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3 de septiembre de 2025

Paraguay y su hazaña financiera para sostener la Guerra del Chaco con fondos propios y sin deudas 

La Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia culminó el 12 de junio de 1935 con la firma del Protocolo de Paz, y es recordada por la victoria militar de nuestro país. Un hecho llamativo es que la nación afrontó este conflicto bélico con notable eficiencia financiera, costeando casi la totalidad de la guerra con recursos propios y sin recurrir a deudas significativas con el exterior.

Soldados paraguayos marchando después de la culminación de la Guerra del Chaco

La Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia culminó el 12 de junio de 1935 con la firma del Protocolo de Paz, y es recordada por la victoria militar de nuestro país. Un hecho llamativo es que la nación afrontó este conflicto bélico con notable eficiencia financiera, costeando casi la totalidad de la guerra con recursos propios y sin recurrir a deudas significativas con el exterior.

Según el historiador Enrique Cosp, Paraguay destinó alrededor de USD 125 millones para la guerra. La mayor parte fue cubierta con recursos propios gracias a las reservas acumuladas durante la década de 1920, aprovechando un auge en las exportaciones de algodón. Además, el apoyo de Argentina fue clave, incluyendo suministros y préstamos sin intereses.

Cada 12 de junio, se conmemora la firma del Protocolo de Paz del Chaco entre Paraguay y Bolivia, un acuerdo concretado en 1935 y que puso fin a la Guerra del Chaco, estableciendo el cese definitivo de hostilidades entre ambos países y sentó las bases para futuras negociaciones de paz. 

Este 2025 se cumplen 90 años de este episodio en la historia del Paraguay que destacó el potencial de unidad nacional del país en momentos de adversidad, y que incluso en la actualidad se mantiene tan arraigado. 

Sin embargo, esto no fue siempre así según Enrique Cosp, escritor, investigador y divulgador de historia, ya que antes de este conflicto con Bolivia, Paraguay estaba profundamente dividido en lo político. 

Golpes de Estado, revoluciones e inestabilidad marcaban la escena nacional, pero aun así, durante la Guerra del Chaco, las distintas facciones políticas lograron alcanzar una tregua y se unieron en torno a un objetivo común, la defensa del Chaco, unidad que permitió al país alcanzar un resultado inesperado para muchos.

UNA VICTORIA: UN PAÍS UNIDO

Cosp, afirma que si uno se situara en 1932, sin conocer el desenlace real, probablemente habría apostado por Bolivia como ganadora. Esto se debe a que el vecino país tenía una población mayor respecto a Paraguay, con una economía más desarrollada, a pesar que cargaba una derrota militar reciente (Guerra del Pacífico) al igual que Paraguay (Guerra de la Triple Alianza). 

La victoria de Paraguay se debe en parte a la cohesión nacional en pos del Chaco, mientras que Bolivia atravesaba una grave crisis interna que derivó en un golpe de Estado en plena guerra, cuando el presidente Daniel Salamanca, fue obligado -por sus propios generales- a renunciar.

A diferencia de Bolivia, Paraguay logró sellar una especie de “pacto no escrito” de unidad nacional, que le permitió resistir y triunfar. Por tanto, la victoria paraguaya no fue sólo militar, sino también simbólica y demostró que, incluso en medio de sus divisiones históricas, el país podía unirse frente a una amenaza común.

HOMENAJE COLECTIVO

El historiador además explicó que la recuperación posterior a la guerra fue compleja para Paraguay, tanto en términos económicos como sociales, aunque el esfuerzo colectivo quedó grabado en la memoria nacional. 

“La Guerra del Chaco -a diferencia de otros episodios históricos que siguen generando divisiones-, se recuerda con un fuerte sentido de orgullo y respeto, es vista como un momento en el que la nación hizo los deberes y logró una victoria digna”, señaló Cosp.

A su criterio, esto se refleja claramente en las conmemoraciones oficiales relacionadas con este episodio histórico, ya que Paraguay cuenta con más feriados dedicados al Chaco que a la Guerra de la Triple Alianza. 

Tal es así que se celebran con feriados nacionales el 12 de junio por la paz y el 29 de septiembre, por la victoria de la Batalla de Boquerón, evidenciando así, lo presente que sigue estando este episodio en la memoria colectiva.

Grande es el respeto y orgullo por el desempeño de Paraguay en el conflicto que además de los feriados conmemorativos, el principal estadio de fútbol del país lleva el nombre “Defensores del Chaco”, al igual que muchas calles y avenidas importantes rinden homenaje a quienes lucharon por este territorio.

