Sao Paulo, 9 sep (EFE).- El precio de los alimentos básicos se ha disparado en Brasil presionado por el fuerte aumento de la demanda en el mercado externo y la escalada del dólar, un alza que golpea principalmente el bolsillo de las clases más desfavorecidas y castigadas por la crisis del nuevo coronaviurs.
El precio del arroz y del fríjol, dos de los principales alimentos en la dieta de los brasileños, ha escalado más de un 20 % en lo que va de año, en momentos en los que el país enfrenta una grave crisis económica y social por la pandemia.
El aumento del precio de los alimentos ha sido responsable por el 80 % de la inflación acumulada del año en Brasil, que llegó al 0,70 %, de acuerdo con los datos divulgados este miércoles por el estatal Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
El valor de las materias primas trepó durante el comienzo de la pandemia obedeciendo a la ley de la oferta y la demanda. La crisis sanitaria provocó un fuerte incremento de las compras externas, mientras que algunos países optaron por restringir la oferta para garantizar el abastecimiento interno.
Pero en Brasil se sumó un factor clave: la devaluación del real. La depreciación de cerca del 40 % de la moneda brasileña ha atraído compradores y alentado a los productores agrícolas a apostar por las exportaciones, en detrimento de la venta en el mercado interno.
«El alza del dólar hizo que los exportadores de arroz, soja, carnes, café y azúcar, pasaran a tener en el exterior una ventaja muy grande en el término de precios y comenzaran a cobrar internamente un precio más alto. Destinaron a la exportación una parcela mayor, reduciendo la oferta interna», explicó a Efe Mauro Rochlin, economista del centro de estudios Fundaçao Getulio Vargas (FGV).
En el caso del arroz, la caída en picado del real hizo prácticamente inviable las importaciones del producto por parte del Mercosur, bloque que junto a Brasil integran Paraguay, Uruguay y Argentina y que tradicionalmente envía sus estoques al país sudamericano.
A ello se suma la retracción de la oferta de la materia prima por parte de los productores, pese a estar en plena cosecha, con un 58 % del área recolectada, de acuerdo con la Asociación Brasileña de la Industria de Arroz (Abirroz).
El Gobierno brasileño ha descartado un posible desabastecimiento en el mercado interno y confía en la súper cosecha que se espera para el próximo año, cuando está prevista una producción de 12 millones de toneladas, un incremento del 7,2 % con respecto a la anterior.
De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, la próxima cosecha, que comenzará a ser comercializada en marzo de 2021, producirá un alivio en el precio del arroz, un alimento del que cada brasileño consume una media de 34 kilos por año.
Pero los especialistas creen que la bajada del precio será difícil mientras el dólar continúe en niveles históricos en Brasil, especialmente porque el Gobierno no tiene condiciones de controlar un cambio volátil.
BOLSONARO PIDE «PATRIOTISMO» PARA BAJAR LOS PRECIOS
El Ejecutivo también ha negado cualquier tipo de intervención en el precio de los alimentos, pero el presidente Jair Bolsonaro, elegido en 2018 con un agenda de corte liberal, ha hecho un apelo a los dueños de supermercados para que reduzcan al máximo su margen de beneficio por una cuestión de «patriotismo».
En las últimas semanas Bolsonaro ha abordado en diferentes ocasiones la situación de los precios y una de las primeras medidas anunciadas hoy fue la eliminación de los aranceles sobre el arroz importado.
La exención de impuesto de importación incidirá sobre una cuota de 400.000 toneladas de arroz y busca obligar a los productores a reducir los precios en el mercado doméstico para que puedan competir con el valor del grano importado.
Además, el Ministerio de Justicia notificó a los representantes de los supermercados y de los productores de los alimentos para que, en un plazo de cinco días, ofrezcan una explicación sobre el inusitado aumento del precio de los alimentos de la canasta básica, en momentos en los que el paro ya alcanza el 13,3 %, lo que significa que 12,8 millones de personas están en busca de un empleo.
El país se resiente de los efectos de las medidas de aislamiento social impuestas para contener la pandemia, la cual ya deja 127.000 muertes y 4,1 millones de casos, y el Gobierno ha intentado aplacar la crisis con subsidios para los más pobres.
Bolsonaro anunció la semana pasada que prorrogará hasta final del año la ayuda para los trabajadores informales y desempleados, aunque redujo a la mitad el valor del auxilio hasta los 300 reales (unos 53 dólares).
La medida, que ha beneficiado hasta el momento a unos 65 millones de brasileños e incrementó la visibilidad del Gobierno en el nordeste, histórico reducto del progresista Partido de los Trabajadores (PT), ha sido clave para el aumento de la popularidad del presidente, quien tiene su mejor índice desde el inicio de su mandato.