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7 de septiembre de 2024

La economía en una lección: ¿Cuál es su mayor secreto?

Este artículo desmonta la percepción errónea de la economía como una ciencia inaccesible y revela su verdadera naturaleza como el estudio de las decisiones humanas en un mundo de recursos limitados. Además, destaca su importancia para la vida común y examina la influencia del poder sobre su difusión.

Por Lucas Cano

La disciplina económica ha sido a menudo menospreciada y malinterpretada, popularmente conocida como “la ciencia lúgubre”. Los economistas han tergiversado su propia disciplina, enmascarando la falta de originalidad y rigor en sus investigaciones con lenguaje técnico complejo y jerga académica, lo que ha contribuido a su amplia ignorancia por parte del público en general. A pesar de su influencia sustancial en la vida social, resulta increíble que una ciencia tan relevante sea tan desconocida por la mayoría de las personas. La percepción común de la economía como un campo lleno de ecuaciones complicadas y teorías especializadas ha contribuido a apartarla del alcance y la comprensión de la sociedad en su conjunto.

Sin embargo, la economía va más allá de complejas funciones matemáticas o modelos incomprensibles que a menudo parecen reservadas para los economistas de salón. De hecho, la mayoría de nosotros participamos en actividades económicas de forma natural, a menudo sin ser plenamente conscientes de ello. La economía es mucho más accesible de lo que se percibe, y su esencia puede ser entendida a través de una lección simple que revela su secreto más profundo. Pero antes de adentrarnos en ella, es crucial comprender

en qué consiste exactamente esta disciplina.

LA ACCIÓN HUMANA 

La economía es, a fin de cuentas, la propia acción humana (1). Un poco más específico, es el estudio de la acción humana en un contexto de escasez, es decir, aquel campo de investigación que trata de dilucidar y comprender aquellos fenómenos regulares que surgen a raíz de que los humanos interactuamos y actuamos según lo que creemos que es mejor, en un contexto donde luchamos por conseguir lo que queremos con lo que tenemos a nuestra disposición, es decir, perseguir nuestros fines con medios a nuestro alcance.

Para comprender esto con mayor claridad, es importante reconocer que nuestras necesidades son ilimitadas, pero los recursos para satisfacerlas son limitados. Si todos los recursos estuvieran disponibles en abundancia, todos seríamos extremadamente ricos. Sin embargo, como vivimos en un mundo de recursos finitos, debemos tomar decisiones sobre cómo asignar esos recursos limitados para satisfacer nuestras necesidades y deseos. El hecho de elegir fines sobre otros, y utilizar medios sobre otros, implica economizar, es decir, elegir y discriminar recursos que intuimos son más prioritarios para nosotros que otros.

Cuando interactuamos con los demás, específicamente, haciendo intercambios de cosas que tenemos por otras que valoramos más que las anteriores, estamos asignando nuestros recursos sin saberlo, generando un proceso, un tipo de orden sin intención ni planificación,

que surge de manera espontánea al generalizar esa conducta que hacemos cotidianamente, ese orden o proceso se denomina mercado, ese conjunto de interacciones humanas de índole económica que distribuye los recursos de todos hacia los lugares que creemos que son más necesarios, este mecanismo de coordinación, es solo posible a través de unos pequeños símbolos que vemos todos los días denominados precios, que nos indican señales sobre qué tan limitado y demandado es ese recurso que queremos, para los demás (si es caro o barato), cosa que nos permite ajustarnos con lo que tenemos y tomar decisiones al respecto, coordinando nuestros planes con los de los demás sin ser inmediatamente conscientes de ello.

A medida que participamos en estas interacciones, contribuimos a la construcción de un sistema de cooperación social armonioso. Este sistema, a su vez, extendido a lo largo del tiempo, dado su funcionamiento, resulta en que dispongamos de mayores recursos para tomar decisiones que antes, incrementando así nuestra riqueza total disponible.

EL SECRETO ECONÓMICO 

Ahora bien, una vez que entendimos esto, ¿cuál es el secreto del que hablamos antes?,

entendimos que la economía se trata básicamente sobre elecciones humanas, y cómo las decisiones que tomemos con nuestros recursos tendrán un impacto en nuestro bienestar Cada día, individuos y sociedades enfrentan decisiones sobre cómo distribuir recursos escasos. 

