Redacción América, 27 feb (EFE).- La adopción del dinero digital sigue creciendo en América, donde las criptomonedas, además de ser instrumentos de especulación, se han posicionado como trinchera ante la inflación y alternativa para enviar remesas, un fenómeno que ha llevado a los Gobiernos a buscar su regulación y apostar por divisas virtuales.
«Mientras que en otras partes del mundo el auge se dio, al menos al inicio, como una protesta contra el sistema financiero, en Latinoamérica ha respondido más que nada a la necesidad de resguardo frente a la inflación y ante la crisis económica», explica a Efe Santiago Pontiroli, analista del gigante ruso de ciberseguridad Kaspersky.
El Índice Global de Adopción de Criptomonedas 2021 de la firma Chainalysis muestra que Norteamérica, liderada por EE.UU., es el segundo mercado mundial de criptomonedas, después de Europa Central, del Norte y Occidental, con movimientos por más de 750.000 millones de dólares entre julio de 2020 y junio de 2021, un 18,4 % de la actividad global.
En tanto, Latinoamérica se ubica como la sexta economía, con unos 352.000 millones de dólares en criptomonedas en el mismo periodo, es decir un modesto 9 % de todas las transacciones globales, aunque con un notable crecimiento.
El repunte se evidencia en países como Chile, que, según la plataforma Buda.com, registró un crecimiento del 400 % en 2021, y México, donde una encuesta de la firma Finder muestra que el 15,2 % de la población posee algún tipo de activo digital.
A la par, empresas emergentes vinculadas con las criptomonedas y tecnologías de «blockchain» como Bitso (México), Mercado Bitcoin (Brasil) y Ripio (Argentina) han logrado posicionarse fuertemente.
TRINCHERA ANTE LA DEVALUACIÓN Y ALTERNATIVA PARA LAS REMESAS
A pesar de estar aún entre los mercados más pequeños, el dinero digital ha mostrado una creciente penetración entre la población latinoamericana, con tres países de la región destacados entre los 20 primeros por los analistas del índice global de adopción de criptomonedas: Venezuela (7), Argentina (10) y Brasil (14).
Las razones del crecimiento son comunes: la rapidez en las transacciones, la carencia de controladores o de intermediarios, la desconfianza que producen las políticas económicas estatales y el temor a la devaluación.
Sin embargo, el contexto de cada país mantiene diferencias.
Así, mientras que una buena parte del mercado brasileño se compone de transacciones grandes en plataformas «exchange» (casas de intercambio), con inversores y comerciantes a gran escala, en Venezuela, Argentina o Colombia -undécimo país en el mundo en adopción de criptomonedas- se registran movimientos más pequeños y más actividad P2P, con contacto directo entre compradores y vendedores.
En el caso de Argentina, pese a que los criptoactivos no están regulados, la actividad P2P, en la que se evidencia un mayor riesgo de fraudes al no existir un intermediario, tendió a aumentar a medida que el peso perdía valor y repuntaba la inflación, según Chainalysis.
La situación es similar en Venezuela, donde la pérdida de valor y confianza en el bolívar empujó a buena parte de la población a sumirse en una dolarización parcial y no oficial, y a adoptar las criptomonedas (que no dependen de bancos para las transacciones) como una alternativa de ahorro y medio de pago.
«En una situación sobrevenida de hiperinflación, ausencia de confianza en el signo monetario y escasez de billetes, los criptoactivos consiguieron un lugar para echar raíces», señala a Efe el economista y especialista en criptos Aarón Olmos.
El sector también cautivó al Gobierno y, a finales de 2017, coincidiendo con el inicio de la hiperinflación y ante las trabas que encontraba Venezuela en el mercado financiero internacional, se anunció el petro, una supuesta «criptomoneda» que fue sancionada por EE.UU. y que no se ganó la confianza de los venezolanos.
Mientras tanto, en Cuba las criptomonedas se están empleando para sortear las sanciones económicas estadounidenses, ya sea el bloqueo de remesas o las dificultades para importar bienes, o como inversión en un clima de debilidad del peso cubano, según varios expertos y medios.
Cuba permite su uso desde septiembre pasado, gracias a una resolución que regula su empleo, con limitaciones, y establece licencias para operaciones y pagos.
Otros países han visto dinamizar ese sector gracias a las remesas, cuyo aumento salvó a varias de las economías latinoamericanas en medio de la pandemia.
De acuerdo con la plataforma CoinPay.cr, las remesas en criptomonedas destinadas a Venezuela, Argentina, Colombia, Brasil, Chile, Perú y México se dispararon en 2021 hasta un 900 %, aunque la mayoría llegan desde EE.UU. a Centroamérica, donde también está ganando popularidad el dinero digital.
