Las perspectivas económicas para el cierre del corriente año siguen empeorando, a pesar de la gradual reapertura de la actividad productiva y social. La consultora CPA Ferrere corrigió a -5% su proyección de caída del producto interno bruto (PIB) para el 2020, desde el -1,5% pronunciado a inicios de la emergencia sanitaria.
Este ajuste responde a factores como los efectos que ejercen sobre el comercio, la industria y los servicios las medidas de distanciamiento social impuestas para frenar la propagación del COVID-19 en el país, explicó la economista Patricia Goto, en la presentación virtual brindada en la mañana de este miércoles.
A esto se suma el shock de demanda generado por el deterioro del empleo y el ingreso, así como el comportamiento del consumidor y las empresas, y el encarecimiento relativo de los productos paraguayos respecto a la región.
Los riesgos adicionales, por su parte, consisten en el bajo nivel de los ríos por la prolongada sequía, que limita la producción de energía eléctrica y los servicios logísticos; esto último, debido a la capacidad de navegabilidad.
En cuanto a los impulsos, Goto mencionó a la fuerte inversión en obras públicas como parte de la ejecución del plan de reactivación del Gobierno y la zafra récord que se prevé obtener con la actual campaña de soja.
Para el 2021, CPA Ferrere pronostica un crecimiento económico de 5,3%, como un efecto rebote tras la actual fragilidad derivada de la pandemia. De esta manera, la firma se acopla a la actualización que efectuó semanas atrás el Fondo Monetario Internacional (FMI), con una corrección también a -5% de la proyección de contracción del PIB para el presente año, a pesar de que el Banco Central del Paraguay (BCP) mantiene su estimación de -2,5%, hasta la fecha.
Precios en baja. En cuando a la inflación, CPA Ferrere espera que el Índice de Precios al Consumidor (IPC) cierre el 2020 en un nivel de 1,1%, lejos de la meta de 4% que maneja el BCP y también por debajo del piso del rango de 2% a 6% en que se permite fluctuar a este indicador.
Entre los factores que generarán este resultado, Goto se refirió al impacto de la menor actividad económica en la demanda interna de productos y servicios, que se mantiene baja y sin perspectivas de mejoras sustanciales inclusive hasta el próximo año.
Otros elementos son el desplome del precio internacional del petróleo y su efecto local en los combustibles, y el abaratamiento de la carne que resulta de la mayor oferta local derivada de la ralentización del comercio exterior.
En el 2021, la consultora espera que la inflación se ubique en 3,5%, convergiendo a la meta en un contexto de reactivación económica, agregó la economista.
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Deterioro de cuentas fiscales. En el terreno de la administración del Estado, CPA Ferrere estima un déficit fiscal (más gastos que ingresos, respecto al PIB) de 6,5%, todavía por debajo del 7,7% que ya maneja el Ministerio de Hacienda.
Patricia Goto detalló que los factores transitorios que están incidiendo en esta proyección se relacionan con la caída de los ingresos tributarios generada por las medidas de contención de la pandemia -diferimiento en el pago de impuestos – y el mayor gasto social e inversión en salud pública.
Los factores permanentes, por su parte, consisten en la reducción de los ingresos tributarios debido a la menor actividad económica y el aumento de los gastos correspondientes a la contratación de personal de salud.
“El ratio deuda/PIB se mantiene en niveles ´bajos’ – de 29,7% a abril de 2020 -, pero la tendencia de la última década requiere corregir la trayectoria. Hace falta un plan de readecuación fiscal a partir del 2021”, aseveró.
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