Sao Paulo, 12 ene (EFE).- La salida del fabricante de automóviles Ford en Brasil es reflejo de los cambios globales del sector, el cual requiere una mayor inversión en tecnología, pero sirve también de alerta para el país sobre la necesidad de reducir los costos y trabas tributarias, según expertos.
Ford atribuyó el cierre de sus tres fábricas en Brasil en 2021 a la «persistente capacidad ociosa de la industria y a la reducción de las ventas, resultando en años de pérdidas significativas» que se vieron incrementadas por la pandemia del coronavirus.
Pero, según especialistas consultados por Efe, su salida es también parte de una decisión estratégica de la compañía en el marco de un contexto global de cambios, el cual pasa por reforzar la apuesta en vehículos con elevados componentes tecnológicos.
«La justificativa de Ford fue que estaban con productos desactualizados y la empresa no tenía como continuar invirtiendo en grandes áreas en Brasil que no serían prioritarias. Ya habían cerrado otras fábricas en Europa y comenzaron a señalizar que el foco estaría en una mayor inversión en contenido tecnológico», explicó a Efe el economista y profesor de la Fundación Getulio Vargas (FGV), Antonio Jorge Martins, especialista en el sector automotriz.
De acuerdo con Martins, Ford «no estaba actualizándose de forma adecuada en el mercado brasileño» y se «resintió» de la falta de inversión en los últimos años.
DEMANDA POR MÁS SUBSIDIOS
No obstante, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, afirmó hoy que Ford no dijo «toda la verdad» sobre su salida del país y la atribuyó al fin de los millonarios subsidios que durante años fueron otorgados al sector del automóvil, duramente golpeado por la pandemia del coronavirus.
«¿Ustedes quieren que se les continúe dando 20.000 millones de reales (unos 3.703,7 millones de dólares), como se ha hecho en los últimos años? Es su dinero, sus impuestos», cuestionó hoy el líder de la ultraderecha en Brasil.
«Ellos querían renovar un subsidio para hacer autos y venderlos. Ahora también hay competencia, China, entre otros. (La Ford) salió porque en un ambiente de negocio cuando usted no tiene lucro, cierra», agregó.
«COSTO BRASIL»
La salida de Ford ha vuelto a poner también sobre la mesa las consecuencias derivadas del llamado «costo Brasil», según alertaron tanto la Federación de Industrias de Sao Paulo (Fiesp) y la Confederación Nacional de Industrias (CNI), las dos principales patronales del país.
«Existe sí un ‘costo Brasil’. Es el costo de logística, de los puertos, de una carga tributaria elevada. El Gobierno va a tener que adaptarse e impulsar una reforma tributaria y fiscal para aliviar a un sector que necesita reducir costos», precisó Martins.
De acuerdo con los industriales, la «alta carga tributaria brasileña» y la complejidad fiscal influyen a la hora de tomar decisiones por parte de las empresas, por lo que instaron «urgentemente hacer las reformas estructurales, bajar impuestos y mejorar la competitividad».
En ese sentido, el Ministerio de Economía, liderado por el economista ultraliberal Paulo Guedes, reconoció la víspera que es necesaria una «rápida» implementación de las reformas y de las «medidas de mejora del ambiente de negocios».
UN SECTOR FUERTEMENTE GOLPEADO
La cartera de Economía, no obstante, recalcó que la salida de Ford «desentona» con la «fuerte recuperación» experimentada por el sector industrial brasileño en los últimos meses, tras el desplome sentido en los primeros meses de la pandemia por la paralización de los sectores productivos.
Sin embargo, el sector automotriz terminó 2020 con una caída de la producción del 31,6 %, retrocediendo así 16 años en términos de fabricación e interrumpiendo un ciclo de tres años de recuperación tras la grave recesión de 2015 y 2016.
De acuerdo con Cassio Pagliarini, exdirectivo de Ford y consultor de Bright Consulting, la fabricante estadounidense, al igual que otras empresas del sector, no consiguió aprovechar toda la capacidad productiva debido a la caída de la demanda experimentada en los últimos años, lo que motivó el anuncio del fin de sus operaciones.
Brasil vendió en 2013 un total de 3,6 millones de vehículos nuevos y su expectativa era finalizar la década con las 5 millones de unidades. No obstante, el país comercializa actualmente unos 2 millones de vehículos.
«No consiguen usar toda la capacidad porque no se venden todos los vehículos. Camaçari -una de las tres fábricas que Ford cerrará este año en Brasil- tiene una capacidad para fabricar 250.000 vehículos, pero tan solo produce el 50 %, lo que es insuficiente para pagar todos los costos», señaló Pagliarini.
De acuerdo con el especialista, la ociosidad productiva podría empujar a otras empresas del sector a tomar decisiones similares a la de Ford, cuya salida se calcula que pueda destruir unos 5.000 empleos directos.
Martins, por su parte, resaltó que el potencial de crecimiento de Brasil, un país con 210 millones de habitantes, favorecerá la permanencia de la mayoría de fabricantes, aunque obligará a una serie de alianzas y asociaciones.
«Las empresas van a seguir apostando por el mercado. Su visión es de largo plazo», opinó.