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22 de noviembre de 2024

Ronderos, la milicia peruana que pide paz, orden e impone disciplina medieval

Chota (Perú), 5 jun (EFE).- Durante décadas, los «ronderos» del interior del Perú han protegido sus tierras y combatido la delincuencia que aqueja a sus comunidades a golpe de latigazos y escarnios públicos, orquestados en una suerte de milicias que hoy conforman el núcleo duro del candidato presidencial Pedro Castillo.

«Usted ya sabe qué le viene». Alzando un fuete (látigo), y con una voz desafiante, el rondero Demóstenes Irigoín amenazó así a un vecino de la humilde región norteña de Cajamarca, detenido por transitar indocumentado «en altas horas de la noche» con dos caballos sospechosos de haber sido robados.

A sus 60 años, Irigoín conoce al dedillo los estatutos de las rondas campesinas, a las que vio nacer hace más de cuatro décadas en la comunidad de Cuyumalca, en la provincia cajamarquina de Chota.

PATRULLAJE NOCTURNO

Todos los miércoles entre las 20:00 y 21:00 horas, el rondero se encuentra con sus compañeros, la mayoría agricultores, para iniciar su patrullaje nocturno.

Durante unas seis horas, repartidos en grupos de entre seis y doce personas, los integrantes de esta autónoma y voluntaria milicia andina se adentran en la oscuridad de la sierra, mientras mastican hojas de coca y recorren a pie caminos de piedra bajo la tenue luz de las estrellas.

Luego, se establecen en «puntos estratégicos», atentos a los ladridos de los perros o cualquier movimiento extraño que suscite dudas o amenazas al orden y la paz.

Todos son hombres -existen rondas femeninas pero las mujeres no marchan de noche-, lucen sus tradicionales ponchos de lana de carnero, botas altas de goma, gorras o el típico sombrero chotano; algunos llevan látigos de cuero, otros bordones de madera.

«Así salimos al turno a cuidar y vigilar los caseríos para guardar la seguridad de los moradores. Los delincuentes nos tienen temor y no nos roban», aseveró Irigoín.

LA CUNA DE LAS RONDAS

La primera ronda campesina moderna nació en 1976 con el afán de combatir la delincuencia y abigeato, problemas que se habían acentuado en la provincia de Chota, que hoy se dice orgullosa de ser la cuna de estas organizaciones en Perú.

«La ronda nace por el descuido de nuestros gobernantes y por no haber presencia de seguridad en estas localidades», precisó a Efe Aladino Burga, actual presidente de la Federación Provincial de las Rondas Campesinas de Chota.

A eso se sumó la desaparición de los terratenientes por la reforma agraria de 1969, según precisó a Efe el antropólogo cajamarquino José Pérez, quien sostuvo que aquel nuevo contexto generó «desorden y caos» y arrojó «un vacío político» que llenaron los ladrones de ganado.

«Las rondas rápidamente destruyeron al abigeato» y pronto pasaron de ser meros «esfuerzos colectivos para defender la propiedad privada» a querer también «concretar un bien común al servicio de las comunidades», detalló el experto.

JUSTICIA EN SUS MANOS

Fue así como las rondas ganaron funciones: empezaron a ejercer presión sobre las autoridades -por ejemplo, para «construir un puente, una escuela o una universidad»- y a resolver con su propia mano conflictos de sus comunidades, desde la propiedad de tierras y robos hasta narcotráfico y adulterio.

«Anteriormente, los conflictos que había entre campesinos terminaban en el poder judicial, en largos y costosos juicios, y nuestros hermanos ronderos se dieron cuenta de que ya tenían una organización con la que podían solucionar los problemas», relató a Efe el exrondero Daniel Idrogo, quien fue el primer presidente de la Federación provincial de Chota.

A finales de los años 70 del siglo pasado, la eficacia de las rondas chotanas motivó su expansión en otras regiones del país, donde estas organizaciones también se constituyeron en el órgano de justicia comunal, con un régimen que incluye castigos físicos, latigazos y escarnio público contra ladrones y maleantes.

Durante los años en que Perú sufrió la violencia de la guerrilla maoísta Sendero Luminoso (1980-2000), las rondas frenaron la entrada en la zona del terrorismo que sembraba de atentados y muerte la mayor parte de los Andes.

¿NUEVA ERA PARA RONDEROS?

Ese «poder» que demostraron motivó, según Pérez, la creación de un marco legal que hoy las reconoce como organizaciones destinadas al servicio de la comunidad y a la protección de sus tierras y que ampara sus actos entre las comunidades campesinas y nativas.

Ahora, el aspirante al palacio de Gobierno por Perú Libre, un exrondero chotano, ha puesto de nuevo el debate sobre la mesa y ha reiterado que un eventual mandato suyo fortalecerá las rondas para trabajar de la mano en la lucha contra la inseguridad ciudadana.

Incluso, Castillo, quien el próximo domingo medirá fuerzas con su rival Keiko Fujimori, promete que de llegar a la Presidencia impulsará el desarrollo de estas organizaciones e intentará asignarles un presupuesto.

Sobre eso, el presidente de la Federación provincial de las rondas de Chota sostuvo que sería «magnífico» porque hasta la fecha las autoridades «poco o nada se han interesado» por ellos, pues «nunca ha habido recompensa o apoyo del Gobierno», dijo.

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