Buenos Aires, 29 nov (EFE).- El plan de «shock» que pretende poner en marcha Javier Milei una vez que asuma la Presidencia de Argentina el próximo 10 de diciembre incluye desarmar la «bomba» de las Letras de Liquidez (Leliq), instrumentos de deuda del Banco Central que actualmente evitan que una ingente cantidad de pesos se emplee en la compra de dólares en el mercado informal pero mete presión a la tasa de interés de los depósitos.
El Banco Central coloca estos títulos entre bancos comerciales para reducir la masa de dinero en circulación en un caliente contexto inflacionario y de presión cambiaria.
En la jerga financiera argentina, constituyen una ‘bola’ porque vencen cada 28 días, obligando al Banco Central a operaciones de renovación constantes, ofreciendo actualmente a los bancos una tasa de interés nominal anual del 133%.
En su objetivo de máxima, Milei propone dolarizar la economía y cerrar el Banco Central, para lo cual necesita antes rescatar la deuda de la entidad, incluyendo las Leliq.
Pero, más allá de esa meta última, que parece ahora un tanto más lejana, el electo presidente ve como prioridad desactivar la ‘bomba’ de las Leliq en lo inmediato, como condición previa para desmontar las intrincadas restricciones al acceso a divisas conocidas en Argentina como ‘cepo cambiario’.
Claro que Milei sabe que para lograrlo se requiere mano de relojero. Él mismo ha advertido días atrás de que una salida fallida al problema podría generar una ‘llamarada’ hiperinflacionaria dado el poder destructivo de la montaña de pesos contenida en las Leliq.
Aun así, no hay un consenso entre los economistas sobre la urgencia y la magnitud que Milei asigna a este problema. Muchos sostienen que el foco debe estar en recuperar el equilibrio fiscal y poner coto a la emisión monetaria para financiar al Tesoro.
«Las Leliq son un problema, pero ponerlas como prioritarias parece más una táctica comunicacional para justificar la dilación en solucionar los demás problemas más urgentes de la economía argentina», consideró la consultora Epyca en un informe.
En el mercado, se especula con una salida que rescate las Letras de Liquidez -cuyo volumen ya duplica a la base monetaria- a cambio de títulos del Tesoro, Pases Pasivos (otro tipo de instrumento que conforma el pasivo remunerado del Banco Central) o dinero en efectivo, o una combinación de todas estas alternativas.
«Los rumores hablan de conseguir financiamiento externo relevante para cancelar buena parte de las Leliq con dólares», indicó en un informe la firma Portafolio Personal Inversiones, que calculó el actual ‘stock’ de Leliq en unos 11.105 millones de dólares y el total de la deuda remunerada del Banco Central en 24.829 millones.
Según la firma Delphos Investment, algunos rumores indican que se intentaría obtener financiación externa con garantía de activos estatales -por ejemplo, las acciones que posee el Estado argentino en la petrolera YPF- para fortalecer el balance del Banco Central en este proceso.
«También podría negociarse con el Fondo Monetario Internacional (FMI) alguna ampliación del préstamo a desembolsarse durante 2024», apuntó Delphos.
Pero para Epyca, no tendía «sentido económico» que Argentina tome deuda externa por 15.000 millones de dólares para rescatar las Leliq porque debería pagar por esos préstamos una tasa de interés alta y aceptar ciertas condiciones, más allá de que, para la consultora, «existen otros usos posibles para esos dólares más urgentes» que rescatar las Letras de Liquidez.
Los bancos, en tanto, han decidido desde la semana pasada, una vez concretada la victoria electoral de Milei, empezar a migrar sus tenencias de Leliq hacia los Pases Pasivos, colocaciones a un día de plazo, con menor tasa de interés que las letras y cuyo volumen ya supera al de las Leliq.
Según la Fundación Mediterránea, esta «movida llama la atención» y «refleja algún tipo de inquietud en el sistema» financiero y las «incógnitas» de las entidades bancarias respecto a los «efectos colaterales negativos sobre la descarrilada macroeconomía» que podría conllevar un intento de desactivar la «bomba» de Leliq.
Natalia Kidd