Este 12 de junio no solo se recuerda una victoria militar, se celebra, sobre todo, la paz. A diferencia de otros conflictos en la historia mundial que dejaron heridas abiertas y deseos de revancha, la Guerra del Chaco concluyó con una sólida paz. 

Desde entonces, Paraguay y Bolivia mantienen relaciones estables, sin fantasmas de nuevos conflictos, por lo que, Cosp aseguró que 90 años después, Paraguay vive el periodo de paz más prolongado desde su independencia, lo que también es un motivo de orgullo y reflexión.

CÓMO SE FINANCIÓ LA GUERRA DEL CHACO

A criterio del experto, Paraguay logró financiar la Guerra del Chaco de una manera notablemente eficiente y responsable ya que a diferencia de muchos otros países que recurrieron a deuda externa o ayuda internacional para sostener conflictos bélicos, nuestro país logró cubrir casi la totalidad de los gastos de la guerra con recursos propios y al contado.

Según estimaciones de David Zook en su libro “La conducción de la guerra del Chaco”, el esfuerzo bélico paraguayo costó alrededor de USD 125 millones de dólares -de la época-. 

De ese monto, explicó Cosp, gran parte fue financiada con fondos nacionales. Parte de estos recursos provenían de las reservas acumuladas durante los gobiernos de la década de 1920, especialmente bajo la administración de Eligio Ayala, que había aprovechado un auge en las exportaciones de algodón para fortalecer las finanzas del Estado.

Además, Argentina que si bien era “oficialmente” neutral, ofreció apoyo indirecto que fue clave para Paraguay. Ese respaldo incluyó suministros estratégicos como municiones y combustible, así como asistencia financiera a través de préstamos sin intereses, que se estima rondó los USD 5 millones.

“Lo más destacable del caso paraguayo es la eficiencia con la que se usaron esos recursos. En comparación, Bolivia gastó al menos el doble y obtuvo peores resultados en el campo de batalla, en parte por problemas de corrupción y por el pago de comisiones excesivas en la compra de armamento en el extranjero”, subrayó el investigador.

IMPACTO ECONÓMICO DE LA GUERRA DEL CHACO

Para entender más acerca del impacto económico y humanitario que tuvo este conflicto para Paraguay, es importante remontarnos a las décadas previas a la Guerra del Chaco.

Como ocurre con casi todos los conflictos armados, la Guerra del Chaco tuvo un fuerte impacto en la economía paraguaya. En ese momento, el país era esencialmente agrícola, y el conflicto implicó el traslado masivo de la mano de obra joven y productiva, es decir, personas que trabajaban en el campo y en otros sectores clave, hacia el frente de batalla. Esta movilización afectó directamente la capacidad productiva del país. 

Además, Cosp recordó que el esfuerzo bélico también supuso un enorme gasto público no solo durante los años de la guerra (1932-1935), sino ya desde la década anterior. En el periodo previo, el Estado comenzó a destinar parte significativa de su presupuesto a preparativos militares, ante la creciente tensión con Bolivia por el Chaco.

En ese sentido, ya durante los gobiernos de Eligio Ayala y José Patricio Guggiari, en los años 20, aproximadamente la mitad del presupuesto nacional se orientó a la defensa. Esto implicó la compra de armamento, cañoneras, fusiles, morteros y otros insumos militares. 

“Para un país pequeño y con recursos limitados, este nivel de gasto era excepcional. De hecho, proporcionalmente, Paraguay invertía más en defensa que potencias europeas como el Reino Unido o Francia durante el período de entreguerras de la Primera y Segunda Guerra Mundial”, afirmó el historiador.

Destacó asimismo que los gastos extraordinarios, sumados a la pérdida de fuerza laboral en los sectores productivos durante el conflicto, restringieron severamente la capacidad del Estado para invertir en áreas fundamentales como servicios sociales, salud, educación e infraestructura. 

PANORAMA POSGUERRA

Enrique Cosp mencionó durante la entrevista que el panorama económico del país tras la firma del Tratado de Paz en 1938 no era nada alentador, la guerra dejó al país completamente exhausto, sin recursos suficientes para encarar proyectos de desarrollo o inversión productiva. 

“Muchos de estos proyectos fueron postergados durante años, no solo por el agotamiento económico, sino también por la inestabilidad política que caracterizó el período de posguerra”, remarcó.

Al respecto consideró que es sumamente importante entender que lo económico y lo político estaban profundamente entrelazados y posterior a la guerra, Paraguay atravesó una etapa marcada por sucesivos golpes militares, y en 1947 se produjo una revolución que agravó aún más la situación. 

