Madrid, 15 feb (EFE).- El director español Alfonso Albacete vuelve al cine ocho años después de su última cinta, «Sólo química», con una historia casi biográfica donde utiliza el humor para demostrar lo inútil y dañinos que pueden ser los prejuicios cuando se trata de vivir una historia de amor, en esta ocasión una auténtica entre un español y una mexicana.
«La novia de América» es una película que habla de amar dónde, cómo, cuándo y a quién se pueda, admite en una entrevista con EFE el director, que suele encarar en sus filmes «temas fuertes, pero utilizando la comedia», apunta.
El origen de la cinta es una carta que Albacete recibió hace quince años, donde su padre le comunicaba que se iba a casar en México con una chica treinta años más joven que él, que había conocido por internet: «Yo lo hablé con mi hermana y con mi chico y decidimos ir a México a ver qué pasaba», explica el diretor.
«Todo lo que pasó en aquel viaje fue tan loco y tan divertido, con unas tradiciones tan distintas a las nuestras, que lo viví como una comedia y pensé: hay que contarlo», incluso el hecho de que la mayoría de su familia rechazaba aquella boda.
Y «En la novia de América» está todo. El choque de culturas, de formas de entender la vida, de colores, incluso, entre la familia que viene de España, secuestros, comidas sabrosas, fiestas religiosas y paganas, parejas desiguales, amores infieles, apasionados, de gente hermosa, fea, vieja, joven, gorda, flaca…
«Pero lo que yo quería contar pasaba por debajo», señala Albacete, «y es que teníamos todos tantos prejuicios… Eliminarlos podía suponer acercarte más a los demás, quererles, tolerarles».
Lo más difícil, un auténtico reto, confiesa, «fue unir el humor mexicano con el español, que son tan diferentes, lograr que los actores estuvieran en el mismo tono».
Por ejemplo, «juntar a Miren (Ibarguren), con ese humor frío, vasco, con las (actrices) mexicanas, tan dulces, diciendo barbaridades de las españolas mientras sonríen, o la maravillosa Maribel Guardia (México), un icono que viene de hacer telenovelas y cantar en ‘palenques'», relata el director sin poder contener la risa.
De hecho, cuenta Ibarguren a EFE, ese comienzo de la película, el que ella llama el ‘shakirazo’, es una divertida escena en la que la vasca presenta a su personaje, una novia despechada que acude a ‘reventar’ la boda de su novio de siempre con su mejor amiga que, además, está embarazada. «Da mucho gusto hacer un comienzo así», confiesa.
«Lo peor que puede pasarte en medio de un desamor es que venga alguien y te diga que se va a casar, ¿no?. Pues ese es mi padre, tan oportuno como siempre», dice Miren, mientras a su lado se ríe su «padre», el español Ginés García Millán.
Pol Monen (Tono), ‘alter ego’ de Albacete, encara un papel dulce, acomplejado por un padre que no acepta su homosexualidad. Su marido es Eduardo Casanova (Chema), brillante de nuevo como actor, aunque él se empeña en decir que «esto no es lo suyo». Con ellos, la «tía cabrona», como la definen las mexicanas en la cinta, Pepa Charro, interpretando a la hermana de la esposa y madre fallecida, que intenta por todos los medios fastidiar a su cuñado.
La cosa es que se van todos a México, resume Ibarguren. Y «los personajes hacen viaje de ida y vuelta, empiezan de un modo y terminan reconciliados con la vida».
«Rodar en México es un plus», afirma Millán, conocido y reconocido en el país latinoamericano por su papel de César Lazcano en «¿Quién mató a Sara?», de Netflix.
El reparto se completa con los mexicanos Diana Bovio como Rous, la «novia de América»; Christian Vázquez, el hermano de la novia; Armando Espitia, «Cherry», la cuñada trans; y la tercera hermana, Michelle Rodríguez, Juanita, que también interpreta junto a la Terremoto de Alcorcón, Paulina Rubio, Alaska y Javiera Mena la electrocumbia «‘Boom-boom’ papito».
La cinta, número uno de taquilla tres semanas desde su estreno en México y ya en la plataforma online de Televisa, llega a las salas españolas el viernes 17 y después irá a la plataforma Movistar+.
Alicia G. Arribas
