Lima, 23 jul (EFE).- La riqueza del mar peruano le ha otorgado al país la categoría de primer productor mundial de harina de pescado, pero los pescadores dedicados a las capturas para el consumo humano directo quieren ahora duplicar sus exportaciones y para eso están pidiendo apoyo a las autoridades con el fin de consolidar las halagüeñas expectativas del sector para este año.
Perú tiene la principal biomasa del mundo en anchoveta, de la cual produce la harina de pescado, pero en mayo pasado la pesca en general sufrió una caída de 16,6 % debido a una menor extracción del recurso.
En el caso de la pesca dedicada al consumo humano directo, la contracción fue de 10,6 % en forma acumulada, de enero a mayo últimos, según cifras oficiales.
Sin embargo, las exportaciones de pesca para el consumo humano directo ascendieron a 681 millones de dólares hasta mayo, casi la mitad de todo lo exportado por ese concepto en el 2021, que fue 1.460 millones de dólares.
El presidente del Comité de Pesca y Acuicultura de la Sociedad Nacional de Industrias (SNI), Alfonso Miranda, declaró a Efe que esperan llegar este año «a unos 1.700 millones de dólares, que va a superar los volúmenes del año pasado» en exportaciones de consumo humano.
«Nosotros creemos que con normas promotoras, con algunos ajustes, con un Estado que promueva la diversificación productiva del sector de la pesca y la acuicultura (…), vamos a poder crecer muy rápidamente», añadió.
FLOTAS A LA CAZA DEL CALAMAR
Miranda señaló que una de las principales preocupaciones del sector son «los barcos chinos que pescan en nuestro litoral», en busca del principal recurso de la pesca artesanal, que es la pota o calamar gigante.
En ese sentido, subrayó la necesidad de «proteger nuestros recursos de la voracidad de la flota de países de aguas distantes, que vienen subsidiados en sus países» y que «tienen una intromisión en nuestros dominios marítimos llevándose el calamar gigante», también el principal recurso de la industria congeladora.
Miranda, elegido este mes en el cargo, llamó la atención además sobre la «infraestructura ociosa» en las plantas pesqueras que actualmente operan al 30 % o 40 % y que con «un poco de facilidad» podrían funcionar al 100 % para contribuir a la seguridad alimentaria en el país.
El dirigente gremial criticó la «concepción mono productora» del Estado, concentrado principalmente en la extracción de anchoveta, así como la alta rotación de funcionarios que impide el seguimiento de políticas pesqueras.
Asimismo, señaló a las autoridades medioambientales que «deberían poner énfasis en las actividades que generan gran contaminación» del mar, como las plantas procesadoras ilegales que vierten aguas servidas al mar o a los ríos.
ENFRENTADOS A PETROLERAS
En esta línea, Miranda opinó que la contaminación provocada por la petrolera española Repsol en el mar, frente a las costas de Lima y Callao, ha demostrado «la lentitud con que se desenvolvió el Estado peruano, desde el primer día» para exigir una remediación.
Lo más preocupante, afirmó el representante, es que «la posibilidad de exploración petrolera se quiere dar en diferentes puntos del litoral del Perú, y estos hechos han demostrado que hay incompatibilidad entre la actividad petrolera en el mar y la pesca artesanal».
Citó como ejemplo a las comunidades de pescadores del Callao, Ventanilla, Ancón y otros puertos hacia el norte del país que «están seriamente afectados y no sabemos cuánto más va a durar esto», en referencia al derrame de crudo ocurrido en enero pasado.
Paradójicamente, en 2022 se celebra el Año Internacional de la Pesca Artesanal y la Acuicultura, y el ministro peruano de la Producción, Jorge Prado, anunció que esta semana reconocerá a los pescadores que utilizan los «caballitos de totora», unas barcas hechas de juncos, muy populares en la costa norte de Perú.
Mónica Martínez