Panamá, 23 mar (EFE).- Unas 2,8 millones de personas caerían en la pobreza en Centroamérica y República Dominicana a causa de la pandemia, lo que supone un aumento del 6 %, según un nuevo estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que alentó a los gobiernos a buscar políticas públicas de redistribución e inclusión para evitar posibles estallidos sociales.
«A pesar de las medidas tomadas por los gobiernos para mitigar el efecto social de la crisis, tenemos un aumento de la pobreza de unos 6 puntos porcentuales, y de la desigualdad», dijo la asesora económica principal para Centroamérica, Haití, México, Panamá y República Dominicana del BID, Marta Ruiz-Arranz.
Estos datos están incluidos en el informe «Desigualdad y Descontento Social: cómo abordarlos desde la política pública», elaborado por el BID y presentado este martes en una conferencia virtual.
Este estudio indica que como resultado de la pérdida de empleo, la reducción de los salarios y la disminución de las remesas en algunos países, 677.000 personas caerían en la pobreza en República Dominicana.
La pandemia y sus consecuencias arrastrarían a la pobreza a 581.000 personas en Guatemala; a 536.000 en Honduras; a 478.000 en El Salvador; a 301.000 en Panamá y a 247.000 personas en Costa Rica.
Esto evidencia los «riesgos en materia económica y social» que ha dejado la pandemia, puesto que El Salvador y República Dominicana habían experimentado una reducción significativa de la pobreza entre 2010 y 2018, dejándola en un 31,3 % y 18,6 %, respectivamente.
UNA CRISIS ECONÓMICA SIN PRECEDENTES
Las razones de este aumento recaen en dos aspectos «heterogéneos», como describió a Efe Arnoldo López, economista y coeditor del informe del BID: una crisis sin precedentes que «cierra la economía y una caída en la demanda externa».
Ruiz-Arranz detalló que el empleo se vio más afectado en aquellos sectores que «requerían un contacto físico» y hay países de Centroamérica «que son dependientes del turismo, comercio u hostelería».
Por ello, el impacto ha sido desigual en esta región ya de por sí pobre. «No es solo un aumento de pobreza, sino de desigualdad porque no afectó a todos por igual», agregó Ruiz-Arranz en declaraciones a Efe.
LAS REMESAS COMO UN SALVAVIDAS
«Uno de los factores que contribuyó a mitigar el efecto (económico de la pandemia), la reducción de ingresos y de pobreza fueron las remesas», especificó López.
La entrada de remesas, una importante fuente económica en el Triángulo Norte centroamericano, se desaceleró en el primer trimestre del 2020 pero cerró el año con «máximos históricos», indicaron los analistas.
«Se vio una caída de las remesas los primeros meses de confinamiento, pero se registró un repunte muy grande a partir de mayo-junio», lo que se asocia a la pronta reapertura de la economía de EE.UU., y a que las ayudas sociales del Gobierno estadounidense también llegaron a los trabajadores migrantes.
El grueso de las remesas familiares que llegan a Centroamérica proviene de Estados Unidos y este caudal representa un importante aporte al PIB: en El Salvador y Honduras suponen el 20 % del PIB, mientras que en Guatemala y Nicaragua son cerca del 13 % del PIB.
POLÍTICAS PÚBLICAS PARA MEJORAR LAS CONDICIONES SOCIALES
«Esquemas para tratar de redistribuir y mejorar las condiciones sociales de la población son las estrategias que pudiesen ser más efectivas», para enfrentar la crisis socio-económica generada por la pandemia, señaló López.
Esto también podría ayudar a rebajar el descontento social del que ya daba muestras la región antes de la llegada de la crisis sanitaria por un «denominador común»: el aumento de la desigualdad y falta de oportunidades, dijo Ruiz-Arranz.
«Vemos con preocupación que el descontento pueda aumentar» si no se aplican políticas públicas, pues «la crisis ha exacerbado este descontento y ha cambiado el enfoque, ahora hay más preocupación por la salud pública, por el desempleo» dijo la experta.