“Esta combinación de crisis económica e inestabilidad política hizo que muchas iniciativas fundamentales quedaran paralizadas o fueran constantemente aplazadas. Un ejemplo es el del servicio de agua corriente, que mientras otras capitales sudamericanas ya contaban con este servicio, en Asunción seguían siendo comunes las aguateras hasta la década de 1950”, recordó. 

Al respecto fue contundente en afirmar que esto no significó que Paraguay no fuera consciente de la importancia del agua corriente, ya que el proyecto se venía discutiendo desde décadas atrás, sin embargo, tanto la guerra como los años de preparación impidieron su concreción, principalmente por falta de recursos.

REACTIVACIÓN ECONÓMICA

Otro punto importante de destacar es que la reactivación económica del país tras la guerra conllevó un proceso sumamente lento y complejo. 

Cosp contó que toda la década posterior al conflicto (1935-1945), estuvo marcada por serias dificultades económicas. En dicho periodo comienza a difundirse en la región el pensamiento “keynesiano”, que promovía una mayor participación del Estado en la economía, principalmente a través de obras públicas. 

“Esta idea también empezó a cobrar relevancia en Paraguay. Incluso Eusebio Ayala, presidente durante gran parte del conflicto y de orientación liberal, reconocía la necesidad de generar oportunidades económicas para los miles de jóvenes desmovilizados que regresaban del frente sin empleo”, dijo. 

Esto evidencia que la preocupación de la época no era solo económica, sino también social, atendiendo a que una gran masa de excombatientes sin perspectivas podía convertirse en una fuente de inestabilidad.

EL PAPEL DE LAS OBRAS PÚBLICAS

Fue así que el expresidente Ayala, planteó la realización de obras públicas como una forma de dar trabajo a estos jóvenes y, al mismo tiempo, de impulsar el desarrollo del país, aunque no tuvo tiempo de implementar su visión debido a que fue derrocado en febrero de 1936, pocos meses después del fin de la guerra.

Aun así, señaló el investigador, que los gobiernos posteriores comenzaron a adoptar algunas de estas ideas. Un ejemplo concreto fue la construcción de las primeras rutas pavimentadas del país durante el gobierno del general -posteriormente mariscal- José Félix Estigarribia. 

“Estas obras fueron posibles gracias a financiamiento externo -principalmente mediante préstamos de los Estados Unidos-, que si bien fueron modestas, comenzaron a generar cierto dinamismo económico”, expresó.

Ya durante la década de 1940, el Estado paraguayo incrementó su participación en la economía con la creación de empresas públicas, se desarrolló una flota mercante y surgieron iniciativas de industrialización estatal. 

Además, cabe mencionar que Paraguay tampoco pudo capitalizar plenamente el auge exportador que muchos países latinoamericanos experimentaron durante la Segunda Guerra Mundial. 

PRINCIPALES TRANSFORMACIONES POSGUERRA

Finalmente, Enrique Cosp habló respecto a las principales transformaciones económicas y políticas tras el cese de la Guerra del Chaco. 

En el plano económico, mencionó que una de las transformaciones más relevantes fue el declive del mensú (trabajador de los yerbales), una figura emblemática y muy cuestionada en el Paraguay rural, que según dijo “aunque se le pagaba un salario, el sistema funcionaba como una forma encubierta de servidumbre”.

La Guerra del Chaco hizo que este sistema económico comenzara a debilitarse por el reclutamiento masivo de hombres jóvenes y fuertes para el esfuerzo bélico, lo que incluyó a los mensú. 

En cuanto al ámbito político, Cosp recordó que la guerra marcó un punto de inflexión en la relación entre el poder civil y el militar, ya que hasta ese momento, Paraguay había sido gobernado mayormente por civiles, como Eligio Ayala, Eusebio Ayala, José Patricio Guggiari o Manuel Gondra, provenientes de círculos intelectuales y profesionales.

Sin embargo, al concluir la guerra se produjo un claro ascenso del militarismo en la vida política nacional. En ese contexto, el mariscal José Félix Estigarribia asumió la presidencia, seguido por figuras como el general Higinio Morínigo, y más adelante Alfredo Stroessner. 

Para concluir, el historiador recalcó que “incluso aquellos presidentes que no eran militares durante este período, fueron impuestos o sostenidos por el poder militar. Es decir, la legitimidad del poder dejó de surgir exclusivamente del ámbito civil, para trasladarse, en gran parte a los cuarteles, fortaleciendo el estamento militar no necesariamente buscado”.

Enrique Cosp, investigador, escritor y divulgador de historia.

“La Guerra del Chaco, se recuerda con un fuerte sentido de orgullo y respeto, es vista como un momento en el que la nación hizo los deberes y logró una victoria digna”-

Enrique Cosp, investigador, escritor y divulgador de historia.

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