Miami, 22 sep (EFE).- El presidente estadounidense, Donald Trump, registró en Cuba su marca de negocios en 2008 para construir hoteles, casinos y campos de golf, según reveló este martes el diario local Miami Herald.
De acuerdo con la investigación del rotativo, que cita como fuente primaria un registro en la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial, Trump se valió de una abogada de la isla para dicho trámite.
Sin embargo, y debido a la «burocracia desenfrenada» que existe en Cuba, la marca Tump no fue aprobada allí hasta dos años más tarde, y caducó en 2018, cuando el republicano ya era presidente de Estados Unidos.
La marca estaba relacionada con «inversión en bienes raíces», «concursos de belleza», «campos de golf», «servicios de juegos de casino», «montaje de programas de televisión» y «servicios hoteleros», entre muchas otras actividades, dice el rotativo.
No obstante, Trump, que para su reelección en noviembre apuesta al electorado de origen cubano en el sur de Florida, «no violó el embargo estadounidense contra Cuba», que fue impuesto desde 1960, indica el medio.
La razón es que las Regulaciones de Control de Activos Cubanos, así como las reglas del Departamento del Tesoro para implementar el embargo comercial a la isla incluyen excepciones como la presentación de marcas registradas mediante el pago de agentes locales para hacerlo.
De acuerdo con la investigación, Trump contrató a la abogada cubana Leticia Laura Bermúdez Benítez para presentar la solicitud en octubre de 2008.
Desde junio de 2017, durante un evento en Miami en el que rindió tributo a varios de los opositores cubanos, el ya presidente Trump enumeró las políticas de su Gobierno para revertir el deshielo emprendido por su predecesor, el presidente Barack Obama.
Entre ellas modificaciones orientadas a frenar los negocios de estadounidenses con empresas militares cubanas y restringir las visitas a la isla.
«No queremos dólares de estadounidenses para un negocio del régimen que explota a los cubanos, no vamos a levantar las sanciones hasta que no haya libertad, se legalicen los partidos políticos y haya elecciones libres con supervisión internacional», expresó.
Trump, sin embargo, no dio vuelta atrás a la decisión de Obama de cancelar la entrada de cubanos sin permisos legales a EE.UU. como parte de la política de «pies mojados/pies secos» decretada en 1995.
Más recientemente, en agosto pasado, un informe del Comité de Inteligencia del Senado de EE.UU. indicó que Paul Manafort, que fue jefe de campaña del hoy presidente en 2016, viajó a Cuba en 2017 para reunirse con «un hijo de Castro», sin especificar si de Fidel o Raúl.
De acuerdo con el Miami Herald, fue el propio Manafort el que le confirmó a los investigadores del FBI que la reunión con «el hijo de Castro» fue arreglada por Brad Zackson, que trabajó como «broker exclusivo» de las propiedades inmobiliarias del padre de Trump, Fred Trump, ya fallecido.
Según los informes a los que tuvo acceso el Herald, la visita a Cuba tuvo lugar en los primeros días de enero de 2017, justo después de que Trump asumiera la Presidencia.
En relación con el reportaje del Herald, la campaña del candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, remarcó en un comunicado que a Trump «solo le importan sus propios intereses».
«El presidente Trump prometió que no haría negocios en Cuba hasta que la isla fuera libre. Fue una mentira. Es obvio que a Trump no le importa la libertad del pueblo cubano; a él solo le importan sus propios intereses, aunque eso signifique hacer negocios con los Castro», dijo este martes Christian Ulvert, asesor estratégico de Biden.