Brasilia, 19 jun (EFE).- El español Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), afirmó en una entrevista con EFE que el dinero para acabar con el hambre en el mundo existe y que la solución sólo depende de «voluntad política».
En el marco de una visita a Brasil, Lario sostuvo que la propia respuesta de la comunidad internacional frente a «algunos conflictos globales» demuestra que es posible financiar iniciativas contra el hambre y que en realidad lo que faltan son las «decisiones».
Según datos del FIDA, un organismo especializado de las Naciones Unidas volcado a promover el progreso económico en zonas rurales, en el planeta existen hoy unos 750 millones de personas con algún grado de insuficiencia alimentaria.
«Es una cuestión de prioridad política», pues «hay un tipo de inversión que puede transformar el hambre en el mundo» y promover iniciativas que permitan incluso «prevenir» esas situaciones, en vez de atender después las «emergencias» que generan, indicó Lario.
«El coste para las sociedades, el coste humano, así como el coste de esos conflictos, es muchísimo mayor que si hubiera una inversión más intencional y enfocada en ayudar a esas comunidades», apuntó.
Lario subrayó que todas esas cuestiones tienen ángulos políticos, sociales, económicos y ahora también medioambientales, con los llamados «desplazados climáticos».
Estos últimos, según el presidente del FIDA, se ven obligados a abandonar zonas de producción agrícola y constituyen una «migración forzada», que «está desesperada y no tiene condiciones de vida u oportunidades para desarrollarse» en esas regiones, todo lo cual genera «un coste» humano y económico «verdaderamente alarmante».
EXISTE EL DINERO Y EXISTEN LOS MECANISMOS
Lario insistió en que, además de los recursos necesarios, existen también diversos mecanismos que pudieran contribuir a combatir esa situación, pero que no son efectivamente utilizados.
Entre ellos, se refirió a los derechos especiales de giro del Fondo Monetario Internacional (FMI), que pueden ayudar a aumentar la liquidez y a promover una recuperación global sustentable.
«Son instrumentos que el ser humano ha creado, dentro de las políticas monetarias, pero no hemos sido capaces de utilizarlos para solucionar este tipo de cuestiones», aseguró.
También citó, entre las posibles alternativas, las negociaciones para la condonación de deudas de países en desarrollo, sobre las que se discute «hace años» pero en pocos casos se llega a acuerdos firmes.
«Todo eso depende del ser humano» y su capacidad de «establecer acuerdos que puedan beneficiar a las poblaciones más vulnerables», para lo cual se debe «tener claro a quién se quiere apoyar» y optar por «esas sociedades» muchas veces «desatendidas tanto por la comunidad internacional como por los propios Gobiernos», declaró.
Según Lario, es una cuestión de «enfoque», pues «hay una atención adecuada a las crisis humanitarias, pero no hay una atención igual de importante a temas de desarrollo e inversión para lo que sería transformar y eliminar el hambre».
LAS DESIGUALDADES EN AMÉRICA LATINA
En el caso de América Latina, donde el FIDA centra parte de sus actividades, Lario señaló que uno de los obstáculos para un mayor desarrollo radica en «los grandes desequilibrios y desigualdades», que se reflejan también en la actividad agrícola.
En Latinoamérica «tenemos desde negocios de agroindustria muy exitosos a nivel mundial hasta una agricultura familiar que no recibe atención», así como ocurre «con muchos pueblos indígenas», que, al igual que los pequeños productores, no tienen acceso adecuado a la financiación, dijo.
En ese marco, subrayó que, aún con su enorme potencial, América Latina mantiene «cifras de inseguridad alimentaria demasiado altas para países o sociedades que en muchos casos son de renta media alta».
Lario añadió que en América Latina falta una «integración mayor del mercado regional» y que «las grandes industrias sean más inclusivas en sus negocios», a fin de que «parte de la cadena de valor beneficie también a los pequeños productores y a la agricultura familiar».
Pero también es necesaria una mayor planificación y diversificación, pues debido a exigencias del mercado externo «vemos que muchos Gobierno enfocan demasiado en ciertos cultivos» para la exportación, y «eso los hace mucho más vulnerables», agregó.
Eduardo Davis