Para que puedan dimensionar, el gasto de Estados Unidos en el punto más crítico de la pandemia fue más alto que el gasto que tuvieron en la Segunda Guerra Mundial. Este país movió más de USD 6 trillones por la crisis y como estímulo a los esfuerzos de ajuste de la inflación.
Ahora la economía global se encuentra entre una hiperinflación o una recesión. Ninguna de estas opciones es buena, pero son malas en diferentes maneras y son malas para diferentes personas.
Entonces, la pregunta más importante ahora es: ¿Estamos estancados en decidir entre la inflación y la recesión? ¿No tenemos otra opción?
En este momento, Estados Unidos se encuentra con una inflación cuatro veces más alta de lo normal y con un crecimiento casi nulo; por lo tanto, es fundamental el informe sobre el crecimiento del país presentado el 28 de julio, ya que la definición de recesión es contar con dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en el producto interno bruto (PIB) real. Aunque muchas instituciones ya no utilizan esta definición para confirmar una recesión o no, sigue siendo una de las probabilidades más aceptadas a nivel global.
A pesar de que estas dos opciones son malas, no crean que la opción C o D sean mejores.
Una de las opciones es algo que los economistas llamamos “estanflación”. Este término se comenzó a utilizar en los años 70 para describir un periodo de bajo crecimiento económico con altos niveles de desempleo que a la vez se encuentra con niveles altos de inflación; pero, generalmente, niveles bajos de crecimiento y niveles altos de desempleo generan menos inflación porque, si las personas no tienen trabajo y tienen incertidumbres sobre el futuro, gastarán menos y crearán una baja circulación de dinero, o sea, menos inflación.
Nos encontramos, además, en un mercado bajista. Es posible que estemos en una recesión, pero la oficina de Investigación Económica ni siquiera intenta anunciar una recesión en tiempo real.
Los economistas somos buenos en muchas cosas, pero predecir recesiones no es una de ellas. Inclusive si acertamos en un momento, lo más probable es que no acertemos en el siguiente. Pero los datos que tenemos indican que sí podría pasar: la tasa de interés está en fuerte aumento, el ascenso de los precios de la energía y la fuerte caída de las acciones se han asociado con recesiones en el pasado.
Además, inflacionar a una economía no viene gratis: en algún momento, el Banco Central se verá obligado a enfriar la economía del país. De esta forma, la inestabilidad de precios la termina pagando un crecimiento económico que se congela ante las restricciones monetarias anti inflacionarias.
Con todo esto podemos decir que nuestras únicas opciones viables son la hiperinflación o la recesión, ya que los puestos de trabajo se encuentran sólidos y a la alza. Si existe menor crecimiento económico a nivel global, la inflación es muy poco controlable, pero las expectativas de gastos de las familias también se encuentran a la baja.