EL SALVADOR Y LA CAUTELA ANTE EL DESPLAZAMIENTO DEL DÓLAR
El Salvador se convirtió el año pasado en el primer país del mundo en adoptar el bitcóin como moneda de curso legal junto al dólar estadounidense, una medida del presidente Nayib Bukele para atraer inversionistas y reducir el pago de comisiones de las remesas familiares, pilar económico del país.
En esa apuesta, El Salvador compró al menos 1.801 bitcoines en diferentes momentos entre septiembre de 2021 y enero pasado, una reserva que ha disminuido su valor por la volatilidad y las caídas del precio de esta criptomoneda, que se cotizaba este sábado en 39.207 dólares, un descenso del 43 % respecto a su máximo histórico de 69.000 dólares de noviembre.
La volatilidad se reflejó, además, con el comienzo de la incursión rusa en Ucrania el pasado miércoles, tras lo cual el bitcóin llegó a desplomarse hasta los 34.300 dólares.
Una inestabilidad que ya ha sido advertida por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que insiste en los riesgos que plantea su adopción como moneda de curso legal o como divisa de referencia en sustitución del dólar.
UNA REGULACIÓN COMPLEJA
El FMI considera, además, que el anonimato de las plataformas de criptodivisas genera oportunidades «perversas» para el lavado de dinero y el financiamiento de actividades ilegales.
Por eso, sugiere reforzar los marcos y la credibilidad de la política monetaria local y diseñar carteras que permitan a las autoridades fijar límites en las operaciones y el volumen de dinero digital.
Bolivia ha sido tajante al respecto al prohibir por ley cualquier operación con criptoactivos; sin embargo, algunos expertos sugieren una «discusión profunda» al considerar que es una tendencia inevitable.
Para Pontiroli, esa discusión es precisamente uno de los asuntos de mayor preocupación y complejidad.
De acuerdo con el analista de Kaspersky, existe una normativa base respecto al lavado de activos y el origen de las inversiones en criptomonedas, pero no en asuntos como impuestos a esas transacciones o la responsabilidad de las plataformas sobre los fondos.
«Está hecho de esta forma para fomentar las «fintech», porque al no tener que cumplir con ciertas reglas puede darse mayor innovación. Pero hay un vacío, porque los usuarios quedan desprotegidos ante un ‘hackeo’, el cierre de una plataforma o la desaparición de los fondos», advierte.
Así por ejemplo, en Perú hay denuncias de estafas piramidales y fraudes cometidos por individuos que se aprovechan del desconocimiento y el atractivo del entorno digital.
Ante esos riesgos, Brasil y Uruguay están tramitando iniciativas de ley para regular estas operaciones.
Y en Panamá también se está evaluando una regulación pese a que las criptomonedas no tienen «mucho arraigo», dado que se trata de un país dolarizado y con una economía estable, según el decano de la Facultad de Economía de la estatal Universidad de Panamá (UP), Rolando Gordon.
EL CRIPTODÓLAR Y EL REAL DIGITAL
La banca considera que con una regulación adecuada y con el desarrollo de monedas virtuales emitidas por bancos centrales se podría masificar el dinero digital y convertirlo en una alternativa real al efectivo.
«Pero al igual que en el resto del mundo, en nuestra región aún hay fases de preparación e investigación para determinar un sistema de moneda virtual armónico con la moneda en circulación vigente», precisa a Efe el secretario general de Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), Giorgio Trettenero Castro.
El titular de Felaban, que agrupa a más de 600 bancos y entidades financieras, señala que el caso más conocido globalmente es el de Bahamas, país que anunció en 2021 la creación del «sand dollar», considerada la primera moneda digital del mundo emitida por un banco central.
En esa misma línea, el emisor brasileño planea lanzar hacia 2024 el real digital, con la idea de democratizar su uso y frenar el blanqueo de capitales.
Por su parte, y para no perder influencia, la Reserva Federal (Fed) de EE.UU. lleva meses estudiando crear un «criptodólar», que competiría con el bitcóin y el ethereum y encajaría en la lógica de preservar el dólar como divisa de reserva mundial.
LA MINERÍA, UNA OPORTUNIDAD PARA LATINOAMÉRICA
A juicio del analista Santiago Pontiroli, otra gran oportunidad para Latinoamérica está en el minado (proceso requerido para la emisión de nuevas criptomonedas) tras la prohibición total de esa práctica en China.
La firma analítica Arcane Research considera que la reubicación de los mineros seguirá este año y muchos llegarán a América Latina, donde El Salvador ha apuntado ya a la geotermia, ante los cuestionamientos por los altos costos energéticos de este proceso, debido a que se usan servidores gigantescos que trabajan de forma continua.
Al respecto, Argentina ha pedido a las distribuidoras de energía informar sobre los consumos vinculados con esta actividad y, en enero, se cuadruplicaron las tarifas de electricidad para el sector en la provincia de Tierra del Fuego, donde se concentran granjas de criptominería atraídas por el clima frío.