São Paulo, 2 jun (EFE).- Los bufés de autoservicio conquistaron a los brasileños hace décadas y se convirtieron en el modelo de alimentación más popular del país. Sin embargo, la crisis provocada por la covid-19 amenaza su supervivencia, han visto a su clientela desaparecer y sus ingresos desplomarse.
En regiones mayoritariamente comerciales de Sao Paulo, la ciudad más poblada y desarrollada del país, las habituales escenas de largas colas a las puertas de los restaurantes dieron lugar a fachadas de comercios vacíos con carteles de «se vende» o «se alquila», fruto de negocios que han sucumbido a la crisis.
«En un primer momento la caída de clientes y facturación fue de un 100 %, después pasamos a operar con alrededor de un 20 %, 25 % como mucho», contó a Efe Sonia Mauad, propietaria de tres restaurantes «por quilo», uno de ellos localizado en las cercanías de la icónica Avenida Paulista, el corazón financiero de Brasil.
La drástica reducción fue un reflejo directo de las restricciones adoptadas por las autoridades como forma de frenar la propagación de la covid-19, que incluyeron la suspensión de las actividades presenciales y la migración al teletrabajo, lo que consecuentemente disminuyó el flujo de circulación en las calles.
Sin embargo, pese a la crisis económica y sanitaria, «las cuentas seguían llegando», por lo que Mauad fue obligada a cerrar permanentemente uno de sus locales, mientras pelea para seguir manteniendo los otros dos.
«El 99 % de la facturación viene de personas que trabajan en la región, entonces si tú pierdes eso, esa clientela, pierdes prácticamente toda tu facturación», recalcó.
De acuerdo con la Asociación Brasileña de Bares y Restaurantes (Abrasel), el número de restaurantes de autoservicio pasó de 200.000 a 120.000 en todo Brasil, lo que supone el cierre de 80.000 establecimientos de este tipo desde el inicio de la pandemia.
Solo en el estado Sao Paulo, el más populoso del país, con 46 millones de habitantes, más de 16.000 lugares cerraron sus actividades, muchos de los cuales suelen ser administrados por pequeños empresarios.
«Los pymes ya no tienen dinero para seguir o modificar su forma de operar. Muchos tenían esperanza de volver ahora en 2021 pero eso nunca pasó», lamentó a Efe el presidente de Abrasel en Sao Paulo, Joaquim Saraiva.
Y es que, frente a la llegada de una posible tercera ola de la pandemia en Brasil, que ya acumula casi medio millón de muertos por la enfermedad, muchos establecimientos han visto la esperanza de una retomada gradual desvanecer y temen ahora por su futuro.
«Nosotros estamos trabajando en rojo mes tras mes, no es que se está igualando el presupuesto. Estamos poniendo nuestro dinero en la empresa y cerramos en negativo constantemente», sostuvo Mauad, quien agregó que, si el Gobierno brasileño no aporta incentivos más «robustos» para la reactivación de la economía, «vamos a quebrar y muchos de nosotros cerraremos las puertas».
LO PEOR AÚN ESTÁ POR VENIR
El sector de turismo y ocio, en especial bares y restaurantes, fue uno de los más golpeados por la crisis económica y sanitaria y, según los cálculos, cerca de 335.000 establecimientos cerraron.
Asimismo, la categoría, que emplea a cerca de 6 millones de trabajadores en todo el país, ya extinguió 1,3 millones de puestos de trabajo desde el inicio de la pandemia, aunque muchos creen que «el peor momento aún está por venir».
«En marzo del año pasado, cuando se cerró todo, en general las personas tenían pequeños ahorros, un dinero guardado», pero «ahora que ya hablan de una tercera ola la cosa se complica, porque esos ahorros ya no existen», sostuvo Carlos Lavillotti, dueño de un bufé en un barrio comercial de Sao Paulo.
En un intento de seguir equilibrando las cuentas, el empresario decidió suspender el servicio de bufé y apostar por los platos a la carta, aunque ello no impidió que la facturación de su restaurante se desplomara un 80 %.
«Los pequeños (negocios) van a sufrir aún más. Ya han cerrado muchos y un número muy elevado ha cerrado de forma definitiva y no van a volver. El desempleo creo que va a empeorar porque ahora las personas ya no tienen dinero, los bancos ya no están haciendo préstamos», matizó.
En este marco, datos de Abrasel muestran que tres cada cuatro restaurantes acumulan deudas, lo que dificulta el acceso al crédito o préstamos bancarios por parte de los propietarios.
«Infelizmente, la perspectiva no es muy buena y esperamos más cierres en los próximos meses. Y con más restaurantes cerrandos, más y más gente se quedará desempleada», aseguró Saraiva.