Estas elecciones, desde decidir entre ahorrar o gastar hasta determinar la asignación de fondos públicos, tienen efectos directos que son fácilmente observables. Su importancia radica en que cada decisión que tomemos, impactará en nuestro bienestar y calidad de vida de forma sustancial 

Pero, ¿es suficiente concentrarnos solo en las consecuencias inmediatas de nuestras

decisiones? ¿Acaso los problemas que enfrentamos solo traen impactos a corto plazo? Es innegable que nuestras elecciones no deben limitarse únicamente al presente, sino que también deben tomar en cuenta el futuro. Es crucial comprender que lo que puede parecer beneficioso hoy podría no serlo en el mañana. La consciencia de este hecho, nos lleva a reconocer que la evaluación del impacto de nuestras decisiones debe incorporar el factor del tiempo. En nuestra búsqueda de un mayor bienestar, cada elección que hacemos debe

considerar tanto el impacto presente como el futuro de nuestras acciones. 

Esto es tan cierto a nivel personal como a nivel general, dado que la economía tiene que prever no sólo los efectos de una política económica en un momento y a un grupo determinado, sino entender cómo esa pequeña política terminaría afectando a todos y en los efectos posteriores de esa decisión. La economía entonces no solo trata de lo que se ve, sino fundamentalmente de lo que no se ve (2), esas consecuencias de largo plazo y de alcance masivo sobre nuestro bienestar.

Aquí radica la distinción entre el inexperto y el experto, entre el economista competente y el mediocre: la habilidad para reconocer los efectos indirectos y a largo plazo de los fenómenos económicos. Una decisión económica sólo puede considerarse acertada si, en general, sus beneficios superan a sus costos para todos.

¿POR QUÉ NOS LA HAN OCULTADO?

¿Por qué se oculta una lección tan simple y útil? ¿Por qué algo tan llano y familiar es desconocido para la mayoría? ¿Por qué nos lo han ocultado?

La respuesta radica en que este concepto, tan llano y rutinario, se ve desplazado por los modelos matemáticos abstractos. Estos modelos simplifican y reducen la complejidad del comportamiento humano a un conjunto de funciones que pretenden explicar cómo nos comportamos y nos comportaremos en el futuro. 

Esta metodología, por supuesto, termina concluyendo en una receta económica que el economista le brinda al político, indicando cómo y dónde debe intervenir en el mercado.

Sin embargo, esta simplificación no socava la importancia de la economía ni su impacto en la vida pública; de hecho, resalta aún más su relevancia al evidenciar la lucha por el control de este conocimiento por parte de la clase política. 

Estos, conscientes de su poder para influir en las políticas económicas, buscan alejar este saber del conocimiento común. En su lugar, lo confían a un grupo de expertos, a menudo ligados a instituciones estatales, que están dispuestos a respaldar sus agendas políticas a cambio de beneficios personales y jugosos cargos públicos.

Así, la economía se convierte en algo más que un campo de estudio; se transforma en una especie de “magia” o engaño que distorsiona su verdadero propósito. En lugar de centrarse en contribuciones innovadoras y genuinas al campo, se ve influenciada en gran medida por las redes de poder que operan dentro de las estructuras académicas y políticas (3).

No hay nada más crucial para nuestro bienestar que un ciudadano consciente de estos fenómenos, alerta para denunciar los abusos del poder sobre la vida de los demás y en defensa de su propia autonomía. 

Como bien afirmaba Von Mises:

“El conocimiento acumulado por la ciencia económica es fundamental para la civilización: ha contribuido a los triunfos morales, intelectuales, técnicos y terapéuticos de la humanidad en las últimas centurias. La decisión sobre cómo utilizar este valioso tesoro de conocimiento depende del género humano. Si decidimos ignorarlo, no desacreditaremos la ciencia económica, pero sí correremos el riesgo de destruir la sociedad y poner en peligro nuestra existencia como especie.”

Bibliografía y notas

(1) Von Mises, L. (1949). La acción humana: Tratado de economía. Instituto Juan de

Mariana

(2) Hazlitt, H. (1946). Economía en una lección. Union Editorial

3) Andreski, S. (1972). Ciencias sociales como forma de brujería. Editorial Amorrortu

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