Tal vez sea por los cambios que esta generación está viviendo -una pandemia no es poca cosa-, en donde se ha puesto a prueba a los gobiernos del mundo y a sus economías, a lo que se suma una profunda incertidumbre sobre lo que podría suceder.
En medio de esta crisis, ha resurgido todo tipo de populismos en nuestra región. Uno de los nuevos presidentes, el de Chile, Gabriel Boric, es un ejemplo de esto ya que hablaba de grandes cambios, nuevos impuestos para las empresas, inclusive eliminar a los bancos como fuentes de financiamiento del sistema educativo.
Otro ejemplo es el primer presidente de izquierda o populista en llegar a la presidencia en Colombia, Gustavo Petro, quien también se presentó con grandes cambios, creando esperanzas de cambios al país y acompañado de una mujer y líder afro, Francia Márquez. Mostraron un síntoma de cambio -o al menos fue es el sentimiento que transmitieron en campaña- con una de sus frases: “Dejaremos de ser una de las sociedad más desiguales del mundo”; este mensaje radical les dio en las elecciones el 50,4% de los votos.
Continuamos con Honduras, con Xiomara Castro, quien trajo a su gobierno propuestas de cambios en la Constitución y asuntos económicos como la eliminación de los peajes en su país.
En general, estos gobiernos buscan o tienen la misma idea de tener un Estado más grande, pero se traducen en más impuestos, mayor control en el sistema social, educativo y económico, y menos libertades individuales, lo cual también conlleva a menos libertades económicas. El crecimiento económico depende del desarrollo de las empresas que generan no solo riquezas, sino también empleo; por lo tanto la receta de mayores impuestos no es la más favorable.
Un analista demócrata, Maurizio Passariello, expresó que el populismo bueno no existe; con el simple hecho de decir a la gente lo que quiere escuchar y no lo que realmente necesita, ya está mal. Además, destacó el difícil momento en que se encuentra Estados Unidos, parecido a Latinoamérica, con un mayor número demográfico con intenciones de ser líderes populistas.
Estos líderes se encuentran en el poder luego del golpe de la pandemia y los encierros por el Covid-19. En América Latina y el Caribe ingresaron USD 105.480 millones en concepto de inversión extranjera directa en el 2020, lo que significó USD 56.000 millones menos que el 2019 y se redujo hasta el valor más pequeño en la última década. Y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en su informe sobre la región, incorpora la presión inflacionaria como fruto de las complejidades logísticas y la fuerte reactivación de demanda, lo cual complica aún más la película para los nuevos y existentes gobiernos.
Lo que buscan las poblaciones es el cambio radical de la situación actual y, lastimosamente, caemos o podemos llegar a caer en opciones populistas por la luz de esperanza a la mejoría. Debemos estar alertas y que nuestro voto marque la diferencia correcta.