Medellín (Colombia), 19 oct (EFE).- Vivir en una aldea apartada y tener que sacar de las escarpadas montañas del departamento de Antioquia (noroeste) sus cargas de café en mula no ha quebrado el ímpetu de Reinaldo Naranjo, un agricultor colombiano que inspira a otros campesinos con una agroempresa que ha llevado progreso a su región.
Naranjo, de 45 años, acaba de recibir el premio Famiempresario del Año 2022 en la categoría «Emprendimiento Rural», un reconocimiento que le entregó la Corporación Interactuar por visibilizar al campo, trabajar en red y sortear las dificultades que se presentan en un entorno rural para emprender.
«Reinaldo es referente campesino que quiere quedarse en su tierra y construir desde ahí desarrollo rural», dijo a EFE la líder agroempresarial de Interactuar, Liliana Tabares, quien también destacó el liderazgo comunitario del ganador y sus buenas prácticas ambientales.
DE RECOLECTOR A AGROEMPRESARIO
En la vereda (aldea) Las Cruces, a tres horas del casco urbano del municipio de Sonsón, nació la agroempresa Campo Alegre con los ahorros que juntó después de recorrer las zonas cafeteras del país para trabajar en fincas como recolector.
«Me fui a andar a los 16 años porque la economía en la vereda era muy difícil hasta para conseguir la alimentación. Me fui a recolectar café, pero siempre tuve la visión de ponerme a trabajar por cuenta mía», relató a EFE Naranjo, quien lidera su empresa con sus dos hijos mayores y tiene como empleados a cinco vecinos.
A su regreso a Las Cruces, como no se veía como un jornalero, con el dinero que reunió compró la finca que años más tarde se convertiría en una agroempresa que despegó entre cultivos de café y que se empezó a hacer fuerte con la diversificación: hoy también produce aguacate y banano.
La violencia y la roya, los escollos más difíciles de sortear en un principio, probaron su carácter y el proyecto. Sacó un crédito para trabajar con variedades más resistentes, además introdujo en su aldea la fumigación para proteger las plantaciones de todos los caficultores de la zona.
«La gente no se arriesgaba, pero yo la animé», comentó Naranjo, líder comunitario y miembro del Comité Departamental de Cafeteros.
EL AGUACATE, UNA OPORTUNIDAD
En 2017, después de una cosecha de café abundante, compró un nuevo terreno para sembrar, esta vez, aguacate. Inició con 1.500 árboles y ya va en 3.500, la mayoría de aguacate hass, que ha logrado exportar a Dubái a través de una comercializadora internacional. Su anhelo es hacerlo directamente en el futuro.
Levantar Campo Alegre no ha sido tarea fácil. Su ubicación demanda mayor esfuerzo: para llegar, es necesario tomar en el casco urbano una chiva (vehículo escalera) y el último tramo hacía el cultivo de café «demora una hora en mula», mientras que el terreno con aguacate está a 20 minutos en carro o moto por una pequeña carretera que los lugareños construyeron, pero que en «invierno es difícil porque no está bien adecuada».
En medio de esas condiciones, la agroempresa ha podido funcionar. La consolidó también con el impulso de Interactuar, corporación con la que cursa el programa de capacitación Método Base de Aceleración (MBA) agro, que le «abrió los ojos» y le ha permitido beneficiar a su comunidad.
«Esta vereda es lejos y la gente se estaba yendo, pero nosotros fuimos los primeros que dimos cogida de café al contrato; eso no se veía. Ya las tierras de por aquí han mejorado, hemos incluso traído gente de otros lugares a recoger cuando hay cosecha», explica.
UN CAMPESINO CON VISIÓN Y LIDERAZGO
Naranjo, que en la misma mula que saca las cargas de café también se moviliza con un computador de escritorio que le donaron, proyecta nuevos avances de su agroempresa con el dinero que recibió del premio.
Su plan, según cuenta, es ampliar el área de poscosecha para tener mayor capacidad y responder a la demanda del mercado de aguacate.
Aunque aún le sorprende la evolución de Campo Alegre y el premio que recibió hace algunos días, destacó haberlo conseguido desde un lugar «tan apartado» y cree que su éxito se ha basado en crecer con «unas ideas muy sencillas».
«Para mí, Reinaldo es ese campesino nato que tuvo la visión de que se puede hacer empresa en el campo, con la familia como motor. Tiene la proyección de seguir creciendo para impactar a su territorio porque vincula mano de obra de los vecinos de su vereda y les comparte su conocimiento», remarcó Tabares, líder agroempresarial de Interactuar.
Jeimmy Paola Sierra