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22 de noviembre de 2024

Construir con plástico, un plan viable en la Venezuela de los altos precios

Maracaibo (Venezuela), 14 dic (EFE).- Las botellas de plástico llenas de residuos se han convertido en la alternativa ecológica y barata a los bloques de cemento para la construcción en el estado venezolano de Zulia (oeste), donde los ciudadanos, ante los altos costos de materiales comunes, dan una segunda vida a los desechos, con los que levantan muros o reparan estructuras.

Esta técnica ha dado paso a los llamados «ecobloques» en Venezuela, donde se desechan unas 500.000 toneladas de plástico al año, y solo el 2 % se reutiliza, según información que la Dirección de Sustentabilidad Ambiental de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) facilitó a EFE.

El problema para afrontar los costos del material de obra y la imperiosa necesidad de buscar un destino útil a los residuos plásticos llevaron a los zulianos a reemplazar los ladrillos convencionales en la construcción de muros en escuelas, quioscos, plazas públicas o viviendas.

5.400 RAZONES PARA RECICLAR

En la escuela Luz del Saber, en una deprimida zona de Maracaibo, maestros, representantes y estudiantes se animaron a usar «ecobloques» cuando los activistas de la ONG La Papelera Tiene Hambre les propusieron cambiar una vieja cerca de latas por un muro hecho con botellas de plástico.

Ahora, tras dos años educando sobre el reciclaje, la ONG se puso manos a la obra y comenzó a construir el muro que dará seguridad a la escuela y con el que, además, se reciclarán unos 5.400 kilos de plástico, equivalentes a la misma cantidad de botellas que usarán para levantar la obra.

Para la directora del colegio, Nancy Ferrer, con este proyecto, no solo se cuida el medioambiente, sino que también se dará seguridad al edificio y se generará un ambiente más amable para los alumnos, a la espera de que las autoridades construyan una nueva escuela en condiciones.

«Esperando que el Gobierno algún día nos construya la escuela, tratamos de darle un mejor ambiente a los niños», dijo Ferrer a EFE, para quien la construcción con «ecobloques» ha sido también una oportunidad para que los estudiantes se entusiasmen por la idea de la reutilización.

Por su parte, el coordinador comunitario de La Papelera Tiene Hambre, Antonio Soto Urribarrí, explica que el propósito de la obra, que esperan terminar el primer trimestre de 2023, no es solo ambientalista, pues con cada «ecobloque» suman también para «dignificar la educación».

«Es una buena práctica para ayudar y aportar al saneamiento ambiental. También es una de las alternativas (…) por la falta de infraestructura que sufren actualmente estas escuelas», precisa.

UNA IDEA QUE SE MULTIPLICA

Los voluntarios que trabajan en el muro de la escuela usando tierra, una cantidad mínima de cemento y los «ecobloques» consideran que la construcción es «menos complicada y menos costosa, que es lo más importante», relató a EFE Adalina Berríos, una representante de la institución Luz del Saber.

Como ella, otros entienden la funcionalidad de estos bloques ecológicos y ahora se plantean su uso para renovar espacios públicos e incluso acondicionar casas.

Es el caso de la Alcaldía de Maracaibo, que lleva meses promoviendo una campaña para que los ciudadanos elaboren las también llamadas «ecobotellas» y las donen para construcciones en la ciudad.

La directora general de Desarrollo Social del Gobierno local, Sara Fernández, ve esta práctica como una alternativa «ante los altos precios que tienen los materiales de construcción» y, además, «reduce la contaminación del ambiente y es fácil de almacenar y transportar».

Aseguró a EFE que en todo Zulia hay varias obras de este tipo y otras en proyecto, como un plan habitacional con el que se contempla construir palafitos en una comunidad en las riberas del lago de Maracaibo.

La idea ha despertado incluso voluntades individuales como la de Francisco Moreno, un joven que comenzó a elaborar «ecobloques» con la llegada de la pandemia a Venezuela y los ha donado.

Cree que sus botellas convertidas en ladrillos ecológicos son un aporte y «una manera más fácil y económica de tener un bloque que se puede ir haciendo poco a poco», pero que ayuda al ambiente y a la gente que lo habita.

Génesis Carrero Soto

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