Sao Paulo, 12 oct (EFE).- La incertidumbre en torno al rumbo fiscal de Brasil ha aumentado la presión sobre el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro en plena pandemia del coronavirus y ha echado el freno a las inversiones en un país duramente atizado por la crisis económica.
La salud de las ya maltrechas cuentas públicas se ha debilitado en los últimos meses con el fuerte aumento de gastos por parte del Gobierno y por la abrupta caída de la recaudación tributaria durante la pandemia.
El déficit nominal en las cuentas públicas de Brasil fue de 785.103 millones de reales (142.700 millones de dólares) entre enero y agosto de 2020, equivalente al 16,7 % del PIB y un 180 % mayor que el del mismo periodo del año anterior.
Asimismo, la deuda pública bruta aumentó más de diez puntos porcentuales desde comienzo de año y debe de terminar 2020 próxima al 95 % de PIB, un valor elevado para un país emergente como Brasil.
«El Estado brasileño fue uno de los que más gastó en Latinoamérica, y Brasil está teniendo uno de los mayores aumentos de deuda pública este año», señaló a Efe Samuel Pessôa, investigador del departamento de Economía Aplicada del centro de estudios Fundación Getulio Vargas (FGV).
De acuerdo con uno de los más recientes informes macroeconómicos de la FGV, firmado por los economistas Fernando Castelar y Silvia Matos, el actual cuadro fiscal de Brasil es «asustador» y requerirá malabarismos el próximo año.
Ello porque el 31 de diciembre de 2020 finaliza el «estado de calamidad» decretado durante la pandemia, el cual dio margen de obra al Gobierno para aumentar los gastos por encima del llamado «techo de gastos». El mismo fue impuesto por una ley aprobada en 2017 y limita el incremento de los presupuestos anuales a la inflación del ejercicio inmediatamente anterior.
Los interrogantes sobre la senda fiscal de Brasil aumentan a medida que se acerca el momento de tramitar en el Congreso el proyecto de ley que establece el presupuesto del próximo año.
Pese a las divergencias dentro del propio Ejecutivo, todo indica que el presupuesto finalmente no incluirá un programa lanzado en el marco del combate a la crisis del coronavirus y el cual amplió los subsidios para los más pobres.
«No está claro cómo el Gobierno brasileño atenderá las demandas por más gastos en 2021, especialmente de transferencia a los más fragilizados por la pandemia. El desencuentro de discursos del Gobierno y su equipo económico sobre este asunto genera todavía más incertidumbre», señala el informe macroeconómico de la FGV.
A ello se suma un factor adicional: el fantasma de la inflación.
Pese a situarse por debajo de la meta establecida por el Gobierno, la inflación ha vuelto a repuntar tras varios meses contenida debido a la abrupta caída del consumo durante la pandemia y su avance ha encendido algunas alertas.
«La preocupación es que de aquí a algún tiempo la inflación se acelere todavía más. Si el Banco Central opta por combatirla mediante la elevación de la tasa de intereses, ello tendrá un impacto negativo en las cuentas públicas», recalcó Pessoa.
CAÍDA DE LA INVERSIÓN
Los economistas consultados por Efe consideran que el embrollo fiscal de la mayor economía de Sudamérica ha aumentado la aversión al riesgo por parte de los inversores, principalmente los extranjeros.
De acuerdo con en el Banco Central, la inversión extranjera en proyectos productivos en Brasil en los ocho primeros meses de 2020 cayó un 41,4 %, desde 46.000 millones de dólares entre enero y agosto de 2019, hasta 26.957 millones de dólares en el mismo período de este año.
Por su parte, la inversión de los extranjeros en activos financieros, incluyendo acciones, fondos de inversión y títulos de deuda, se redujo en un 16,08 %, desde 8.899 millones de dólares entre enero y agosto de 2019 hasta 7.468 millones de dólares en el mismo período de 2020.
TURBULENCIAS EN EL MERCADO
El presidente do Banco Central (BC), Roberto Campos Neto, admitió también que el escenario de las cuentas públicas de Brasil es un factor de turbulencia en el mercado financiero, golpeado por la volatilidad.
«El mercado ve con cierta desconfianza la situación fiscal. El dólar ha subida mucho y eso también refleja ese malestar con la situación fiscal», dijo a Efe André Perfeito, socio y economista jefe de la corredora Necton Investimentos.
De acuerdo con el economista, el «mal humor de los inversores», puede presionar todavía más al dólar, el cual ha subido cerca de un 40 % en lo que va de año frente al real, que se ha convertido en la moneda más desvalorizada en los primeros nueve meses de 2020.