Ciudad de México, 20 jun (EFE).- El libro “La Casa Gris”, del periodista Raúl Olmos, profundiza en la historia que hizo que los cimientos de la Cuarta Transformación, concepto con el que se conoce al Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, “se tambalearan”, al poner en duda dos de los puntos centrales de su administración: la austeridad y la lucha contra la corrupción.
“Se combinaron esos dos factores y terminaron por desquiciar al presidente”, dijo en entrevista con Efe Olmos, quien escribió el reportaje de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) que publicó el 28 de enero el portal Latinus en el que se probaba que el estilo de vida del hijo mayor del presidente, José Ramón López Beltrán, se alejaba mucho de lo pregonado por su padre.
El reportaje aseguraba que López Beltrán y su pareja, Carolyn Adams, vivieron en 2019 en Houston, Texas, en una propiedad del ejecutivo Keith Schilling, de Baker Hughes, empresa que ese mismo año recibió un contrato de Petróleos Mexicanos (Pemex) y con la que tiene contratos vigentes por más de 151 millones de dólares.
Olmos detalló entonces que, además del posible conflicto de intereses, se mostraba una vida opulenta en contra de los mensajes de austeridad y de vida sencilla sin ostentaciones del mandatario.
“Fue grave y delicado para el presidente y yo diría que lo sacó de quicio porque le tiró de alguna forma su discurso de austeridad”, compartió el autor.
Sin embargo, en el texto quedaron “muchas hebras” y muchas personas cuestionaron la información.
“Eso fue lo que me motivó a seguir investigando, no para publicar a «bote pronto», sino para tratar de articular una historia más profunda que explique al lector las conexiones, los vínculos, antecedentes, referencia y repercusiones que tiene ‘La Casa Gris’”, compartió el escritor.
PRESUNTO FIN DEL COMPADRAZGO
Y en eso abunda el libro, en un complejo contexto y en las consecuencias de la publicación, con un presidente desesperado por conocer el origen de la información y la imagen distorsionada de un movimiento que pretendía romper con las relaciones de compadrazgo tan enquistadas en la política mexicana.
La residencia se veía en las imágenes como una vivienda de lujo, con una despampanante piscina de 23 metros en la que no parecía haber espacio para la austeridad, un valor que el presidente colocaba cada vez más en su discurso, y no solo aplicado a funcionarios, sino también a la sociedad en general.
“Que el presidente de los pobres tenga un hijo que vive en esa condiciones choca con su feligresía, rompe con su palabra de austeridad y pobreza”, consideró el periodista, autor de otros libros como “El imperio financiero de los Legionarios de Cristo: Una mafia empresarial disfrazada de congregación” (2015) o “Gigante de lodo: Odebrecht y su historia de corrupción en México” (2018).
El libro ya está en circulación, pero antes de su lanzamiento oficial, López Beltrán escribió en Twitter que Eduardo Arratia -presunto contratista de Pemex dueño de SCAP, SA de CV, compañía de servicios petroleros que ha trabajado junto con Baker Hughes- es «amigo» suyo y «compadre» de Adams.
“Es un empresario con negocios en México y en otros países y tiene más de treinta años como empresario. Lo que publican acerca de ellos y de mi persona es falso. Mintiendo no resolverán sus complejos y traumas, no calumnien”, agregó.
Con esos tuits, “vienen a confirmar por ellos mismos que tienen este trato con este personaje”, opinó Olmos.
Sin embargo, el presidente, por su parte, apenas mencionó, al ser preguntado en su habitual conferencia de prensa matutina sobre el asunto, que el autor es cercano a grupos conservadores, pero continuó con la estrategia inicial del silencio, “algo que no funcionó entonces”, según el periodista.
Y tanto es así que pronto, cuando salió en enero la investigación inicial, el mandatario mexicano insistió en llamar «mercenario» y «golpeador» al periodista Carlos Loret de Mola, quien reveló la investigación en su portal Latinus.
El 11 de febrero, López Obrador explicó que, presuntamente, Loret de Mola percibe más de 35 millones de pesos al año (más de 1,7 millones de dólares) mientras el presidente solo gana 2 millones de pesos (casi 97.500 dólares).
El asunto se ha ido apaciguando y parece que, a pesar de la publicación del libro de Olmos, el presidente quiere mantener lejano este tema, que tantos quebraderos de cabeza dio desde enero tanto a él como a su equipo.