilla, un producto que representa ingresos importantes y tiene gran aceptación por el efecto del coronavirus.
«Con todo el tema de salud, la gente ha empezado a retomar la alimentación saludable y recordó la importancia de las plantas medicinales que por tradición se han consumido», comentó el empresario, que vive un periodo de bonanza y está incursionando en el almidón de yuca y los frutos secos.