Santiago de Chile, 22 abr (EFE).- A pesar de que diversos organismos internacionales sugieren que las políticas fiscales restauradoras del medio ambiente son una de las herramientas más eficaces para la recuperación económica postpandemia, los planes expansivos que preparan los países de América Latina apenas cuentan con inversiones en economía verde.
La creación de millones de nuevos empleos y el impulso de un crecimiento igualitario e inclusivo son los argumentos que se ponen encima de la mesa para corregir los efectos adversos de la crisis impulsando una transición económica hacia actividades con cero emisiones netas, pero esta respuesta no acaba de tomar forma.
«No hay suficiente inversión todavía en los sectores verdes en nuestra región», aseveró en declaraciones a Efe la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena.
«Son pocos los sectores en los que estamos invirtiendo y pocas las empresas. Y los gobiernos en esta pandemia le han quitado presupuesto al tema ambiental, eso para nosotros es muy preocupante», continuó.
La máxima representante de la Cepal indicó que si se analizan los presupuestos la inversión verde no llega ni al 0,5 % del producto interno bruto (PIB) de los países.
SÓLO ALGUNOS PAÍSES RICOS INVIERTEN EN VERDE, PERO MUY POCO
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) reveló en un informe reciente que hasta la fecha los esfuerzos de recuperación y rescate fiscal relacionados con la covid-19 por parte de 50 economías líderes asciende a 14,6 billones dólares, de los que «solo» 341.000 millones de dólares corresponden a gasto «verde», lo que representa el 18 % del total.
En los tres países latinoamericanos presentes en el G20, Argentina, Brasil y México, el gasto en recuperación verde en porcentaje del PIB de 2019 es inexistente, según ese estudio, y de la región sólo se destaca la inversión en transporte público eléctrico hecha por Chile.
El informe concluye que no se está construyendo mejor pese a la oportunidad que supone aprovechar el gasto de la recuperación postpandemia en políticas que combatan el cambio climático, que conseguirían crecimiento económico y abordar las desigualdades.
«No pensamos que pueda haber una recuperación después de la covid-19 que no sea justa e inclusiva. Los gobiernos tienen que pensar en esto cuando proyectan sus planes de recuperación», dijo a Efe Beatriz Martins, especialista de la Unidad de Eficiencia de Recursos del Pnuma en América Latina y el Caribe.
LA CREACIÓN DE EMPLEO, UNA DE LOS GRANDES INCENTIVOS
Uno de los mayores atractivos para superar la crisis de la covid-19 avanzando en economía verde lo compartieron el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en un informe conjunto en el que ilustraron que la región de América Latina y el Caribe puede crear 15 millones de empleos netos en sectores verdes hacia 2030.
Este estudio considera que en la transición hacia una economía de cero emisiones netas se destruirán 7,5 millones de empleos en áreas como la electricidad a partir de combustibles fósiles, la extracción de combustibles fósiles y la producción de alimentos de origen animal.
En paralelo surgirán nuevas oportunidades de empleo que compensarán esa pérdida mediante la creación de 22,5 millones de puestos de trabajo en los sectores de la agricultura, la producción de alimentos de origen vegetal, las energías renovables, la silvicultura, la construcción y la manufactura.
«REPRIMARIZACIÓN» DE LA ECONOMÍA LATINOAMERICANA
Sin embargo, lejos de avanzar hacia esos sectores, a lo que se está yendo en este momento es a una «reprimarización» de la economía latinoamericana debido al incremento del precio de los commodities (materias primas o productos básicos) que exporta la región, apuntó Bárcena.
«Suben los precios de los commodities y nos vamos otra vez a las industrias extractivas y eso de nuevo va a afectar fuertemente al medio ambiente», expresó la representante de la Cepal.
La forma de evitar esto es «convencer a los actores privados y públicos de que hay alternativas renovables» en las que invertir y ofrecerles el marco adecuado para que lo hagan, continuó.
«La inversión extranjera directa que llega a América Latina ya llega con esa calidad y se va a estos sectores, pero tiene que haber por parte de los gobiernos una claridad regulatoria que incentive y asegure esas inversiones», concluyó Bárcena.
Rubén Figueroa