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22 de noviembre de 2024

Inflación, volatilidad y la conclusión de una política monetaria en EEUU

La conducción económica de la primera potencia mundial se enfrenta al desafío de controlar una galopante variación de precios que tiene su origen en causas poco frecuentes.

Sin embargo, se deberá evitar comprometer la recuperación de un mercado que sufrió el impacto de la pandemia en indicadores sensibles como el empleo y la inversión.

Se viene un año de marcada volatilidad. El tino en la aplicación de las medidas de política monetaria se pondrá a prueba y habrá que ver si se logra el codiciado “aterrizaje suave”.

ANÁLISIS

Estamos saliendo de una de las políticas monetarias más acomodativas de la historia de la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos (EEUU). 

Desde el comienzo de la pandemia, en el 2020, las tasas de interés de política monetaria bajaron a cero y billones de dólares fueron vertidos al sistema financiero para reanimar la actividad económica. 

Al cierre del 2021, podemos ver los siguientes resultados en EEUU: 

  • El producto interno bruto (PIB) creció 5,7%
  • El índice S&P 500 aumentó 27%
  • El desempleo cerró en 3,9%
  • La inflación fue de 7%

Si bien se puede afirmar que fue un periodo de robusta recuperación a nivel de actividad económica y empleo, fue también un año marcado por la inflación más alta de las últimas cuatro décadas. 

Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, decía a mitad del 2021 que la inflación iba a ser “transitoria”; pero para noviembre dijo que era “tiempo de retirar esa palabra” y comenzó a reducir su programa de compra masiva de bonos, que estaba en los USD 120.000 millones mensuales. 

Esta reducción que comenzó en noviembre está destinada a acabar con el programa de compra para mediados del 2022. Con esta perspectiva, terminamos el 2021.

¿Cómo arrancamos el 2022?

El 2022 comenzó con una marcada volatilidad en los mercados financieros, que intenta poner precios a las expectativas de suba de tasas -por la persistente inflación- y a un ciclo de expansión económica que parece cansado. 

Es importante observar que la Reserva Federal tiene mejores motivaciones para empezar un nuevo ciclo de suba de tasas que las que tenía en los años 2015, 2016, 2017 y 2018, cuando la inflación estaba por debajo del 2%, el crecimiento era moderado y el desempleo no estaba tan bajo. 

Al decir de Joe Weisenthal: “las subidas de tasas de interés parecían perseguir una idea de normalización (salir de cero por el simple hecho de salir de cero) en lugar de abordar cualquier amenaza real de inflación o sobrecalentamiento de la economía”.

La gran pregunta es: Con una política monetaria más restrictiva, ¿se va a lograr frenar la inflación? 

La raíz de esta galopante inflación, se puede argumentar, viene en mayor medida por el desbarajuste de la cadena de suministros que no termina de acomodarse, fruto de las restricciones por el Covid, y no porque exista una desmedida demanda. 

Al mismo tiempo, tenemos el alto precio de los commodities que más bien responden a cuestiones geopolíticas como la invasión rusa a Ucrania o a condiciones climáticas adversas. 

La FED se puede equivocar si sube muy rápido las tasas de interés porque podría desalentar demasiado el consumo y la inversión empresarial, lo que a su vez conduciría a una recesión económica. 

Recordemos que la economía estadounidense acaba de salir de una “terapia intensiva” donde fueron administrados los “antibióticos” -estímulos- más potentes. Si llega a sufrir una recaída, el “paciente” -la economía- puede desarrollar resistencia a estos “antibióticos” y, por ende, va a ser mucho más compleja la recuperación.

La tarea de la Reserva Federal no es para nada fácil, existe un tremendo debate sobre el camino a tomar y no hay margen de error. La FED no puede permanecer indiferente ante la vertiginosa inflación, pero tampoco puede retirar los estímulos económicos abruptamente sin descarrilar la economía. Los próximos meses serán cruciales para evaluar sus decisiones. 

Creo que vamos a tener un año marcado por la volatilidad en los mercados financieros, por la suba de tasas de interés, el desarrollo de la guerra en Ucrania, el comportamiento de las presiones inflacionarias y las excesivas valoraciones de muchas empresas. 

Veo complicado un “aterrizaje suave”, como dice la FED.

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