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23 de noviembre de 2024

El café de Doris y sus dos hijos, un legado familiar que traspasa fronteras

Madrid, 21 may (EFE).- La historia del café de la colombiana Doris Prada es la de un árbol genealógico que no ha dado otros frutos más que la “pasión” por este alimento, un producto que su familia lleva elaborando desde hace 35 años a través de más de tres generaciones y que ahora llega a las cafeterías españolas.

En un país en el que el «tinto» no es un vino, sino otra forma de tomar el café y el Parque del Café no es un espacio al aire libre en el que sirven esa bebida, sino montañas rusas y atracciones rodeadas de granos cafeteros, Doris Prada ha sabido continuar con la tradición familiar e inculcársela a sus hijos.

En una conversación entre madre e hijos, los tres reconocen en declaraciones a Efe que uno de los puntos de inflexión que les llevó a dedicarse de forma profesional a este mundo fue la muerte de su padre, Álvaro Ruiz.

Ruiz era agrónomo de profesión y se encargó de la finca hasta su fallecimiento, no obstante los hijos explican que ellos eligieron en su juventud llevar un camino diferente: Daniel estudió odontología y Rafael es médico especialista en medicina estética.

Ahora los dos conjugan sus trabajos en la consulta con los granos de café de su finca Villa Line (en la región de Santander, Antioquia): “Nos dedicamos a nuestra pasión”, confiesa Rafael cuando habla del oficio agrícola.

Una combinación que aporta al trabajo cafetero una mejor «organización» gracias a los conocimientos que han adquirido en sus carreras universitarias.

Tal es así, que Daniel lleva la gerencia y la parte administrativa del negocio familiar.

UN CAFÉ ORGÁNICO Y ORIGINAL

El primer paso del proceso comienza con la selección de la semilla que, según señalan «siempre es certificada».

Después, preparan la tierra para darle aireación, agregar materia orgánica para la siembra, y la limpieza del cultivo.

De todos estos pasos y los siguientes ponen de manifiesto que son cultivos «orgánicos», ya que no usan ningún abono químico, y son «sostenibles con el medio ambiente».

Por ejemplo, aprovechan las gotas del rocío de la mañana y los sustratos de pulpa de madera para las siguientes recolectas.

Todo este trabajo lo llevan a cabo 25 campesinos de los que Doris Prada resalta el papel que desempeñan las mujeres caficultoras, un colectivo que supone 164.820 mujeres registradas oficialmente en Colombia.

De ellas, Prada admira la «delicadeza de sus manos» que permiten «recolectar los granos maduros» con mayor sutileza y tener un especial cuidado para hacer una cosecha «homogénea y de calidad».

Siguiendo el proceso, los hermanos explican que el café tiene una fermentación de todo un año, característica que le da «un sabor más fuerte y maduro» que contrasta, en su opinión, con un gusto más «industrial» de los cafés españoles.

Además, el punto de cosecha anual es de octubre a enero, cuando las cerezas del café están maduras y, como explicaba anteriormente Doris Prada, se realiza la recolección manual por los agricultores, en especial las mujeres.

Después, se «despulpa con bajo volumen de agua» y se deja secar directamente al sol, una tarea para la que también utilizan un secador parabólico con el que «acentúan los mejores sabores del café».

EL CAFÉ ANTIOQUEÑO TRASPASA FRONTERAS

Todos estos pasos han hecho que el café de Doris, sus dos hijos y todos los agricultores que trabajan con ellos haya sido elegido entre más de 30 caficultores de Colombia por la empresa española El Corte Inglés para alzarse con el «Oscar del café», según indica la compañía.

La competición, enmarcada dentro del Proyecto Orígenes que ha puesto en marcha la compañía española junto con la Cámara de Comercio de Bogotá, llevará el café de esta familia hasta las cafeterías de la empresa.

Un reconocimiento que pone en valor el legado que Álvaro Ruiz dejó a sus hijos y que durante más de 35 años ha cosechado su familia cada año.

En conclusión un café que, como anota uno de sus hijos: “Para disfrutar hay que tomarlo varias veces, como un buen vino”.

Celia Arcos

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