Buenos Aires, 25 dic (EFE).- Argentina espera entablar con el próximo Gobierno de Estados Unidos, que encabezará el demócrata Joe Biden, una nueva negociación sobre los altos aranceles aplicados por Washington al biodiesel, un mercado de unos 1.200 millones de dólares, y llegar a un acuerdo similar al alcanzado con la Unión Europea (UE).
En la agenda comercial con EE.UU., las exportaciones de biodiesel son un reclamo permanente, que se enmarca en una relación global donde el nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la vacuna de Pfizer ocupan los primeros lugares.
Cuando ganó Biden, en noviembre pasado, el canciller argentino, Felipe Solá, expresó su interés en «liberar temas comerciales» con EE.UU. «Para citar un ejemplo: se nos cerró el mercado del biodiesel, que son 1.200 millones de dólares por año, no es broma, nos quitaron ese mercado exclusivamente por razones vinculadas a los productores norteamericanos, que son menos competitivos que los nuestros».
En la Cancillería se entiende que la nueva Administración, a diferencia de la de Donald Trump, será más promercado y le pondrá menos el oído a los sectores productores menos competitivos de EE.UU.
La industria estadounidense hizo un reclamo por supuesto dumping y subsidios en la Secretaría de Comercio de su país que derivó en aranceles de más de 130 % para las exportaciones de biodiesel argentino, que tiene un alto nivel de competitividad pero hoy enfrenta capacidad ociosa.
«Para Argentina eso generó una preocupación muy grande porque el biodiesel era el principal producto de exportación (a EE.UU.), por lejos, y era una cifra importante para un país que necesita exportar y necesita agregar valor a sus exportaciones», dijo a Efe Luis Zubizarreta, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio).
Argentina nunca cortó el diálogo con EE.UU., pero no ha logrado resultados. Y mantiene un proceso de reclamo, que hoy se encuentra en instancia judicial en la Corte de Comercio Internacional de Nueva York. Se entiende que no puede aspirar a un arancel cero, así que busca reabrir el mercado mediante un acuerdo «mutuamente conveniente» para conseguir una cuota de exportación y un precio más alto que el competitivo.
«Lo que pretendemos es algo similar a lo que hicimos con la Unión Europea, algún acuerdo en el que nosotros nos autolimitemos a un compromiso de ciertas restricciones que dejen tranquilas las inquietudes de la parte americana y a nosotros nos permita tener el mercado abierto», dijo Zubizarreta.
Hoy con la Unión Europea «hay un acuerdo que es confidencial», enfatizó.
«En el mundo ideal el comercio es libre. Entendemos que en la actualidad hay corrientes más restrictivas, y sería razonable llegar a algo negociado entre los países. Restricciones en cantidad y algunas condiciones de precio por debajo del actual. Estamos dispuestos a dar esa charla», agregó.
También queda pendiente la instancia de litigio y arbitraje ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), pero por ahora Argentina prefiere no incursionar allí, no sólo por los tiempos que insume el proceso sino porque es contraproducente con el resto de la agenda de Argentina con EE.UU.
EL FMI Y LA VACUNA LIDERAN LA AGENDA
«Lo relativizaría un poco porque Biden no va a tirar por la borda la política de Trump», dijo a Efe Eva Bamio, líder de Proyectos de la consultora Abeceb, integrante de la Cámara de Comercio de EE.UU. en Argentina (Amcham), respecto de la administración del comercio con aranceles, aunque espera una mayor atención a la OMC.
«Argentina no está en condiciones para jugar al amigo, pero Trump no la puso en rol de enemigo», agregó Bamio, quien entiende que la relación entre ambos países va hoy por un canal institucional que se lleva profesionalmente.
El canciller argentino armó revuelo al interpretar que en la primera conversación del presidente Alberto Fernández con Biden, a principios de diciembre, se pidió por una actitud de «buena fe» del director de EE.UU. en el FMI, Mark Rosen, con Argentina.
Bamio entiende que durante la Administración Trump los EE.UU. «no bloquearon el canje de deuda ni la negociación con el FMI. No fueron cooperativos, pero no bloquearon». Y que Argentina tiene hoy la posibilidad de construir de cero la relación con Biden, quien, entiende, tampoco dará prioridad en América latina, pero que sí pondrá sobre la mesa los temas de corrupción y crisis climática.
El canciller argentino había recordado que EE.UU. es el primer inversor en forma directa en Argentina (si se considera a los países europeos por separado).
Bamio recordó que EE.UU. tiene en Argentina empresas que emplean gente y que tienen invertidos «fierros», plantas y tecnología en el país en el sector automotriz, petroquímico, energético, alimenticio, comercial, servicios profesionales, etc. «El problema propio de Argentina es que si sos un inversor extranjero no se puede sacar el fruto de tu inversión», finalizó.